Desde Brasilia
Jair Bolsonaro hizo un gesto de aparente complicidad cuando cientos de simpatizantes comenzaron a corear "la bandera brasileña jamás será roja" al inicio del desfile por el Día del Bicentenario de la Independencia poco después de las nueve de la mañana de este miércoles en el centro de Brasilia. Junto a él se encontraba la primera dama Michelle, militante evangélica , que se sumó sin disimularlo al cántico macartista llegado desde una de las tribunas montantes instaladas en el Eje Monumental. Esa superavenida de cientos de metros de ancho que comienza en el Palacio del Planalto en su extremo este, pasa por el Congreso y llega hasta el ministerio de Defensa en su lado oeste.
Golpe
Por allí desfilaron tanques, carros blindados y más de veinte tractores verde y amarillos (los colores patrios) cedidos por empresarios del agronegocio, el sector de donde proviene cerca del ochenta por ciento de las donaciones de la campaña bolsonarista. Más tarde llegó una columna de adolescentes y niños con remeras negras, marchando con paso militar, pertenecientes a la Comunidad Clásica Cristiana que portaban un pasacalles con la frase "conocer a Dios y tornarlo conocido".
Antes de llegar al desfile el presidente de ultraderecha, candidato a la reelección en los comicios del mes que viene, había desayunado y rezado junto a pastores, generales y ministros en la residencia oficial de Alvorada, donde se refirió al golpe de estado de 1964 como un hecho que "se puede repetir". Además dijo que el bien siempre derrota al mal, "como sucedió en el 64". Y aseguró estar preparado para una contingencia de ese tipo (golpe) en la que se debe entregar hasta la vida por la "libertad".
Siempre que puede el capitán retirado trae a colación el régimen de facto del cual es un exégeta y al que usa como una amenaza velada contra sus adversarios. Lo curioso es que este tipo de intimidaciones son empleadas por Bolsonaro con más frecuencia cuando su situación es adversa, tal como ocurre ahora cuando faltan 25 días para la votación y no logra avanzar lo suficiente en las encuestas. Una de ellas publicada el lunes por la agencia Ipec, a pedido de la tevé Globo, le dio el 31 por ciento de intenciones de voto contra el 44 por ciento de Luiz Inácio Lula da Silva con vistas al primer tuno del 2 de octubre.
Si nadie supera el 50 por ciento en la primera vuelta habrá un ballotage el 30 de ese mes y en ese caso el excapitán del ejército obtendría el 36 por ciento contra al 52 por ciento del candidato del Partido de los Trabajadores.
Copacabana
Al igual que el sondeo mencionado arriba, otras encuestas recientes indican que el expresidente petista será el más votado en la primera vuelta y en caso de haber un ballotage será electo con una ventaja amplia. Es cierto que Bolsonaro ha crecido en las últimas semanas mientras Lula se estabilizó en la franja de los 43 a 45 puntos, pero el ritmo de avance del militar es demasiado lento como para esperar un sorpasso.
Ante ello la estrategia del Palacio del Planalto fue hacer del Bicentenario de la Independencia la última gran apuesta para garantizar el voto de la tropa propia e impactar a los aún indecisos con grandes actos masivos.
En efecto, las concentraciones de este miércoles en Brasilia por la mañana y a la tarde frente a la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, movilizaron decenas de miles de personas demostrando que el oficialismo está vivo. La visita a Río de Janeiro comenzó con una caravana en moto, una "motociata", por algunos barrios del centro, repitiendo el mismo ritual realizado en otras capitales brasileñas e incluso durante viajes a Estados Unidos y países árabes.
A primera hora de la noche desde el cuartel general oficialista surgían voces exultantes, como la de uno de responsables de la campaña, Fabio Wajngarten, para quien las movilizaciones fueron "atómicas" y mostraron que el "sentimiento patriótico es el combustible de la reelección". De todos modos esa euforia huele a sobreactuación.
Habrá que revisar con más tiempo las imágenes para saber si estas movilizaciones fueron más o menos concurridas que las del 7 de setiembre de 2021, para medir el verdadero tamaño del bolosnarismo militante.
Lula
Si el 7 de setiembre de 2021 el blanco al cual le apuntó Bolsonaro fueron algunos jueces del Supremo Tribunal Federal, este año los disparos estuvieron dirigidos a Lula. "Hay que extirpar de la vida pública" al jefe petista, propuso el mandatario trepado en lo alto de un camión utilizado para los desfiles de carnaval en Río de Janeiro. "Yo no soy muy educado, digo malas palabras pero no soy un ladrón...La voluntad del pueblo se hará presente el 2 de octubre, vamos todos a votar en unas elecciones donde estarán frente a frente el bien contra el mal que perduró durante doce años en el país", los que gobernó el Partido de los Trabajadores entre con Lula y Dilma Rousseff.
Después de Bolsonaro subió al camión carnavalesco su esposa, que ha asumido un papel central en la campaña , para decir que la pelea contra el "enemigo" Lula es en defensa de los "valores que Dios estableció en la tierra".
Discurso de odio
Para evitar choques con las milicias oficialistas Lula optó por no organizar actos por el Bicentenario y aguardó hasta la noche del miércoles para divulgar un video. Allí afirmó que cuando estuvo en el gobierno "jamás utilizamos el Día de la Patria para hacer campaña electoral ni para diseminar el discurso del odio".
Respecto de las acusaciones de corrupción lanzadas por el oficialismo en su contra, el expresidente mencionó un reportaje aparecido la semana pasada sobre más de cien propiedades compradas por Bolsonaro y su familia, sin tener ingresos legales que justifiquen tales inversiones.
El petista comentó que si ya es sospechoso semejante patrimonio inmobiliario, éste se hace aún más extraño cuando se observa que 51 inmuebles fueron comprados con dinero al contado. Este escándalo, publicado en una exhaustiva investigación del portal UOL, parece haber neutralizado el discurso moralista del presidente, sobre cuyas cuentas siempre hubo varias zonas oscuras.
En una entrevista dada esta semana Bolsonaro fue consultado sobre el tema y admitió la existencia de esa centena de viviendas, entre las que hay varias en barrios exclusivos de Brasilia y Río, así como haber pagado la mitad de ellas con efectivo.