El concepto de bienestar se amplía a ritmos vertiginosos y los y las argentinas queremos y necesitamos alimentarnos mejor para cuidar nuestra salud. La puesta en práctica de la Ley de etiquetado frontal, que advierte sobre la presencia de exceso de grasas, calorías, azúcares y otros componentes, responde a esa necesidad pero significa también una exigencia para la industria alimenticia. Y el Estado, además de exigir, invita a que la industria tenga un salto de calidad. 

Desde la Agencia I+D+i abrimos una convocatoria a proyectos asociativos entre el sector productivo y el científico- tecnológico para subsidiar aquellos que realicen investigaciones y desarrollos de estándares y productos en vistas a las disposiciones de la ley. Por ejemplo, sustituir ingredientes, mejorar procesos productivos, avanzar hacia envases más sustentables y aprovechar productos que se consideran un desperdicio, pero que no lo son desde un enfoque de economía circular.

Para llevar adelante estos desafíos se necesita conocimiento y la industria alimenticia argentina está en condiciones de dar ese salto. También cuenta con un Sistema de Ciencia y Tecnología que, sin lugar a dudas, puede acompañar comprometiéndose con los desarrollos que requiera la industria. El objetivo es que las góndolas argentinas cuenten con productos procesados de mejor calidad y mayor valor agregado. No solo para el mercado interno, si no también para posicionar nuestros productos a nivel regional, y acceder a mercados de países que ya cuentan con leyes de etiquetado frontal hace mucho tiempo.

La industria de alimentos es un sector fuertemente regulado para cuidar la salud de la población. A través de este llamado queremos promover innovaciones en materia de alimentos que alivien el riesgo en el terreno regulatorio donde los trámites requieren tiempo y el acceso a nuevos mercados depende de las condiciones de la legislación local.

Esperamos, a partir de la interacción y el flujo de conocimientos de los distintos actores, que se diseñen nuevos ingredientes, productos y procesos, que nos permitan crecer en tres sentidos: que sean más saludables para los consumidores, amigables con el ambiente y rentables para las compañías.

Con esta convocatoria se incrementará en un 50 por ciento la inversión en I+D del sector de alimentos para 2022-2023. También es una forma de acelerar el crecimiento de los nuevos ingresantes a la industria, porque van a poder apoyarse en el sistema de Ciencia y Tecnología para desarrollarse y de esa manera se diversificará la oferta de alimentos en la Argentina.

Tenemos que promover la competencia sana basada en el conocimiento tanto como la alimentación saludable para acceder a un mayor bienestar. Este tipo de proyectos pueden cambiar nuestro sector productivo a largo plazo. Las pequeñas empresa pueden desarrollar un producto determinado y pasar a ser líderes en su franja. Muchos productos, a partir de esta invitación, pueden ganar escala y profesionalizarse. 

Estamos también mitigando las barreras de acceso al conocimiento, ya que no todas las pymes tienen la posibilidad de desarrollar un laboratorio de I+D. Esto explica por qué el Estado tiene que estar presente y acompañar. Estas iniciativas permiten mejorar áreas del Estado combinando esta doble función: la de exigir y promover, la de crear y cuidar.

Para presentarse a la convocatoria se requiere que se armen duplas entre empresas y grupos científicos, para presentar proyectos que serán evaluados por expertos en la materia. Las mejores iniciativas podrán acceder a un subsidio de entre 45 y 75 millones de pesos. El llamado contempla un financiamiento total de 1800 millones.

Ya hubo muestras de articulación virtuosa entre el sector productivo y el sector científico durante la pandemia. Por ejemplo, cuando una pyme textil de la provincia de Buenos Aires, Kovi, se asoció a investigadoras de la UBA y la UNSAM para desarrollar Atom Protect, un barbijo inteligente con propiedades antivirales. O el caso de los proyectos de vacunas contra la Covid-19 desarrollados por grupos de investigación en vinculación con laboratorios privados, solo por nombrar algunos. 

En todos estos casos, se apoyó desde la Agencia para contribuir con el financiamiento, por supuesto, pero también para tender puentes y  moldear conductas. Porque el Estado exige pero también acompaña la transformación y se compromete con un Sistema de Ciencia y Tecnología cada vez más inteligente y comprometido con el desarrollo del país.

*Presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i)