“Si hago así es porque me duele la cabeza”, advierte Francisco Bochatón, tras pedir disculpas, en alusión a una mueca. Pese a su malestar, habla con Página/12 de su nuevo disco de estudio, Ropa de animal, que hoy viernes ve la luz en las plataformas digitales. También hoy habrá oportunidad de conocer de primera mano el flamante repertorio, grabado en un estudio del barrio porteño de Saavedra (al final de la cuarentena), cuando el músico platense se suba al escenario del ND Teatro, a las 21. Antes del lanzamiento, sólo circuló el tema que le da título a este trabajo, lanzado el pasado 21 de junio. “La canción ‘Ropa de animal’ tiene mucho de juego y de onirismo. Si bien no habla de mí, siempre uno habla de uno”, explica el también frontman de Peligrosos Gorriones. “Es provocadora, me gusta la fuerza que tiene. Me gusta soltar, y que salga”.

-Su letra parece prestarse a varias interpretaciones…

-Nunca hice una canción que hable de algo literal. En este caso, lo que está diciendo (el protagonista) es que rechaza el hecho de ser comprado. El disco tiene nueve canciones. Algunas van hacia lo romántico, el autoconocimiento, el descubrimiento de la paz dentro de todo el quilombo que es la sociedad. Tenía temas sin concluir de otras épocas que finalmente terminé. Incluso hay uno que hice en Brasil en 1998. Así que ahora son canciones nuevas. Me parece que arman un buen disco.

-¿Por qué decidiste compendiarlas en un disco?

-Me motiva el formato. Ultimamente digo muy seguido que hago la música que me gustaría escuchar.

-¿No hay otra cosa que te llame la atención?

-De antes, los Talking Heads, The Police, Iggy Pop y Happy Mondays. También King Crimson, al punto de que fue uno de los grupos que me llevó a hacer los Gorriones.

-¿Se parece Peligrosos Gorriones a King Crimson?

-No, lo que dije fue que ellos me llevaron a hacer a los Gorriones. No los emulaba. Tendríamos que tocar muy bien para que se parezcan. Anteriormente, consumía las bandas del rock industrial de los '80: Einstürzende Neubauten, The Wolfang Press. A los 16 años escuché el tema “Elephant Talk”. Tenía ritmo, parecía bailable. Estudié batería muchos años y eso fue importante porque armé todas las estructuras. Luego me metí con las armonías. Si escuchás “Penumbra”, que está en el disco Fuga, de los Gorriones, es toda una cuestión rítmica.

-¿Te sentís en sintonía con la música nueva?

-No me la paso investigando mucho. Más allá de que mi hermano es pianista, desde chico tengo mucha relación con el piano. Tiene la parte lúdica del juego y a mí me gusta inventar. “22:33” es una canción de mi disco Píntame los labios y no tiene estribillo, es un texto que está musicalizado. A mí me encanta. Hay muchas cosas así y eso no estaba en la música que escucho.

-¿Tocás el piano?

-Toco el piano para componer. No soy un gran pianista, en casa ya tenemos uno.

-¿Alguna vez uniste fuerzas con tu hermano?

-Le ayudé a producir un disco y tocamos en vivo un par de veces. Ah, y de chico tuvimos una banda en la que yo era el baterista y él se encargaba del teclado. Se llamaba Dios. Hubo varios grupos argentinos llamados así, pero nuestro Dios era de La Plata.

-¿Qué te gusta experimentar con la canción?

-Uno está en una mutación permanetente. No sé si hay una identidad. Siento mucho eso de que la música hace una cierta alquimia y transmuta la energía negativa en positiva.

-¿Hoy a qué le das más atención: a la letra o a la música?

-Tienen el mismo peso para mí. No las disociaría. También haría un disco de letras habladas.

-¿Por qué no lo hiciste?

-Quise, pero no lo saqué. Hice un montón de pruebas pero no me convencían. Me acuerdo de haber hablado con varios autores. Por una cuestión de tiempo y ganas no terminé de hacerlo. Lo que también hice fue música incidental, para la película Mataperros. Lo que me sale es componer. Lo que estoy cantando, lo grabo, lo desgrabo y me pongo a escribir. Me copa mucho ese método. Me grabó a mí y tengo que aprender lo que dije.

-Hace poco cumpliste 50. ¿Cómo te pegaron?

-Me gusta. A los 47 me preocupaba más llegar a los 50. Creo que estoy teniendo una visión más clara de cómo son las cosas. A mí me está pasando eso ahora. Incluso con relax. Me preocupan menos cosas que antes. Lo digo en un sentido positivo: veo la música de otra manera, me siento más útil. Este nuevo disco tiene que ver con eso.

Además de contar que habrá una edición en vinilo de Ropa de animal, Francisco Bochatón confiesa que las nueve canciones son la medida justa para su nuevo álbum. “No era ni más ni menos. El nueve es una cantidad no cansadora. Si tengo que escuchar algo nuevo, me gusta ese número. Los temas son disímiles entre sí”, admite acerca de un disco coproducido junto a Eduardo Bergallo (trabajó tanto en vivo como en estudio con artistas de la talla de Soda Stereo, Mercedes Sosa, Shakira, Juana Molina y El Mató a un Policía Motorizado). “Hay dos o tres paisajes que difieren de la fuerza de ‘Ropa de animal’”. Aunque gracias este trabajo pudo darle salida a muchas ideas de canciones, el cantautor asegura que aún conserva una cantidad considerable de maquetas en su computadora. “Tengo más de 70”, supone. “La pandemia me dio tiempo para hacer esa elección”.

-¿Nunca se te ocurrió purgar todos esos bocetos, al igual que hizo Andrés Calamaro con su disco El salmón?

-Cazuela, mi primer disco, iba a hacer un poco eso. Pero (Gustavo) Cerati me surgirió que no lo haga. Tenía todos demos y los junté. La idea era publicarlos así.

-¿Peligroso Gorriones sigue entre tus proyectos?

-Sí. Ahora tengo unas maquetas para empezar a laburar en un tiempo. Pero tengo que desarrollar Ropa de animal.

-Nunca se te dio la internacionalización.

-Sólo toqué en Chile. Ni siquiera en Uruguay, a donde fuimos sólo para hacer prensa. No sé por qué. Estuve por viajar a muchos lugares, pero no se dieron las condiciones.

-Formalmente, ¿cuántos años tenés haciendo rock?

-Pasaron 29 años desde que salió el primer disco que grabé.

-¿No estuviste tentado a pegar el volantazo?

-En casa tengo muchísimas cosas que no tienen que ver con el rock. Fue medio por accidente que todo lo que hice suene rockero. En un principio, los Gorriones fueron algo medio a go-gó. Y luego medio electrónico. Con los formatos soy así. Si bien Ropa de animal es rockero, no lo era en los demos originales. Me gusta lo que se dio. Si bien nunca saqué algo diferente, estaría bueno, así como lo hizo Iggy Pop con sus dos discos en francés.

-Por si alguna vez deja de funcionar la música como forma de subsistencia, ¿tenés algo parecido a un plan B?

-No creo que pase eso. Como dijo nuestro querido Palo Pandolfo, mientras haya una guitarra siempre voy a tener para comer. Voy a seguir tocando. Es una dinámica que no puedo frenar.