Liliana tiene 38 años y no sabe leer ni escribir. Dejó el quinto grado a sus 15 años, obligada por sus padres adoptivos porque había quedado embarazada luego de ser violada. En abril, fue abusada nuevamente, pero el sindicado es un empleado de la municipalidad de Bañado de Ovanta, quien además tiene un familiar policía, por lo que demoró casi un mes poder hacer la denuncia. Pide ayuda porque su hija de 8 años quedó en manos de sus agresores.

Catamarca/12 habló con la mujer y con su actual pareja, Esteban, que es quien la ayudó a denunciar y quien hace un mes le dio refugio luego de que la echaran de su casa. Entre ambos contaron por lo que está pasando la Liliana y su hija pequeña y pidieron que el Estado cumpla con su obligación luego de tantos años de desprotección.

La mujer contó que hasta hace un mes vivía con la familia que la crió en la localidad santarroseña de Las Tunas. Dijo que siempre le pegaron y que a sus quince años fue abusada sexualmente y producto de esa violación nació el mayor de sus hijos, pero la obligaron a dejar la Escuela y por eso no sabe leer ni escribir.

“Mi mamá apenas quedé embarazada me mandaba a trabajar porque decía que no iba a mantenerla y bueno yo hacía changuitas de limpieza”, cuenta. Liliana cobra una pensión porque tiene un retraso madurativo y tanto ese dinero como el de la Asignación Universal nunca pudo cobrarlo ni administrarlo porque lo hace uno de sus hermanastros.

Relató que en abril fue abusada en más de una oportunidad por el sobrino de la pareja de su madre, quien vive a escasos metros de su casa. La denuncia pudo hacerla gracias al acompañamiento de su actual pareja, a quien conoció en la calle ese mismo mes.

Esteban, quien también participa de la entrevista cuenta que cada tarde la veía pasar llorando, hasta que “tomó ánimo” y se acercó. Ella le dijo que lloraba porque le pegaban en su casa y le contó sobre el abuso. "Después nos pusimos en pareja a escondidas porque a ella no la dejaban hacer nada". 

La denuncia no pudieron radicarla inmediatamente. “El primo del abusador –un sujeto de apellido Silva quien trabaja en la Municipalidad de Bañado de Ovanta- es policía y por eso no nos dejaban denunciar”. Ella recién pudo hacerlo un mes después con el acompañamiento de un agente sanitario y una psicóloga del hospital y así llegó a la Fiscalía 3”, relata.

A través de amigos pidieron ayuda en muchas partes, sobre todo para que Liliana pudiera salir de la casa en donde vivía porque la golpeaban y no la dejaban salir más que para trabajar. En este contexto, relataron que desde el municipio de Bañado de Ovanta se acercaron a pedirle que levante la denuncia y que a cambio le daban una casa. “Fue un hombre de apellido Mercado, que se hizo pasar por alguien más”, contaron.

De igual modo le pidieron ayuda al municipio de Los Altos, quien hace poco inauguró una Casa de la Mujer. Sin embargo, la respuesta del empleado que se había solidarizado, fue luego negativa “me dijeron que no se iban meter porque no les traía rédito político”, contó mientras compartía el audio de la respuesta con Catamarca/12.

Lliliana, por seguir sosteniendo la denuncia por el abuso fue echada de la casa donde vivía. Le tiraron la ropa a la calle y junto a Esteban consiguieron que les presten una pieza con baño para poder estar. Ese lugar está muy cerca de la casa de su abusador y ella ve como cada día, su madre, quien le negó la posibilidad de estar con su hija, de 8 años, la lleva a esa vivienda.

“La más chiquita está con mi mamá y la quiero sacar de ahí. La manda sola adonde me ha violado ese tipo”, dice angustiada.

Ante la pregunta de si alguna vez recibió asistencia de algún tipo, o si la Justicia tras la denuncia intervino para contenerla a ella y a la menor de edad, respondió que no, que nunca. De su relato se desprende que el abandono Estatal estuvo desde su nacimiento, cuando su madre biológica decidió entregarla sin más para que la críen. Liliana pide que eso no suceda con su hija.

Esteban agrega que cuando pudo hacer la denuncia, vino un móvil policial desde la Ciudad Capital y fue la hija de Liliana quien relató a los uniformados como le pegaban cada día a su madre. “No nos ayudó nadie, ni el delgado de Las Tunas, ni los de Los Altos, ni los de Bañado de Ovanta. De hecho, este Silva pasa y le hace insinuaciones obscenas a ella y también otro de la municipalidad. Nadie hace nada”, reclama.

Las Tunas, tiene un promedio de 100 habitantes. Está ubicado a 8 kilómetros de Bañado de Ovanta, municipio del que dependen y cuyo intendente, Elpidio Guaraz, está imputado y acusado por abuso sexual y violencia de género.

Liliana y Esteban ya no saben a quién recurrir. No confían en la policía, ni en los intendentes, ni el sistema de salud y tienen miedo de que algo pueda pasarle a niña y a ellos mismos.