Mientras el mundo habla de la reina Isabel y la corona británica, el universo del tango recuerda su propia monarquía. En este caso, la partida de Príncipe Azul, hace 83 años.
1935 es el año donde Herberto de Costa (nombre real de Príncipe Azul), hijo de inmigrantes portugueses, pasaba a la eternidad. O al juego entre el olvido y la memoria.
Dice la leyenda que murió mientras se embarcaba, en la cúspide de su carrera, a punto de firmar un contrato con la National Broadcasting Company de Nueva York y con la posibilidad de filmar dos películas. Dicen también que no era figura estelar pero que estaba entre los destacados de la década de 20, en esa segunda línea que miraba como despuntaban Carlos Gardel, Ignacio Corsini y Agustín Magaldi.
Locutor, casi médico, casi filósofo, casi estrella. Los Especialistas Musicales de Malena (esa logia de simpáticos amantes de lo que pudo haber sido) nos regalan cuatro tangos con su voz real y una yapa imperdible