El invierno está cada vez más cerca para los países europeos y la vulnerabilidad en materia energética sigue en aumento. Las tensiones de precios en la zona euro impulsadas por la suba de los alimentos y el combustible complican el panorama y llevaron al Banco Central Europeo a anunciar una suba histórica de la tasa de interés. El ajuste de la política monetaria ocurrió la misma semana que se paralizó uno de los grandes gasoductos que transportan energía de Rusia a Alemania.
El escenario adelanta una situación de recesión para las principales economías europeas para los próximos trimestres. En tanto, la Reserva Federal de Estados Unidos también subió las tasas para atender su principal preocupación, que es bajar la inflación del 8 al 2 por ciento.
Por este motivo Jerome Powell empieza a recibir una fuerte presión de los principales fondos y bancos de inversión, que le aseguran que las subas de interés van a producir más daño de lo pensado. Un mensaje que no tiene como protagonista a la economía real sino al mercado de acciones. Algunos índices de Wall Street como el Nasdaq 100 bajan casi 25 por ciento en el año.
El mundo desarrollado pasa por una situación compleja que genera incertidumbre y la salida no está clara. Pero estas crisis no parecen tener punto de comparación contra las tensiones que comienza a mostrar el mundo no desarrollado tras la pandemia, el efecto de la guerra en Ucrania y el nuevo ciclo financiero global (con aumento del costo del dinero).
En uno de sus últimos documentos, el Instituto Internacional de Finanzas estimó que “alrededor de 35 países están experimentando actualmente una importante crisis alimentaria, de los cuales 16 también enfrentan graves problemas de deuda”. En esta lista aparecen Etiopía, Mozambique, Sierra Leona, Burundi, Somalia, Haití, Zambia y Zimbabwe, entre otras economías.
Las estimaciones del Programa de Alimentos Mundial sugieren que el número de personas enfrentando una situación de inseguridad alimentaria aguda podría aumentar en más 15 por ciento a casi 325 millones en 2022, principalmente a partir de los efectos de la guerra. Si bien los precios internacionales de los alimentos comenzaron a mostrar una leve moderación en los últimos meses, siguen existiendo otros elementos que mantienen latente la presión.
Uno de los principales problemas se observa con el costo de los fertilizantes, que se encuentra en su nivel más alto en más de una década. El precio de los fertilizantes, que son un producto intensivo en energía, aumentó entre cuatro y cinco veces. Los costos también suben en la medida en que el riego, el transporte y la maquinaria empleada en la industria alimentaria dependen en gran medida de la energía y de los combustibles. El Instituto Internacional de Finanzas agrega que en los países expuestos a crisis de inseguridad alimentaria las deudas públicas se duplicaron en los últimos diez años, amenazando con una doble crisis.