Jíjop: 9

Idea original y creación: Emiliano Larea, Gabriel Páez

Intérprete: Emiliano Larea

Diseño de vestuario: Azul Borenstein

Diseño de escenografía: Martín Diez

Diseño de iluminación: Adrián Cintioli

Música original: Raphaël Beau, Hugues Le Bars

Composición sonora: Tomás Rodríguez

Dirección: Gabriel Páez

La premisa inicial de Jíjop se asemeja a la historia de Pinocho y Geppetto. Un carpintero fabrica un muñeco en su taller y, como por arte de magia, cobra vida, toma consciencia de sus posibilidades y decide explorar más allá de los límites que imponen las estanterías en las que estuvo confinado desde el momento de su creación. Jíjop es un relato físico magistralmente interpretado por Emiliano Larea y puede verse los sábados a las 19 en El Galpón de Guevara (Guevara 326).

La característica que define al protagonista es la curiosidad. Jíjop (juego de palabras con “hip hop”, un género en el que Larea se mueve como pez en el agua) se asoma a la ventana para ver ese mundo desconocido y repleto de oportunidades. Con esa actitud de asombro –la misma que define a los chicos– cruza las fronteras del taller y desafía su existencia de muñeco articulado. Afuera lo espera el caos citadino: las alarmas, los bocinazos, los transeúntes desesperados por llegar a sus trabajos y el ritmo de una rutina rigurosa.

Jíjop se siente abrumado en ese ambiente que por momentos se asemeja bastante a una selva repleta de animales salvajes, pero echa mano de sus dos aliados: el ritmo y el movimiento. El verdadero poseedor de esos superpoderes es el actor y bailarín Emiliano Larea (creador del espectáculo junto a Gabriel Páez, quien está a cargo de la dirección). Su gran destreza e histrionismo permiten que el espectador imagine fácilmente el surrealista mundo de Jíjop; de alguna manera, todo tiene sentido y es coherente con el espíritu de los personajes que aparecen en cada escena.

Una de las tantas maravillas del teatro es el pacto de credibilidad sellado con los espectadores y la posibilidad de crear mundos complejos a partir de recursos que pueden ser muy simples. La historia del carpintero y su muñeco podría leerse también como una metáfora del acto creativo: Larea y su equipo inventan este universo de la misma forma en la que el carpintero moldea la madera. En ese sentido, Jíjop es un testimonio de la potencia creativa de la que goza el teatro independiente en Buenos Aires, donde se crean mundos fantásticos con arcilla que está al alcance de la mano.

A lo largo de los 40 minutos de función el intérprete es asistido por los miembros de su equipo, que le acercan distintos elementos para configurar un sistema que funciona con la precisión de una maquinaria de relojería (imagen por demás ilustrativa en este caso). Así, un pedazo de cartón se convierte en un auto, algunos trozos de madera se transforman en una ventana, un poco de tela vaporosa será una nube, un manojo de serpentina plateada será lluvia y varios envases de plástico convenientemente iluminados componen un escenario subacuático. Acto de magia y mucho ingenio.

La obra se vale de varios elementos: teatro físico, clown, mimo, teatro negro, máscara neutra, teatro de objetos, herramientas de la técnica de Jacques Lecoq o danzas urbanas como el popping (esa en la que los bailarines devienen robots). Jíjop es un auténtico relato físico porque cuenta esta historia prescindiendo de toda palabra; hay algo sumamente poderoso en el ritmo y en el cuerpo de Larea, donde desembocan los recursos de la danza, el teatro y lo gestual. Verlo es magnético y genera la clase de fascinación que provocan los grandes referentes de la expresión corporal como Keaton, Chaplin o Astaire.

La narración transcurre en esos pies que se deslizan con flow por toda la sala, en los dedos vivaces de sus manos, en los brazos robóticos, en la cara maquillada de colores estridentes con una estética que remite al universo de Tim Barton (Jíjop podría ser pariente del amistoso Sombrerero o el temible Sweeney Todd), y en esa peluquita verde al estilo Ken. Tanto el diseño de escenografía (Martín Diez) como el de vestuario (Azul Borenstein) están atravesados por el concepto de máquina, con múltiples piezas y engranajes. El propio cuerpo de Larea juega con eso todo el tiempo a partir del popping.

En el fondo del relato sobre esta criatura que despierta a la vida como Pinocho o como el experimento de Victor Frankenstein late una vieja contienda: la máquina productiva versus la máquina creativa. Agobiado por los tiempos vertiginosos de una urbe que demanda productividad permanente, Jíjop cambia las reglas: toma esos ritmos y los internaliza para transformarlos en algo nuevo. Su máquina es distinta porque no produce en serie sino que amasa la artesanía, crea eso que –en términos de Benjamin– aún conserva su aura, inventa aquello que al parecer solo existe en la mente, materializa la imaginación. Jíjop es un relato físico para públicos diversos, para chicos y adultos, para quienes aman el teatro, la danza o la música. Un espectáculo que explota al máximo las potencialidades del cuerpo como máquina poética.

* Jíjop se presenta los sábados a las 19 en El Galpón de Guevara (Guevara 326). Las localidades pueden adquirirse a través de Alternativa Teatral