Teatro por y para adolescentes. Esa es la premisa de la que parte la docente y directora teatral Silvana Amaro para crear cada una de las puestas que dirige. Y su nueva producción, precisamente, cumple con esa consigna. Escrita por Guadalupe Alonso y Luna Zaballa, Afuera hace mucho frío ofrece una dramaturgia donde la revolución hormonal y el espíritu solidario se combinan con pasajes de comedia y aventura.
Un grupo de chicas y chicos que cursan quinto año llegan a un hostel de Puerto Madryn, acompañados por dos coordinadores un poco despistados. El objetivo es disfrutar de un viaje de estudios y conocer las ballenas. Pero en el medio, en la cotidianidad de la convivencia, pasarán otras cosas: los deseos, los amores, la amistad y el enojo, lo que se dice y también lo que no se dice. La puesta está protagonizada por un elenco numeroso integrado por jóvenes alumnos de Amaro, y sus edades van desde los 18 a los 21 años. Ellos y ellas son: Darshan González, Flor Gallo Pecca, Jana Quiroga, Lautaro Stork, Matías Panaro, Nina Morriconi, Rocío López Acuña, Valentina Beato, Juampi Rodríguez y Sol Muñoz.
“La obra es una excusa para hablar de una etapa de la vida que ellos transitan. Y además esta historia pone en crisis el conflicto entre lo individual y lo colectivo, porque en la ficción se construye en pos del bien grupal y nadie se salva solo”, cuenta la directora, quien detalla que el disparador teatral se armó en base a las vivencias del elenco, en el marco de sus clases de teatro.
“Como la mayoría de las actrices y los actores están terminando la secundaria, apareció la idea de hablar del viaje de egresados y se empezaron a improvisar escenas en torno a esa temática. En el inicio, aparecieron unos monólogos, y más tarde convoqué a un grupo más reducido para montar esta pieza. Después, en los ensayos fuimos tomando otro rumbo y empezamos a pensar cuál era el universo en el que queríamos narrar esta historia, y decidimos que el lugar de los hechos fuera Puerto Madryn, dado que mucho de mis alumnos hacen un viaje a ese lugar en tercer año”.
Amaro dirige su propio estudio teatral (Estudio 84), y dicta clases para la primera infancia y adolescencia. Desde hace 25 años, trabaja con elencos sub 22, y los principios que guían su pedagogía son la construcción colectiva, la convivencia de generaciones y la autogestión.
“Confío plenamente en las voces de los adolescentes, entonces trabajo con la intención de aportar a la creación de un espacio que los contenga y que los represente dentro de nuestra cultura teatral. Porque hay obras de teatro infantil y también para adultos, pero hay una franja en el medio que no está casi contemplada. Y es necesario que exista una corriente de actores y espectadores de esas edades con sentido crítico. A mí me fascina ver cómo se van descubriendo a través de la actuación, y es un aprendizaje constante poder acompañarlos”.
La teatrista y pedagoga advierte que en el infinito campo de las artes escénicas aún no se ha consolidado un lugar de pertenencia para los centennials. “Yo observo en mis clases que los chicos desarrollan la experiencia actoral de manera profesional, y se entregan con un gran compromiso. El hecho de que puedan tomar conciencia de lo que es el trabajo en grupo, y lo que significa poder hacer arte y no quedarse esperando que alguien los convoque, es muy importante. Pero lo que ocurre, en general, es que hoy los jóvenes están más afianzados en la música, pero no tanto en la producción teatral”.
Amaro arriesga una explicación para ese fenómeno. “Cuando se habla de alguna temática de la juventud se lo hace desde la mirada de los adultos. Y eso hace que la propuesta no sea convocante para ese tipo de público. Por otro lado, se suele escuchar, a modo de crítica, que alguien diga: `No seas infantil´, o `No seas adolescente´, y ahí también se hace una lectura peyorativa, cuando en realidad esas edades son fundantes de la identidad de las personas. Eso, a veces, se refleja en algunas obras donde aparecen todos los estereotipos: la chica embarazada, el que consume drogas o aquel al que no le gusta su cuerpo. Pero hay muchas otras inquietudes profundas que los atraviesan, y hay que saber escucharlas”.
El camino es largo, pero está en construcción, y el objetivo de la directora está puesto en expandir la cartelera teatral juvenil. “Es importante que existan propuestas que tengan en cuenta las voces de los adolescentes, porque ellos tienen sus propios conflictos. Es una etapa de la vida muy cambiante, y ahí aparecen un montón de cuestiones que el teatro puede ayudar a sanar. Es un trabajo lento, pero hay mucho para hacer”.
* Afuera hace mucho frío puede verse en Teatro Azul (Corrientes 5965), todos los sábados -desde hoy y hasta el 8 de octubre- a las 22.15.