"Quisiera saber ¿por qué ejecutó a mi hijo con un disparo en el medio de la frente?", preguntó Luisa ayer a la tarde en la audiencia judicial donde fue imputada la agente de policía Antonela Ortiz, por el homicidio de Maximiliano Lucero. El fiscal Gastón Ávila indicó que el miércoles al mediodía el muchacho de 32 años fue hasta la puerta de la casa de Matheu al 3400 a pedirle al marido de la imputada, apodado Pelado, que "salga y le pague" una deuda que estaría relacionada con un neumático o una garrafa, señaló sobre un dato que resta precisar. Lo que tiene claro fue cómo continuaron los hechos. Según testimonios, el esposo de la imputada abrió la puerta, la sostuvo con una mano, y apoyó la otra en el umbral. En esa postura, le dijo a Lucero que se vaya. Ante la negativa, éste arrojó una piedra que dio en la puerta. Luego, la policía asomó su brazo con el arma reglamentaria y disparó, dijo el fiscal. También dio cuenta de que al entrar a la vivienda se encontró con tres valijas en la puerta. "Se estaba preparando para escapar", aseguró. El juez Hernán Postma consideró que se trata de un "hecho de tremenda gravedad" y ordenó la prisión preventiva por el plazo de ley para la agente.
El testimonio de una persona que pudo ver la situación desde la ventana de su cuarto, dio cuenta de que Maximiliano no trató de entrar a la casa, sino que desde afuera le pedía al hombre que saliera para pagarle. Tampoco emitió amenazas, ni estaba armado. Ávila describió que ante el reclamo del muchacho, en un momento se abrió la cortina y hubo un diálogo que la testigo no llegó a escuchar. Luego, el marido de la acusada -que recuperó la libertad anteayer- abrió la puerta y le dijo a la víctima: "Tomatela de acá, no sabes con quién te estás metiendo. Andate que hay chicos". El relato del fiscal indicó que tras ello, "ofuscado, el joven tiró una piedra que impactó en la puerta, sin herir a nadie". Tras ello, la agente asomó su arma y "sin mediar palabra, le disparó".
Cuando el cuerpo de Maximiliano quedó tendido en la calle, el matrimonio cerró la puerta y no volvieron a salir, detallaron testigos que estaban en una "posición privilegiada". El fiscal, imputó a la policía -que estaba con licencia por un tema renal- el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego.
El fiscal reprochó que la acusada, "siendo empleada policial, no llamó al 911, ni a una ambulancia, tampoco salió a ver cómo estaba la persona. ¿Sabe qué hizo, señor juez? Se dedicó a armar valijas para irse", señaló. Además, aseguró que intentó entorpecer la investigación, ya que dijo que había sido su pareja quien disparó. "Desde el inicio intentó salir beneficiada, con un discurso mendaz intentó descargar su responsabilidad penal en otra persona", cuestionó Ávila.
Antes de resolver, el magistrado escuchó a la madre de la víctima. Luisa, de 60 años, se sentó frente al juez con la foto de su hijo apretada contra el pecho. "Era un laburante, trabajaba en una hamburguesería, tenía una nena de 6 y un nene de 4 años", contó. "No me lo va a devolver nadie, pero yo quisiera saber, como mamá, por qué, por qué lo hizo. Quiero la pena máxima, porque es una empleada pública que tendría que haber cuidado a mi hijo. Incurrió en muchas faltas. Ella sacó su mano, apoyó y tiró. Lo ejecutó. Eso es gatillo fácil. Hace un rato lo enterré a mi hijo, y ahora estoy acá", expresó la mujer, con entereza y tratando de contener el llanto. "No quiero que esté en libertad, porque mi hijo está bajo tierra y yo, como puedo, con sus hermanos, acá presentes".
Afuera, la mujer recordó que cuando su hijo estaba agonizante en el suelo, la policía le prohibió acercarse, con insultos. La familia estuvo acompañada ayer por integrantes de la Multisectorial Contra la Violencia Institucional, concejalas, militantes de organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos. "Maxi, presente, siempre", gritaron. También se acercaron vecinas a dar su apoyo, y destacaron la lucha de las madres en los barrios, contra el flagelo de la droga y en la búsqueda de justicia.