Un emotivo servicio religioso reunió este viernes en la catedral de San Pablo de Londres a algunos de los principales representantes políticos del Reino Unido y cerca de 2.000 ciudadanos británicos para rendir tributo Isabel II, fallecida la víspera a los 96 años tras más de siete décadas de reinado.
Al inicio de la ceremonia, en el templo se escuchó el primer discurso a la nación del nuevo rey Carlos III, grabado previamente en el Palacio de Buckingham, en el que ensalzó la figura de su madre y recalcó su profunda vinculación con la Iglesia anglicana, liderada por el jefe de Estado británico.
Al final de la misa, se entonó por primera vez de manera oficial el himno nacional con las palabras "Dios salve al rey", en lugar del "Dios salve a la reina" que ha prevalecido en las últimas siete décadas.
La primera ministra, Liz Truss, leyó durante la ceremonia un fragmento de la Biblia ante los presentes en la catedral londinense.
"No vivimos para nosotros y no morimos para nosotros. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor. Así pues, ya vivamos o muramos, somos del Señor", expresó Truss.
El ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, el de Exteriores, James Cleverly, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, y el líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, estaban entre los presentes en el acto religioso, al que no asistieron miembros de la familia real.
También acudieron a la misa la viceprimera ministra, Thérèse Coffey, y la líder de la Cámara de los Comunes, Penny Mordaunt, que estuvieron entre los fieles que se levantaron para cantar los himnos sacros durante la ceremonia.
Dentro de unos diez días se oficiará el funeral de Estado de Isabel II, al que acudirán previsiblemente algunos de los principales líderes mundiales y cuyos detalles todavía no han sido anunciados.
En la ceremonia de este viernes, los coros y la música sacra de órgano, así como el sonido de una gaita escocesa, subrayaron la emotividad y solemnidad de la ocasión, en la que algunos miembros del público derramaron lágrimas.
"Como acto de agradecimiento, nos reunimos hoy con orgullo en esta catedral para llorar la muerte de nuestra señora soberana", declaró el deán de San Pablo, Andrew Tremlett, que ofició la ceremonia.
"Celebramos el amor por su familia, su responsabilidad hacia el deber y su llamada a la unidad y la concordia en el corazón de la Mancomunidad de Naciones", continuó el deán.
En paralelo al servicio religioso, la Cámara de los Comunes y la Cámara de los Lores continuaron con las sesiones extraordinarias convocadas en honor a la reina fallecida.
La baronesa Ilora Finlay de Llandaff rememoró su último encuentro con la soberana, durante una misa en la que uno de los niños del coro tuvo que retirarse por una indisposición.
"Al final de servicio, Su Majestad se acercó y me preguntó con gran preocupación, con sus amables ojos azules, por la salud del niño y por si se encontraba bien", relató la baronesa, parlamentaria independiente de la Cámara de los Lores.
La reina era "un miembro de todas nuestras familias", dijo la diputada laborista Jess Phillips, mientras que lord Louis Dobbs alabó su "ejemplo de liderazgo generoso". "Ella fue un hilo dorado que atravesó el tapiz de nuestras vidas, el nervio que ha unido a esta nación", agregó.