Argentina tiene un potencial enorme para el mundo que viene. En diez años puede duplicar o más su nivel de exportaciones. De los 90 mil millones actuales a 180 mil millones de dólares, de la mano de cuatro complejos principales: el cobre, el litio y la minería en general; Vaca Muerta, las cuencas petroleras marítimas y el hidrógeno verde; la agroindustria, y la economía del conocimiento. Con ese nivel de divisas el país podrá patear bien para adelante la restricción externa, es decir la insuficiencia relativa de divisas que viene poniendo fin a los ciclos de crecimiento productivo desde hace décadas. Con años de expansión económica por delante, crecerá el empleo, bajará la pobreza y la inflación. En un lustro la Argentina puede estar en una situación mucho más estimulante que la actual, aspirando al desarrollo. 

Después de la tormenta del dólar y la remarcación incendiaria de precios que lo cubrió todo desde la renuncia de Martín Guzmán, el Gobierno empieza a mirar más allá de la próxima semana.

La descripción del inicio es la que transmitió Sergio Massa en sus reuniones con empresarios petroleros, inversores, funcionarios de Estados Unidos y de organismos de crédito. En rigor, es la ratificación de un proceso que empezó hace años y que tuvo como hecho fundamental la recuperación del control de YPF por parte del Estado, en abril de 2012.

El contexto internacional de guerra en Europa y escalada de precios de la energía, los minerales y los alimentos, que el país exporta o puede desarrollar, acrecienta las posibilidades para consolidar ese rumbo. 

Pero para eso primero hay que terminar de salir de la emergencia, que hace apenas un mes ponía al Gobierno contra las cuerdas.

Cohesión política

"Massa no tiene vetos ni impugnaciones de otros componentes del Frente de Todos, lo cual es una condición necesaria para ordenar la coordinación macroeconómica", resalta en su último informe la Consultora Sarandí, que dirige el economista Sergio Chouza.

La cohesión política del oficialismo, reforzada tras el atentado fallido a Cristina Kirchner, resultó clave para construir un dique de contención a la corrida cambiaria, agrega. Las tensiones previas, con la salida disruptiva de Guzmán de Economía, habían llevado al país y al gobierno al borde del abismo. Una de las consecuencias que todavía se están pagando es la escalada inflacionaria, con el IPC trepando al rango de 90 a 100 por ciento este año.

El ordenamiento político de la coalición gobernante le dio espacio a Massa para negociar trajes a medida para la liquidación de divisas de sectores exportadores, con el nuevo dólar soja como estandarte.

También ganó credibilidad en la negociación con bancos y fondos comunes de inversión para garantizar el financiamiento del Tesoro, que a mitad de año parecía en riesgo cuando la oposición agitaba que se venía un reperfilamiento de la deuda en pesos como el que hizo Hernán Lacunza al final del gobierno de Mauricio Macri.

La suba de tasas de interés es otro cambio que solo se destrabó con la renovación del equipo económico, otra vez, sin objeciones ni vetos.

Puente de dólares

El ahogo cambiario empieza a quedar atrás con los acuerdos con exportadores y con los fondos que ahora sí el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial comprometieron que girarán en lo que resta del año. Son 700 millones de dólares del BID en septiembre y 500 millones de octubre a diciembre, 400 millones por arriba de lo previsto. Y 900 millones del Banco Mundial, que se suman a los 1100 millones ya aprobados, también para lo que queda de 2022, precisa la consultora PxQ, de Emmanuel Alvarez Agis, en su informe de esta semana.

"Esto viene a traer algo de aire a las reservas internacionales", señala. Sobre el dólar soja advierte: "Se podría pensar que la medida es `pan para hoy y hambre para mañana´, y eso sería estrictamente justo. Sin embargo, no debe perderse de vista que con nada más que 2.620 millones de reservas netas en el BCRA, la situación antes del dólar soja era de `hambre para hoy y hambre para mañana´”.

"La situación cambiaria seguirá atada con alambres para lo que resta de esta gestión, ya que no parece haber condiciones (¿ni intención?) de cambios de fondo. Ampliando el esquema de ‘trajes a medida’ como el dólar soja para promover la liquidación es probable que el Gobierno construya el puente de dólares", analiza Chouza.

Divisas para el desarrollo

Más allá del corto plazo, el oficialismo sostiene que la Argentina tiene un potencial inédito para superar por largo tiempo la restricción externa y sentar las bases de un modelo de desarrollo. Para eso es crucial la participación y dirección del Estado, de modo de lograr encadenamientos productivos que permitan sustituir importaciones de manera estructural y generar condiciones para una distribución progresiva del ingreso.

La plataforma para un salto exportador, que está empezando pero tomará altura a lo largo de la próxima década, hasta duplicar los ingresos actuales, son los hidrocarburos y los minerales, con capacidad de registrar crecimientos exponenciales, más lo que puede seguir aportando la agroindustria, que sigue siendo el principal complejo, y lo que traerá la economía del conocimiento.

Otro rubro que puede cambiar su ecuación en materia de divisas es el turismo, en el cual la Argentina también tiene potencial para una fuerte expansión.

En energía, lo primero es Vaca Muerta, con el petróleo a la cabeza, y luego gas y GNL. YPF y Petronas ya presentaron un proyecto en ese sentido. Mayor producción de gas será un incentivo importante para la petroquímica y la producción de fertilizantes, que en este momento son deficitarios en la balanza cambiaria.

La exploración offshore, según estudios preliminares, podría dar lugar al descubrimiento de un nuevo Vaca Muerta en el mar. La generación de energías más limpias, como el hidrógeno verde con los vientos patagónicos y la solar en Cuyo y el NOA son otras fuentes de divisas para la próxima década.

En minerales, tanto el cobre como el litio ofrecen posibilidades extraordinarias para la producción y la inversión. YPF y otras empresas que pueda crear el Estado deberán intervenir en esas actividades. Chile exporta 60 mil millones de dólares al año de minerales, contra 3200 millones de Argentina.

Tanto la exploración como la producción de hidrocarburos y minerales deberán garantizar tratamientos ambientales adecuados. Es un tema que genera gran controversia y las debilidades de fiscalización que demuestra el Estado en muchas áreas alimenta los cuestionamientos. Será determinante que este gobierno y los que vengan puedan garantizar un desarrollo ambientalmente sustentable.