Arte urgente para momentos políticos urgentes. Del sticker conocido como “Cristiseñal” al “panfleto” para marchar en defensa de la democracia, de una foto de Cristina intervenida a la obra en la que Néstor está bajando de una nave, Federico Geller, Hugo Goldgel, Guadalupe Marín Burgin y Marina Olmi, cada uno a su manera, con sus perspectivas y estéticas, conciben al arte como un modo de acción política; un llamado para movilizarse en las calles y reflexionar en las redes sociales sobre el impacto que generó el atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

“El panfleto continúa”

La noche del atentado el pintor Hugo Goldgel fue hasta su taller en Las Chacras, cerca de La Paz (Córdoba). “Agarré lo que tenía más a mano; fue hacer un poco de collage con los materiales que disponía, pasteles, tiza, una hoja de papel. El ensamblaje para preparar el cartel me debe haber llevado unos diez minutos. Nunca trabajé tan rápido”, recuerda el artista que preparó ese cartel con manifestantes, banderas argentinas y consignas escritas en letra imprenta como “Nunca más”, “Es hora de marchar en las calles”, “No pasarán”, para movilizarse junto a los compañeros de una radio comunitaria de la cual participa. “A las pocas horas éramos alrededor de 100 personas, sobre todo la gente del Movimiento Darío Santillán y la Unión de los Trabajadores de la Tierra, que tiene mucha fuerza en la zona, que son cooperativistas y tienen 9 merenderos. Estaban también las feministas de la radio y algunos maestros. Y habló un compañero boliviano que terminó su discurso diciendo: ¡Viva la Argentina, Viva Cristina!”, reconstruye desde Córdoba cómo fue esa experiencia el viernes 2 de septiembre, cuando en todo el país multitudes se movilizaron en defensa de la democracia, después del intento de magnicidio contra la vicepresidenta.

“Si lo miro con distancia, ese cartel que hice diría que es un panfleto. Uno se educó desde la gráfica con el panfleto, todo lo que fue la gráfica de la vanguardia rusa, los futuristas, el cine alemán; todo eso está en uno”, reconoce Goldgel, un artista con un lenguaje expresionista, que antes de consagrarse por completo a la pintura se dedicó a la psiquiatría y el psicoanálisis.

--El panfleto continúa; es una forma de arte que perdura, ¿no?

--Me gusta el panfleto continúa; es lindo para título…

“Uno sigue capturado por lo que está pasando -analiza-. Volví a ver Taxi driver porque ahí aparece lo que podría ser el factor inspirador del llamado ‘lobo solitario’, el sujeto que se siente vacío y que no encuentra rumbo en esta sociedad desintegrada. Poder marchar en defensa de la democracia en compañía de otras personas te hace sentir que ya no estamos tan solos ni tiramos la toalla”, asegura Goldgel.


El odio a Cristina

La pintora y escultora Guadalupe Marín Burgin intervino una foto de Cristina de joven, en la que mira con intensidad algo y de sus ojos emanan dos rayos con la bandera argentina. La subió a su Instagram y Facebook con el siguiente posteo: “Lo que se ataca es su determinación, la valentía de poner el cuerpo, de usarlo con gran humanidad y con la generosidad necesaria para desencadenar en todes una consciencia capaz de hacer observable lo que cada quien merece para vivir con justicia, libertad y ternura. Lo que se ataca es la posibilidad en cada quien de saberse valioso, capaz y posible. Ese es el temor de ellxs, esa su debilidad, esa nuestra fortaleza. Estar alertas ante el desfile de inhumanidades es central”. La artista que ha trabajado en distintos campos como el diseño, la escenografía, el video, la fotografía y la ilustración destaca que lo central de su intervención es la conjunción de la imagen con el texto. “El odio a Cristina tiene que ver con que lo que les molesta es el otro que tienen al lado. Lo que molesta es que el otro sepa que vale la pena poner su cuerpo en acción para ocupar un espacio que desea ocupar; esa consciencia de que el otro se empodera y se siente capaz de dar cosas. Lo que molesta es que al otro se le resignifique algo. Lo que violenta es que el otro mire y se permita sentir y querer. Eso molesta y violenta mucho. Cristina pone su propio cuerpo en acción; eso es lo interesante y eso es lo que se quiere sacar”, plantea Marín Burgin y admite que la foto que eligió de Cristina le da “mucha curiosidad”. “Me pregunto qué estaría mirando ella en ese momento; ella está mirando algo con una intensidad muy particular”, subraya la artista.


El llamado a la movilización

El artista e ilustrador Federico Geller, exmiembro del GAC (Grupo de Arte Callejero) diseñó el sticker que él denomina “Cristiseñal”, equivalente a la batiseñal, un dispositivo de socorro que permite convocar a Batman, antes del alegato del fiscal Diego Luciani contra la vicepresidenta. “Ya sabíamos lo que se cocinaba y era algo muy obvio para quien vive en este país y conoce la relación perversa entre ciertos medios y buena parte de la justicia. Suponiendo que había que reaccionar de algún modo, armé la Cristiseñal y la empecé a repartir en el momento del alegato, como un mensaje bastante claro de que había un llamado a movilizarnos”, observa el artista y precisa que esos días fueron como una montaña rusa: “pasamos de la bronca con el alegato a cierta alegría de desobedecer; ir a la Recoleta fue un acto de desobediencia para afirmar que ese alegato era una operación política”. Geller advierte que muchas personas no obedecieron lo que proponía el alegato. “Como buena parte de las instituciones argentinas, la justicia está tomada por facciones mafiosas neoliberales; entonces un acto de desobediencia es muy sano. Había mucha alegría colectiva; una masa muy comunicada entre sí que no quería aceptar provocaciones ni ejercer la violencia”. La Cristiseñal comenzó a circular por Whatsapp el lunes 22 de agosto. “Lo que me dio alegría es que me la mandara gente a quien se la mandé y que la incorporó como herramienta comunicacional. O que me la mandara alguien a quien no se la mandé, como si se ese sticker se volviera un anónimo. Los stickers tiene la gracia de ser anónimos. La Cristiseñal la hice como anónimo popular; no es que uno busca que le reconozcan el gesto, sino que es el deseo de que se lo apropie todo el mundo”, expresa el ilustrador.


La magia existe

En los cuadros de Marina Olmi, Perón, Evita, Néstor y Cristina despliegan miradas picarescas y amorosas en un trasfondo que destila humor; las imágenes, que a veces apelan a la iconografía del circo como en “El aro de la abundancia”, “La lealtad” y “Las argollas”, irradian una alegría vital: la alegría contagiosa de ser peronistas. “Después de tres días de manifestar mi apoyo a Cristina, llena de amor y de dolor por la persecución que ejercen los medios y el poder judicial, de soportar la impunidad y la falta de todo código que naturalizamos y aceptamos como realidad, sentí la necesidad de dibujar a Néstor. Soy un canal por donde dejo bajar información e ideas que luego yo organizo. Me pongo al servicio de mi intención genuina y amorosa de ser un puente de luz para iluminar miedos. Yo misma me curo y transformo mis emociones de frustración, dolor y miedo en amor, esperanza y alegría”, revela las circunstancias políticas y emocionales que la impulsaron a dibujar “La magia existe”, un cuadro en el que el expresidente está bajando de su nave con flores en una mano y en la otra con un conejo en la galera. Como artista dice que siente la responsabilidad de transmitir y dar a todo aquel que lo necesite. “Trabajo uniendo este plano en el que estoy con otros más sutiles: cuanto más sutiles, más conceptuales son. Sé traducir esos lenguajes, pero no de manera consciente. Confío y me entrego”, confiesa con entusiasmo. “Como mi deseo no es un fin personal sino para los otros, estoy comprometida con trabajar para transformar y construir para todos; es vocacional dar, cuidar y ayudar, eso me da sentido a mí”, aclara Olmi.

La artista que se exilió durante la dictadura cívico militar, vivió más de viente años en Madrid y volvió definitivamente a la Argentina en 2011 reflexiona sobre las posibles lecturas que puede suscitar su obra titulada “La magia existe”. “La primera es el amor por Cristina -explica Olmi-. La segunda es la magia de Néstor porque él es amor y eso da un poder sobrehumano. La galera es una humorada, como justificando para la gilada que la magia se hace con una galera y un conejo. Néstor nos recuerda que la magia es posible; que la patria es el otro y que el amor vence”. Para la artista es un mensaje de amor y protección y agrega que “el humor es una de las inteligencias más afinadas” porque “implica poder desinfectarse de la realidad para verla con perspectiva”, y define al humor como “un ejercicio muy saludable para poder evolucionar porque requiere de mucha flexibilidad para pensar”.