Carlos Pedro Tadeo Blaquier era el visitante más frecuente del edificio de Estado de Israel al 4457, donde funcionaba la secta conocida como Escuela de Yoga Buenos Aires (EYBA) –que reducía a mujeres a una situación de servidumbre y explotación sexual–. Allí, el hombre –que hoy tiene 95 años– era conocido como “Azúcar”. El apodo no era producto de un derroche de inventiva: Blaquier es el dueño del ingenio Ledesma y como tal es investigado por decenas de secuestros y desapariciones ocurridas en Jujuy en 1976. Blaquier se sentía poderoso en la sede central de la secta: incluso había hecho construir una especie de “palacete” para mantener allí encuentros sexuales con una joven que había sido captada cuando todavía era menor de edad.
En noviembre del año pasado, un testigo de identidad reservada se presentó ante la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex) y habló de Blaquier. Lo describió como “la persona que más frecuentaba el edificio”. De dos a tres veces por semana, el empresario estaba allí.
Blaquier mantenía relaciones con tres alumnas, relató el testimoniante. Alumnas era la forma de llamar a las mujeres que habían sido captadas por la secta y que eran explotadas sexualmente para conseguir réditos económicos para su líder, Juan Percowicz, y sus laderos. El testigo contó que escuchaba llorar a la chica a quien más frecuentaba Blaquier antes de los encuentros. La mujer que estaba a cargo de todo lo que sucedía en el edificio de Estado de Israel, Susana Mendelievich –conocida como “Mendy”-- era quien le respondía que no llorara, que no había tiempo para elegir si le gustaba el lujo.
Blaquier pasaba largo rato en cada una de sus estadías en el edificio de Estado de Israel. Según el testigo, podía llegar a las diez de la mañana e irse a las cinco o seis de la tarde. Para conseguirse cierta comodidad, Blaquier hizo remodelar el edificio y crear una especie de “palacete” –como lo conocían en EYBA–. La chica con la que él se relacionaba dejó de vivir con sus otras compañeras y pasó a vivir sola en el cuarto piso. El departamento era enorme porque Blaquier había adquirido varias unidades funcionales para su comodidad. El lugar se comunicaba con el quinto y sexto piso a través de una escalera interna.
Cuando la Policía Federal allanó el lugar comprobó que lo que había dicho el testigo era cierto. Además, encontró cuadros y fotos del empresario. Esa persona también había relatado que había sillas, servilletas y vajilla con las iniciales de Blaquier. “Es como que él la compró a ella, ella es de él”, afirmó el testigo.
En los allanamientos también se secuestró un diario íntimo de la muchacha, que, al parecer, escribió cuando fue enviada a Estados Unidos para ser explotada sexualmente. En una de sus hojas enumeraba los “contras” de su nueva locación. Entre esas desventajas había escrito: “no palacete”.
Carlos Blaquier, el "Billonario"
La secta tenía un listado de hombres poderosos con los que tenía vinculación. Blaquier estaba en un libro de fichas que llevaba como título “Departamento Novios” y que fue hallado en la casa de Percowicz. Allí tenían una foto suya, una descripción de sus títulos –es doctor en derecho, por ejemplo–, qué obras había escrito y cuáles eran sus gustos. EYBA sabía hasta de cuántos metros era la mansión en la que vivía y en el apartado de patrimonio lo describía como “billonario”. En la ficha, figuraba, además, “novio” de qué alumna era y cuáles eran sus contactos en la escuela.
Había un apartado sobre “tratativas económicas” en el que se decía que desde la creación del “Departamento Novios” pagaba 10.000 dólares por mes más un “upgrade” de 1000 dólares por “otras compañías”. El objetivo que figuraba allí era que Blaquier le comprara un departamento a la muchacha con la que solía mantener relaciones sexuales.
A la secta no le fue nada mal con Blaquier. Cuando allanaron el estudio jurídico de Susana Barneix –procesada como quien le daba una estructura legal a los millones que movía la secta para que pasaran bajo el radar de los organismos de control–, encontraron varias escrituras de 2011. Entre la documentación, había un contrato de renta mensual en favor de la chica por 120.000 dólares libres de impuestos. Ese contrato se actualizaba anualmente según la inflación de Estados Unidos, de acuerdo a lo que explicaron fuentes judiciales, y se extinguía con la muerte de alguno de los dos contrayentes.
En abril de ese año, Blaquier habría ampliado su testamento y aclarado que era su voluntad que se pagaran esos 120.000 dólares de por vida. Ese mismo día le donó a la muchacha 1.000.000 de dólares e hizo otras donaciones por 100.000 dólares. Quienes conocen el expediente explican dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, las donaciones, en realidad, eran pagos. En segundo lugar, la chica no recibía ese dinero sino que pasaba a las arcas de la secta. Por ejemplo, en la oficina de Barneix, se encontraron constancias de “préstamos” que firmaba la chica en favor de ella. Uno de esos “préstamos” se hizo horas antes de que la abogada y Percowicz compraran una camioneta de alta gama por más de 42.500 dólares.
Los tiempos de la justicia
Blaquier se hizo cargo del ingenio Ledesma en 1970, después de que falleciera Herminio Arrieta, el padre de su esposa María Elena "Nelly" Arrieta. Estuvo al frente de la empresa durante toda la dictadura y como tal fue señalado por los secuestros que se produjeron a partir del golpe de Estado y en particular durante una semana de julio de 1976, cuando un corte del suministro permitió que las fuerzas secuestraran a decenas de personas en las localidades de Calilegua y Libertador General San Martín. Los operativos se hicieron con camionetas que proveyó la propia empresa en lo que se conoció como las "noches de los apagones".
Blaquier tuvo un largo reino de impunidad. Recién fue indagado y procesado en 2012 por el juez federal Fernando Poviña, un magistrado que no era de Jujuy. En 2013, la Cámara Federal de Salta confirmó sus procesamientos.
Según una entrevista que dieron dos de sus cinco hijos –”Charlie” y Santiago– en 2015, Blaquier dejó la dirección de la empresa casualmente el año en el que confirmaron su procesamiento. Dos años después, la Cámara Federal de Casación Penal –con los votos de Juan Carlos Gemignani, Gustavo Hornos y Eduardo Riggi– salió al auxilio del empresario y revocó el procesamiento. La Corte Suprema le aplicó cronoterapia a su expediente durante seis años. En julio del año pasado, los supremos Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda y Elena Highton anularon la decisión de Casación y denunciaron que ese tribunal había obstaculizado indebidamente el avance del proceso.
En Comodoro Py, ahora Blaquier apareció vinculado a una organización que reducía la servidumbre a personas. Por este caso, la fiscal Alejandra Mángano –titular de la PROTEX– y su colega Carlos Stornelli pidieron 19 procesamientos, que el juez Ariel Lijo dictó el jueves. Según los investigadores, Blaquier acudió al edificio de Estado de Israel hasta al menos 2014. La presunción es que –en línea con los contratos que se hallaron– es que siguió pagándole a la secta.
Si Blaquier continuó yendo hasta 2014 o aún un tiempo después, ese hecho demostraría que el empresario estaba también en condiciones de sentarse en el banquillo para entonces. Es decir que, si la Casación no se hubiese involucrado indebidamente en el expediente, Blaquier podría haber sido juzgado en tiempo y forma.
Después de que la Corte desempolvó su expediente por crímenes de lesa humanidad, su defensa alegó que el empresario no está en condiciones de afrontar un proceso penal. El Cuerpo Médico Forense (CMF), que depende del máximo tribunal, dijo que tenía un deterioro cognitivo que lo volvía incapaz de sentarse en el banquillo. Los peritos de la Secretaría de Derechos Humanos coincidieron. Otras querellas, como el Comité para la Defensa de la Salud, la Ética y los Derechos Humanos (Codesedh) y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), rechazaron, en cambio, el informe y reclamaron que se lo juzgue. Lo mismo que el Ministerio Público Fiscal. La Cámara de Casación le ordenó al tribunal de Jujuy-- que lo había separado del juicio-- que reitere los estudios para determinar cómo está la salud de Blaquier, que siempre supo gozar del sabor dulce de su impunidad.