El superclásico opaco, desteñido, mal jugado y con demasiadas tensiones defensivas no era decisivo. Pero si podía perfilar cual de los dos gigantes quedaba en mejores condiciones de dar pelea por el título de campeón de la Liga Profesional. Y fue Boca, el que salió mejor parado. El triunfo por 1 a 0 ante un River decepcionante extendió a ocho los partidos que lleva sin perder entre el campeonato y la Copa Argentina y lo dejó a sólo dos puntos del líder Atlético Tucumán (34 a 32) a falta de nueve partidos para el final.
La escasa consistencia de los tres equipos que lo anteceden en la tabla (Atlético Tucumán, Gimnasia Esgrima La Plata y Huracán) ninguno de los cuales ganó en esta fecha, le dio vía libre a los sueños boquenses de volver a salir campeones y de establecer un nítido dominio de las competencias del medio local. Boca se impuso en tres de los últimos cuatro torneos que se jugaron (Copa Maradona, Copa Argentina y Copa de la Liga) y después de su cuarto triunfo consecutivo, los jugadores, el cuerpo tecnico que lidera Hugo Ibarra y los millones de hinchas empiezan a creer que el 23 de octubre, cuando habrá de jugarse la última fecha, es posible dar una nueva vuelta olímpica.
Conste que a Boca no se le cae el fútbol de los bolsillos, ninguna de sus individualidades emite un brillo enceguecedor y tampoco el funcionamiento colectivo rompe los ojos. En todo caso, da la impresión de que después de la fase autodestructiva que atravesó por su temprana eliminación de la Copa Libertadores a manos de Corinthians y las salidas intempestivas del técnico Sebastián Battaglia y el capitán Carlos Izquierdoz, los jugadores han dejado de enroscarse en la interna con el Consejo de Fútbol y de pelearse entre sí y se han dedicado a jugar. Los números reflejan ese cambio de planes.
Boca limó las amplias ventajas que le llevaban los punteros y se puso a tiro de un campeonato que luego de aquel papelón en Paraná ante Patronato, la mayoría daba por terminado. Lo dicho: su juego no enamoró ni enamora. Y tal vez nunca llegue a hacerlo. Pero tener a Boca respirándoles la nuca, representa una complicación para equipos como Atlético Tucumán, Gimnasia y Huracán que tampoco se sabe bien cuanto tienen para definir el campeonato en las jornadas finales.
La importancia del superclásico era esa: definir cual de los dos iba a dar el salto más largo para pelear el campeonato. Y lo dio Boca. Con muy poco, con el gol de cabeza de Benedetto y acaso, con una mayor convicción ganadora que River, le alcanzó para ganar y encender una ilusión que se creía apagada. Ya vendrá el tiempo de jugar mejor.