El apoyo que Italia viene exigiendo a sus vecinos para hacer frente al masivo arribo de refugiados a su territorio fue escuchado finalmente. La Unión Europea (UE) ofreció más fondos para aplacar la llegada de migrantes por el Mediterráneo y advirtió que las organizaciones privadas de rescate que operan en las costas de Libia deberían revisar sus operaciones para no alentar a la gente a intentar la peligrosa travesía. Como parte de un plan de acción para frenar los desembarcos a través del Mediterráneo central, la Comisión Europea (CE) dijo que ayudará a Roma a elaborar un código de conducta para las ONG que llevan a cabo operaciones de búsqueda y rescate de migrantes en esa ruta. La autocrítica en el bloque llegó de la mano del nuevo primer ministro francés, el conservador Édouard Philippe, quien consideró ante la Asamblea Nacional que Francia no actúa correctamente en la crisis migratoria. Según estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), el número de refugiados que atravesaron el Mediterráneo desde el 1° de enero superó los 100 mil. Italia es el principal país de llegada de los migrantes en lo que va del año.

La CE, el órgano ejecutivo de la UE, anunció el desembolso de 35 millones de euros adicionales para Roma, en respuesta a la exigencia italiana de que sus vecinos la ayuden a repartirse la carga de los miles de migrantes que todas las semanas llegan a sus costas en precarias embarcaciones desde el norte de África. Además, la CE anunció un plan de acción para poner en marcha medidas inmediatas que ayuden a reducir drásticamente la llegada de migrantes a Italia por el Mediterráneo central, una propuesta que se discutirá los próximos jueves y viernes en una reunión de los ministros del Interior de la UE en Estonia.

Entre otras acciones, Bruselas se comprometió a ayudar a Italia a elaborar un código de conducta para las ONG, algo que Roma había reclamado después de que estas organizaciones hayan sido acusadas de animar a la inmigración con su presencia e incluso de colaborar con los traficantes. El vicepresidente primero de la CE, Frans Timmermans, dijo que ese código ofrecerá claridad y ayudará a resolver los malentendidos que se pueden producir en relación con las condiciones en las que deben operar las ONG.

Timmermans está convencido de que las ONG actúan con buenas intenciones, pero indicó que hay que asegurar que en la ejecución de sus intenciones no se crean problemas adicionales o el riesgo de accidentes en el mar. El gobierno italiano a llegó a pedir en las últimas semanas que otros países como Malta, Francia o España, abran sus puertos como señal de solidaridad.

Ayer, la CE urgió a Italia a intensificar los retornos de los migrantes que no tienen derecho a permanecer en territorio europeo aplicando procedimientos acelerados.

Por otra parte, Bruselas se comprometió a reforzar la capacidad de las autoridades libias para gestionar la migración, así como a apoyar la creación de un centro marítimo de rescate y coordinación en Libia y a poner en marcha desde ayer un nuevo ejercicio destinado a reasentar a refugiados desde Libia, Egipto, Nigeria, Etiopía y Sudán. También indicó que trabajará con Libia para reforzar los controles en la frontera sur e intensificará la labor para asegurar acuerdos en materia de readmisión con los países de origen y de tránsito.

A los países de la UE les pidió que aceleren la acogida de demandantes de asilo desde Italia, que avancen hacia la reforma del sistema europeo de asilo común y que aporten más fondos al Fondo Fiduciario de Emergencia para África. Timmermans aseguró que Bruselas presionará a los países en la reunión de ministros del Interior en Tallin, la capital estonia, para que den muestras de solidaridad. 

Amnistía Internacional (AI) criticó el plan de Bruselas. “Hace poco para abordar la situación del Mediterráneo central y la falta de solidaridad europea. En lugar de proponer que más inmigrantes sean detenidos y que sean retornados con mayor celeridad, los líderes de la UE necesitan de una vez por todas adoptar una acción real para prevenir las muertes en el mar”, dijo Iverna McGowan, de AI.

El sinceramiento sobre la posición adoptada por los principales países europeos llegó de la mano del primer ministro francés, Édouard Philippe. “Dada la situación, Francia fue incapaz de cumplir con sus obligaciones jurídicas y morales con los refugiados”, afirmó el premier galo en su declaración gubernamental en el hemiciclo. Por esta razón, Philippe anunció que su gobierno presentará nuevas medidas la próxima semana. El premier, quien integraba el partido conservador Los Republicanos –del que fue expulsado al aceptar su nominación al frente del Ejecutivo– presentó ayer su programa de gobierno. En Francia, los solicitantes de asilo se ven obligados a esperar durante mucho tiempo y a veces en condiciones vergonzosas a que se resuelvan sus solicitudes, mientras que los rechazados son expulsados del país en muy raras ocasiones, explicó Philippe.

Por otro lado, el número de migrantes y refugiados que atravesaron el Mediterráneo desde el 1 de enero alcanzó los 101.210, menos de la mitad de los que consiguieron llegar por mar hasta Europa en el mismo periodo del año pasado, dijo ayer la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Italia recibió en los seis primeros meses del año a más de 85.183 inmigrantes, seguido de Grecia, a donde llegaron 9.290, invirtiendo completamente la tendencia de 2016. El año pasado lograron desembarcar en las costas de las islas griegas 158.527 inmigrantes, mientras que a las de Italia llegaron 71.279 personas. Una de las principales razones para este cambio es que Turquía fue el país de partida más utilizado por los que se dirigían a Grecia, pero las salidas de embarcaciones con migrantes cayeron fuertemente tras un acuerdo alcanzado por el gobierno turco y la UE en marzo de 2016 para frenar el flujo migratorio. Las llegadas por mar a España también se incrementaron considerablemente en lo que va del año, pasando de más de 1.300 a más de 6.400. Las estadísticas de la OIM consideran los fallecidos en las tentativas de cruzar el Mediterráneo, en la mayoría de los casos de Libia hasta Italia, una ruta en la que perdieron la vida 2.501 personas desde inicios del año.