El exjuez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni advirtió este lunes que, a lo largo de la historia, los diversos magnicidios que tuvieron lugar fueron llevados a cabo por “borderlines”. Este término se refiere a un trastorno límite de la personalidad, una patología que se sitúa en el límite entre la neurosis y la psicosis. O, en las propias palabras del jurista, “neuróticos muy graves, sujetos que creen en su megalomanía”.
Zaffaroni explicó que es justamente esta característica de los autores —que emergen de “grupos extremistas” y creen que obtendrán “fama” y “salvarán a la humanidad''— de los crímenes lo que los vuelve muy poco predecibles.
“No son todos los del grupo extremista, sino algunas personas que presentan esta característica. Puede haber parejas criminales. Allí hay alguien que manda y alguien más o menos sometido. Esta característica es general a lo largo de la experiencia histórica”, apuntó.
El magnificio de Abraham Lincoln
“Por ejemplo, John Wilkes Booth, que asesinó a Abraham Lincoln, en 1865. Era un actor fracasado que pensaba que lo aclamarían como héroe y se fue desilusionando a lo largo de su accidentada fuga. En todos lados se comentaba su nombre como el de un asesino. Fue descubierto y muerto en una granja”, comentó.
El ataque a Paul Doumer
Y continuó con el repaso histórico: “En 1932 Paul Gorgulov disparó contra el presidente de Francia Paul Doumer que a las pocas horas falleció. Decía que todo el mundo lo iba a admirar, que iba a surgir una protesta que iba a generar un cambio en todo el mundo político”.
El asaesinato de Sadi Carnot
“En 1894 dieron muerte al presidente Sadi Carnot, decían que de ese modo se iban a vengar porque era el presidente el que representaba a la sociedad burguesa. Más tarde se dirigió al jurado amenazándolo”, siguió.
El crimen de Jean Jaurès
“En 1914 asesinan a Jean Jaurès, su asesino aseguró que de ese modo defendía a Francia contra quien era un aliado de Alemania. En 1894 dieron muerte la emperatriz de Austria, lo hizo un joven que identificó a la víctima con la madre que lo había abandonado, contra la que alimentaba un sentimiento de amor y locura”, finalizó.
Para Zaffaroni, este repaso muestra que “los borderlines, a diferencia de las conspiraciones, no se pueden prevenir”. Y advirtió con preocupación: “La publicidad sobre los autores los hace famosos. La triste fama que buscan puede llamar a otros borderlines”.