El Hospital Garrahan diseñó medicamentos magistrales para bebés con VIH. Se trata de fórmulas que la industria farmacéutica desarrolla en cantidades ínfimas (o directamente ya no lo hace) y que la institución, a pedido del Ministerio de Salud, comenzó a fabricar con el objetivo de garantizar un mayor acceso. En concreto, se produjeron 600 cápsulas de Nevirapina (12mg) y de Abacavir (jarabe), que usualmente son recetados y operan como antirretrovirales en pacientes pediátricos. Vale destacar que el primero ya está siendo distribuido con criterio federal.
Los medicamentos, diseñados desde el área de Farmacia del hospital pediátrico, serán empleados tanto como método de profilaxis así como para el tratamiento de la patología. “Servirá para uso preventivo y para tratamiento. Mientras que en el primer caso se suministra a niños y niñas que potencialmente podrían adquirir VIH porque su madre tiene la enfermedad (por lo que están expuestos); en el segundo, los bebés ya son positivos de VIH. Dependiendo de uno u otro caso, el suministro será distinto y por una cantidad de días específica”, explica Soledad Salgueiro, farmacéutica y parte del equipo que lideró el proyecto impulsado por Fabián Buontempo.
Si bien el medicamento ya existía en forma de jarabe, la producción se frenó. “Lo que nosotros hicimos fue diseñar las cápsulas y el jarabe aquí en Argentina con la meta de responder al tratamiento de los pacientes recién nacidos”, apunta la especialista. Y luego especifica: “Es un mismo principio activo, la Nevirapina, en distintas presentaciones farmacéuticas. Nosotros puntualmente hicimos el jarabe y las cápsulas”. Se trata de cápsulas mucho más chicas que las disponibles en el mercado: se confeccionaron unidades de 12mg (adaptadas al peso de los recién nacidos), cuando las que en el presente existen son de 50mg.
Vale destacar que el VIH puede transmitirse de una madre seropositiva a su hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia materna (es decir, por transmisión perinatal); a diferencia de la mayoría de los jóvenes que se contagia a partir de transmisión sexual. Según la Organización Mundial de la Salud, en 2021, había 28,7 millones de personas infectadas por el VIH en tratamiento con antirretrovíricos en todo el planeta. Sin embargo, solo la mitad de la población de niños, niñas y adolescentes con VIH recibía el tratamiento correspondiente. A nivel doméstico, según datos aportados por el Ministerio de Salud, hay 883 niños, niñas y adolescentes menores de 16 años con VIH.
Una fórmula magistral para una terapéutica huérfana
“Se la denomina formulación magistral porque busca responder a una terapéutica huérfana. Desarrollamos un medicamento con el propósito de solucionar la falta de acceso, en la medida en que los laboratorios no la producen a escala industrial”, comenta Salgueiro. Y continúa con la enumeración de las razones: “El mercado no suele producir medicamentos de uso pediátrico, en algunos casos, porque no se realizan las pruebas clínicas suficientes, o bien, porque no son rentables. Otras veces, simplemente, se trata de una lógica mundial difícil de entender: una compañía decide interrumpir directamente la fabricación de un medicamento en una determinada presentación. Se dejan de hacer jarabes o pomadas porque no hay la suficiente demanda”.
De esta manera, como relata Salgueiro, los laboratorios dejan de brindar una respuesta para la población que requiere dichas drogas. A ello se suma un problema estructural: los fármacos que se emplean para tratar la enfermedad en la población adulta, en muchos casos, no sirven para los pacientes pediátricos. Sencillamente, los niños no son adultos pequeños: como todos crecen a diferentes ritmos, la dosis de un medicamento puede depender del peso y no de la edad. Tomarlos según las indicaciones y con constancia, es clave para que las personas con VIH puedan vivir una vida más larga y sana, y reduzcan el riesgo de transmisión viral a otras personas.
Asimismo, un obstáculo adicional se presenta en el proceso de ensayos clínicos, que evalúan la seguridad y la eficacia de las formulaciones. En las poblaciones pediátricas, infantiles y juveniles, las pruebas no son tan corrientes como en los adultos. Por lo tanto, escasean las soluciones provenientes desde los laboratorios para las necesidades de estos grupos etarios.
Cuando el mercado se retira, el Estado se presenta
La iniciativa exhibe lo fundamental que resulta la producción pública de medicamentos, como vía para democratizar las condiciones de acceso a formulaciones que, de otra manera, resultan inaccesibles, en este caso, para los más pequeños y pequeñas. Mientras que las farmacéuticas se rigen por las reglas del mercado, el Estado y sus diferentes áreas especializadas priorizan la salud pública.
“Cuando el mercado no responde, debe estar el Estado. En el Hospital producimos más de 160 fórmulas. La mayor parte de los problemas con los tratamientos se genera cuando salen de la institución y se van a sus domicilios con tratamientos ambulatorios. Muchos se vuelven a sus provincias y las distancias que deben recorrer para llegar a Buenos Aires son enormes. Por eso, es una buena noticia que a través de proyectos como este los medicamentos logren llegar a todos los puntos del país”, remata la especialista a cargo.