Hace muchas décadas (de hecho desde 1978) existe el concepto de biología de la conservación como un espacio de acción, pero solo hace unos 20 años se hizo más frecuente escucharlo en nuestra región. Incluso podemos identificar eventos puntuales que marcaron hitos en la conservación en el NOA. Quizás los más recordados por su cobertura periodística fueron: la desafectación de áreas protegidas para su venta al final del gobierno de Juan Carlos Romero en 2004, el conflicto sobre los yaguaretés con collares satelitales en 2005, y el Ordenamiento territorial de Bosques desde 2010. En la última década se sumaron la tasa acelerada de transformación de humedales en los Andes impulsada por la minería de litio, los incendios de bosques nativos y el negocio inmobiliario como principales potenciadores de la crisis ambiental.
Pero volvamos al concepto de biología de la conservación, cuál es su definición e importancia. Como base, la biología de la conservación no está definida como una disciplina científica, sino lo está por su principal objetivo; detener o reparar el daño innegable que se está causando a los ecosistemas, a la biodiversidad, como resultado de la relación de los humanos con el ambiente. La ciencia, en especial la ecología, es la que genera la información de base para entender los procesos y el funcionamiento de los sistemas vivos sobre la que se desarrollan las herramientas para conservar. Entonces las ciencias aplicadas como la agricultura, la silvicultura, el ordenamiento del territorio, la gestión de la vida silvestre y la gestión de la pesca, entre muchas, son la base para informar a los políticos y activistas para que tomen las decisiones correctas y apoyen la causas correctas en el marco de un desarrollo sustentable a largo plazo. Como se ve, la conservación no se opone al desarrollo humano, pero sí marca límites reales y aclara cuáles son las consecuencias.
Otro punto clave a tener en cuenta para entender el impacto de la biología de la conservación en procesos socioeconómicos y políticos, es su enfoque global que incluye el rango completo de todas las especies, sus interacciones, sus funciones, sus hábitats y sus linajes filogenéticos, y no se centra en el manejo de especies individuales. Es importante incorporar la idea de un entendimiento integrado de la ecología en donde los humanos somos un elemento más de la red planetaria. En este marco es que podemos entender por qué se habla del impacto de la economía China en la conservación de los humedales altoandinos o del Chaco salteño.
Esta concepción integral y jerárquica de la biología de la conservación nos permite entender las causas de la actual crisis ambiental. La Biodiversidad es la base sobre la cual se deben tomar decisiones en producción, salud, economía y sociedad, no a la inversa. El bienestar humano depende de una funcionalidad adecuada de los ecosistemas que nos sostienen, interpretar que los humanos estamos aislados en un plano aparte es el primer error. Esta concepción errónea genera que, incluso a niveles de decisiones políticas, se ponga al ambiente por debajo de producción y la economía, en otras palabras, es como poner los cimientos encima de la casa. Cuando entendamos esta relación jerárquica comprenderemos que nunca un ministerio de producción puede tener por debajo a una secretaría de ambiente, como es el caso de la provincia de Salta.
Ahora que comprendemos que conservación incluye desarrollo analicemos la falsa premisa de que conservar no es viable desde lo económico. Como primer punto, aunque repetitivo, toda la producción agropecuaria depende de un correcto manejo de la biodiversidad. Ejemplos sobran y van desde procesos en el suelo hasta la polinización y control de poblaciones de especies de importancia fitosanitaria y veterinaria. Esto son los denominados servicios ecosistémicos, o sea bienes y servicios provistos por la naturaleza para el bienestar humano. Quizás el mejor y más claro ejemplo, por su impacto local, es el turismo en ambientes naturales. Una elevada biodiversidad asegura un mejor inventario de especies a observar. Incluso en muchos países empresas privadas y cooperativas locales están generando estrategias en sistemas naturales para agregarle valor al servicio turístico. Como ejemplo práctico un paquete turístico para la observación de yaguaretés en el pantanal brasilero implica una erogación de varios miles de dólares, y actualmente es posible por el desarrollo de planes de conservación originados en la misma comunidad ganadera del pantanal.
Como vemos, la conservación de la biodiversidad es el concepto clave para un verdadero desarrollo sustentable y bienestar de nuestra sociedad, implica una revisión profunda como sociedad, sobre todo nuestra actual forma de consumo. Es interesante lo que dijo Holmes Rolston III en 2020 sobre la conservación de la biodiversidad, el filósofo de la ciencia y ministro presbiteriano, profesor en la Colorado State University: escribió: “Ahora hay algo nuevo, nunca antes visto en la Tierra durante sus miles de millones de años de evolución. El ser humano ha comenzado a establecer la conservación de la biodiversidad en la Tierra como un objetivo moral y social”.
*Doctor en Biología, investigador y docente de la Cátedra de Biología de la Conservación, Facultad de Ciencias Naturales y Consejo de investigación de la Universidad Nacional de Salta