La preocupación número uno del ministro de Economía, Sergio Massa, es corregir los números de la inflación para lograr un camino de baja sostenida, que debería tener en septiembre un número aceptable como inicio de ese proceso. En este escenario, y con el número de agosto ya jugado por encima del 6 por ciento (el INDEC dará a conocer el IPC este miércoles), el Gobierno recibió hace unas semanas a los 6 gigantes del consumo masivo para dejarles un mensaje directo: “No hagan locuras con los precios”, les dijeron. Y reclamaron que en septiembre los precios de los alimentos y bebidas estén por debajo del indicador general de inflación.
No es casual el pedido, dado que el Gobierno viene observando que la dinámica de las remarcaciones sigue fuerte e injustificada, sobre todo por fuera de la esfera de los grandes supermercados. A tales fines, Massa y el secretario de Comercio, Matías Tombolini, citaron días atrás a un grupo importante de empresas para ordenar el frente. Estuvieron allí las nacionales Mastellone (La Serenísima), Arcor y Molinos; y las multinacionales Quilmes, P&G y Unilever. En una primera etapa, el propio Massa charló con las seis empresas en su conjunto, y luego Tombolini hizo un abordaje uno a uno de los casos particulares.
En los encuentros del secretario con las empresas, se analizó además el ritmo de importaciones. El Gobierno viene haciendo un juego de pinzas con todas las empresas que manejan precios y además importan, para relacionar el cumplimiento en la góndola con la habilitación de divisas para el comercio exterior. De todos modos, y según contaron a Página I12 fuentes presentes en esos encuentros, hubo movimientos más duros de las empresas de capital nacional que de las extranjeras.
Arcor, Molinos y Mastellone, si bien no confrontaron, son las más sensibles en la góndola y hace tiempo vienen diciendo que sí a los pedidos del Gobierno, pero en los papeles la situación es otra. En paralelo, como las multinacionales dependen más de las importaciones, son más cuidadosas y se mostraron más dispuestas a colaborar.
Los encuentros se hicieron en dos partes. Antes de viajar a Estados Unidos, Massa, junto a Tombolini y el presidente del Banco Central (BCRA), Miguel Pesce, convocaron a los presidentes de las empresas antes mencionadas. Les descartaron que el Gobierno vaya hacia un congelamiento de precios, pero les pidieron "compromiso, colaboración y un esfuerzo con cumplir con el abastecimiento". Y que eviten picardías que "no tienen nada que ver con los aumentos de costos actuales".
Una semana más tarde, Tombolini los vio uno a uno junto a Germán Cervantes, el encargado de las cuestiones vinculadas a las importaciones dentro de la secretaría de Comercio. "Acompañen", les pidió, esta vez, a los gerentes de las firmas.
El Gobierno también negocia con las empresas un nuevo programa de Precios Cuidados para anunciar en octubre, que tendrá menos producto pero de mejor calidad y con más controles. Una canasta que se inspiró en las primera de Augusto Costa en la cartera de Comercio. El problema radica en que, de nuevo como cuando Martín Guzmán era ministro, está habiendo un desborde de aumentos de precios en los comercios de cercanía (chinos y almacenes), que son el 80 por ciento del consumo total.
En ese contexto es que el Gobierno intenta por la vía política resolver un problema que, hasta ahora, no ha logrado a través del apoyo de los sectores empresarios.