Los efectos de la pandemia de coronavirus se están descubriendo, analizando, mensurando. Los adultos mayores de 60 años no sólo integraron los grupos con factores de riesgo por su salud física. Además, el confinamiento y las restricciones de movilidad cercenaron sus vínculos con la familia, uno de los grandes sostenes en esa etapa de la vida. Dos de cada diez personas mayores empeoraron su salud en 2020, mayormente varones de estratos medios profesionales y en hogares multipersonales. Una de cada cuatro personas mayores vive en hogares con pobreza estructural.
Los datos surgen de un estudio conjunto del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) y la Fundación Navarro Viola. “Entre el 2017 y el 2019, el valor aproximado de las personas mayores que no asistían a una consulta médica anual eran solo 8 por ciento, valor que se incrementó notoriamente en 2020 llegando al 42 por ciento; pero ese déficit en consulta se comenzó a achicar en el 2021, cuando se reporta el 28 por ciento”, explicó Solange Rodríguez Espínola, investigadora de la UCA y una de las autoras del informe “Condiciones de vida de las personas mayores (2017-2021). Vulnerabilidades en clave de pandemia por Covid-19".
Además el informe muestra la situación actual de los adultos mayores. El dato mas impactante tiene que ver con pobreza: una de cada cuatro personas mayores vive en hogares con pobreza estructural.
Medicos y ejercicio
De acuerdo al relevamiento basado en una encuesta compuesta por 5.760 hogares por año pertenecientes a conglomerados urbanos de 80 mil habitantes o más de todo el país, dentro de los cuales se releva población de 18 años o más, incluyendo unos 1.300 mayores de 60 años por año, dos de cada diez personas adultas mayores no realizan al menos una consulta médica anual y siete de cada diez -cinco millones de argentinos de más de 60 años- no realizan actividad física al menos una vez a la semana.
"El déficit de consulta médica tiene que ver con la accesibilidad a la atención de los centros de salud, que han tenido restricciones durante la pandemia que todavía no se han normalizado, tanto en el sector privado como público”, explicó a Télam Rodríguez Espíndola. Esta forma de descuidar la propia salud es más frecuente entre los varones, personas de menor nivel educativo - y aquellas de menor nivel socioeconómico.
En cuanto al déficit de actividad física en términos de la OMS, es decir, “cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que exija gasto de energía” incluyendo instancias de juego, trabajo, desplazamiento, tareas domésticas y actividades recreativas; el 73 por ciento de los adultos mayores no hace alguna actividad física al menos una vez a la semana.
El estudio muestra que el déficit de actividad física también es alto en menores de 60, pero se incrementa en 12 puntos porcentuales entre los que pasaron ese límite etario y esa carencia es más pronunciada otra vez entre las personas que no terminaron el secundario (83 por ciento versus 63), entre quienes pertenecen al estrato socioeconómico más bajo (86 por ciento versus 56 por ciento del estrato ‘medio alto’) o viven en el conurbano bonaerense (79 por ciento versus 55 por ciento de la CABA).
“El déficit de actividad física en los adultos mayores que desde el 2017 se había mantenido en torno al 70%, asciende casi al 80% en 2020, lo cual se explica porque salir a la calle era lo que estaba mayormente condicionado durante el aislamiento, no había disponibilidad para ir a un gimnasio u otros espacios para el movimiento mientras se expandía el teletrabajo (entre los que realizaban actividades productivas)”, explicó Rodríguez Espínola.
El informe también muestra que para el período 2017-2021 la sensación de sentirse “poco o nada feliz” es levemente más frecuente entre los mayores de 60 (15 por ciento contra el 13 por ciento). No obstante, Rodríguez Espínola explica que, si se compara 2020 con 2021, se pone en evidencia que la "infelicidad en personas mayores aumenta llegando casi al 18 por ciento” en el segundo año de pandemia, después de haber descendido paradójicamente en 2020.