Desde hace ya un tiempo no teníamos novedades de Siouxsie Sioux, la proclamada reina gótica, aunque ella rezongue por esta etiqueta, alérgica a que la encasillen y la reduzcan a una caricatura. No debería sorprender, empero, que se haya hecho presente por estas fechas, cuando orilla una festividad pagana que le sienta como guante de seda siendo -como es- “la sacerdotisa distante y monocromática que definió una subcultura”, en palabras de cierta crítica inglesa. Y es que el 21 de octubre, apenas 10 días antes de que se celebre Halloween -o la noche de los muertos, la noche de las brujas- habrá soundtrack ideal al alcance de las libras esterlinas: All Souls, un disco recopilatorio que resucita algunos de las canciones más míticas de Siouxsie and the Banshees, su banda pospunk de culto.

Según se ha adelantado vía comunicado oficial, el LP -disponible en vinilo y digital- constará de 10 temas; una selección curada por la mismísima artista y remasterizada a media velocidad (en pos de garantizar el mejor registro posible) por el especialista Miles Showell, reputado mastering engineer de los estudios Abbey Road. Con Sioxsie supervisando atentamente el proceso, todo sea dicho; también el arte de tapa de un LP que promete “clásicos y rarezas”, cuya portada presenta una -estilizada- caléndula de pétalos anaranjados: una de las ofrendas más comunes que mexicanos y mexicanas dejan en las tumbas de sus seres queridos durante la mentada celebración.

Siouxsie and the Banshees

Entre los clásicos inoxidables, figura Spellbound, tema originalmente publicado en el gran Juju: cuarto disco de Siouxsie and the Banshees, de 1981, que rebosa de hechizos, terror psicológico, crimen, vudú… También se (re)publica Peek-A-Boo, del álbum Peepshow (1988), un track que nació por un error: el productor Mike Hedges accidentalmente tocó una pista al revés y a Siouxsie le gustó tanto que escribió una canción a partir de ese bucle. En sus días, la crítica se mostró tan embelesada como desconcertada; la revista especializada Melody Maker, por caso, elogió el tema definiéndolo como hip-hop… de la década de 1930. En fin, apenas un par de ejemplos de los tesoros que depara All Souls, que abre con Fireworks para más precisiones, single del ’82, en versión extendida; e incluye canciones como We Hunger (del disco Hyæna, 1984) y The Sweetest Chill (de Tinderbox, 1986), entre otros.

Sobra decir que su séquito de fans ha celebrado a viva voz este lanzamiento que, en cierto modo, reencuentra con la díscola Siouxsie, que en la última década se ha mantenido prácticamente en las sombras (presumiblemente de Francia, cerca de Toulouse, donde seguiría viviendo con sus gatos), salvo contadas excepciones. Una de ellas fue la salida de la sugerente Love Crime, maravilla de canción que compuso y grabó para la adaptación televisiva de Hannibal en 2015, en colaboración con el músico y productor Brian Reitzell, donde continúo ampliando su paleta musical, guiada aún por esa visión temprana de querer “crear una atmósfera de tensión con mi música, al modo que Hitchcock lo hiciera en el cine”.

Lo cierto es que, con los Banshees, supo conjugar el glam rock, el krautrock, el pop, hacedora de un pospunk sofisticado plagado de obsesiones y pesadillas que evoca un universo inquietante decididamente original y vanguardista, tanto en sus letras como en sus melodías. A modo de resumen, en el ’78, el grupo publica su sencillo debut, Hong Kong Garden, y el suceso es rotundo. Le sigue el notable álbum The Scream, del mismo año, al que -varias formaciones mediante, invariables Sioux y Severin- lo suceden otros discos: Join Hands, Kaleidoscope, el aclamado Juju, A Kiss in the Dreamhouse, Hyæna, Tinderbox, Through the Looking Glass, Peepshow, Superstition y el último trabajo de estudio del grupo previo a disolverse en el ’96: The Rapture (1995), en parte coproducido por John Cale. En paralelo, Siouxsie funda junto al baterista de la banda (Budgie, con el que al tiempo se casaría, y al cabo de unos años se divorciaría) el dúo The Creatures, donde dan rienda suelta a -todavía más- experimentación. Y en 2007, lanza su primer largaduración como solista (y de momento, el único): Mantaray.

No está de más recordar que Susan Dallion (tal su nombre de bautismo, nacida en 1957) ya era una figura en el circuito previo a irrumpir como artista en la escena musical. Fue una de las groupies de la pandilla Bromley Contingent, rótulo que le endilgó la prensa al círculo de fans más fieles de los Sex Pistols; de estética radical, en su mayoría chicos y chicas de los suburbios. En esas andaba cuando, enterada del evento “100 Club Punk Festival” de septiembre del ’76, le pide participar a Malcolm McLaren. Y con 19 años debuta su flamante banda, entonces Suzie and the Banshees, nombre que -al parecer- hace honor al film de terror Cry of the Banshee (donde Vincent Price se pone en la piel de un lord tirano en cruel cruzada: la encarnizada caza de brujas). Banshee es además un espíritu femenino del folclore irlandés, que anuncia muertes a través de alaridos, gritos, lamentos, referencia que también le sienta estupendamente. El Siouxsie Sioux que la identificaría a ella, por cierto, sería un homenaje a la tribu siux: la chica Ballion, de invariable look full black que oscila entre el bondage y el gótico, detesta a los vaqueros.

Ya de chicuela, Susan ella apela al disfraz para evadirse, para crear mundos imaginarios frente a la compleja situación del hogar (la madre se pasa el día entero trabajando, el padre es alcohólico y está desempleado): juega a ser una indiecita con sus gatos, se calza tacones y pretende ser Bette Davis… Pero volviendo a la legendaria presentación en el mentado festival punk, el grupo no ha compuesto ni media canción pero se planta en el escenario con una seguridad apabullante, y encandila al público con su set estridente, abrasivo, improvisado. La líder y sus compañeros de equipo -Steve Severin en bajo, Marco Pirroni en guitarra y Sid Vicious en batería- interpretan ¡durante 20 minutos! el Padre Nuestro, mechando pasajes de Knocking On Heaven’s Door de Dylan y Das Deutschlandlied, himno de Alemania. “Básicamente queríamos molestar tanto que nos terminaran echando a patadas”, diría ella sobre este momento de arte punk primitivo, deliberadamente caótico.