El Teatro Bravard cumple 15 años de existencia y lo celebra con un festival en su nueva sede del barrio de Chacarita (Guevara 326). La programación incluye obras, ciclos, proyecciones, charlas y workshops, con la participación de más de 70 artistas. El espíritu del encuentro refleja las dos aristas que hacen a la historia y cotidianidad de la sala: "Escuela, usina y lugar de circulación de conocimiento, y teatro independiente", sintetiza Matías Feldman, su fundador junto a Santiago Gobernori.
Bravard es uno de los espacios surgidos en el circuito porteño en una época en que había una explosión de teatros independientes que aparecían, funcionando en un principio en la clandestinidad. Esos teatros, a los que se ha englobado como "off del off", conformaron la agrupación Escena para conseguir cambios en la legislación y así poder funcionar con tranquilidad. Había un imperativo para les artistas: "Generar tu propio espacio para producir de manera particular", evoca Feldman.
Con Gobernori llevaban años dando clases en espacios alquilados, al tiempo que ambos ya producían espectáculos. "De 2000 a 2010 la cantidad de obras se multiplicó, también la gente haciendo teatro. Ya no era tan cómodo ir a hacer obras a un teatro independiente, tener que ver cómo poner la escenografía, al mismo tiempo dar clases... entonces decidimos poner nuestro propio teatro. Post Cromañón no había manera de habilitarlo. No teníamos contención alguna. Y con Escena hubo toda una movida para generar nuevos espacios y lógicas de producción", relata el director, dramaturgo y pianista cuyas "pruebas" --un tipo de trabajo que le escapa a la obra tradicional-- se vieron en los últimos años en el ámbito oficial.
"Queríamos probar un estilo de producción distinto a lo que se venía haciendo. Las salas independientes empezaron a tener una relación muy directa con el éxito, en cuanto a reclamar público. Apareció la gente de prensa, los subsidios estaban demasiado presentes... quisimos probar esto de tener una escuela y un espacio que generara producciones con lo que teníamos a mano", añade Gobernori. Las primeras obras de los directores --Aspero y Reflejos-- tenían sólo sillas como escenografía. "Y algún elemento más. Ni siquiera tenían luz de teatro", recuerda el director. "Las muestras de nuestros alumnos comenzaron siendo así. Es algo que se hizo característico: tratar de generar una producción que tenga más que ver con la actuación y la dramaturgia que con la puesta. Aunque tratamos de no casarnos con una única estética, Bravard tiene una especie de leitmotiv que es hacer mucho con poco."
La fundación fue en 2008, con la participación también del artista plástico Juan Cruz García Gutiérrez. La primera sede fue en la calle Bravard al 1100, en Parque Centenario. Después funcionó en Villa Crespo y actualmente se encuentra en Chacarita. "Es muy difícil sostener un teatro independiente. Muchas veces se pierde el sentido. No son espacios económicamente virtuosos. Surgen porque hay una falta. Son espacios de contención, encuentro, reunión. Uno puede hacer algo ahí si lo necesita. Se torna algo más relacionado a una cuestión vital, existencial", reflexiona Feldman. "La transmisión del conocimiento" es otro de los pilares. "La formación le da el sentido. Se arman grupos sólidos con su propia historia", concluye. Se calcula que en todos estos años se formaron allí más de 3 mil personas.
"Es una usina de creación a partir de la cual los estudiantes se largan a hacer obras. Usina de creadores, escenas y materiales que siguen su camino", completa. "Muchos colegas usaron Bravard como base y generaron su propia teatralidad. Es una usina de producción muchas veces no tan reconocida. Lo hemos sostenido a pulmón y con muchísimas dificultades. De hecho, esta es la tercera mudanza... Al día de hoy estamos con muchos problemas económicos, haciendo malabares. Por suerte la escuela funciona muy bien, pero mantener un espacio cuesta mucho esfuerzo y dinero. De todas maneras la conclusión es muy satisfactoria", expresa Gobernori.
La programación
El festival, que comenzó el miércoles y se extenderá hasta este domingo, refleja entonces las dos misiones de Bravard. "Hay muchas cosas creadas por estudiantes y exestudiantes. Hay obras como El accidente de las santarritas o Amor, chori, luces y humo con todos chicos que se han formado en Bravard", señala Feldman. Habrá dos ediciones de "Potrero" (jueves y domingo a las 21), ciclo que se desarrolla todos los viernes con la intención de que les estudiantes salgan "a la cancha" mostrando sus creaciones. Por otro lado, se retoma el antiguo ciclo "Sketches solemnes" (viernes y sábado a las 23), con artistas ya "consagrados": "una cosa medio improvisada, punky, que da un híbrido interesante y muestra lo que somos nosotros: una generación que sintetiza la nueva dramaturgia de los noventa, más pensada, con la 'sacadez' de los ochenta, del Parakultural". Participan Paula Pichersky, Mariana Chaud, Lorena Vega y Valeria Lois, entre otres.
Este jueves hay un cóctel de inauguración, a las 19, y luego un "Diálogo entre creadores" sobre la transmisión de conocimientos y las escuelas porteñas, con la participación de Rafael Spregelburd --una de las influencias de Gobernori y Feldman--, Andrea Garrote y los fundadores. Hay otro diálogo el viernes, también a las 19.30, con Juan Pablo Gómez, Gustavo Tarrío y Nayla Posse, con disparadores sobre el motor de los espacios alternativos.
En cuanto a las obras, se presentará El accidente de las santarritas (viernes a las 21), sobre una banda de rock barrial que ensaya para un recital importante y se topa con una frustración. La dramaturgia y dirección son de Martín Bertani. Gobernori mostrará dos trabajos, ambos estrenados en 2018. Pobre Daniel (sábado y domingo a las 16), pone en el centro a un psicótico que sale de una larga internación. La verdad efímera (sábado a las 21), recorre diversos ejes: la desvalorización de oficios en detrimento de lo tecnológico, el poder histórico del rico por sobre el pobre, el amor y la muerte. Amor, chori, luces y humo (domingo a las 18), con dramaturgia, dirección y actuación de Aldana Nasello y Pablo Brignoccoli, une escenas breves con material audiovisual, atravesando posibles vínculos entre un hombre y una mujer. Finalmente, Un caballo petiso (domingo a las 20) narra el reencuentro de dos amigas en Tres Arroyos tras muchos años sin verse, con dramaturgia y dirección de Julia Morgado. Por otro lado, se proyectarán los registros de las pruebas 1 y 2 (sábado, 19.30), dirigidas por Feldman. Son El espectador y La desintegración, respectivamente. Y se realizará un workshop sobre la última prueba, La traducción (sábado a las 17.30). Igual que las charlas, estas actividades son con entrada gratuita.
*Las entradas se consiguen en la web de Alternativa Teatral.