“En Argentina tenemos dos especies de cocodrilo: Caimán yacaré y Caimán latirostris o yacaré overo, esta última es la que se reprodujo en la Reserva Ecológica de la Universidad Nacional del Litoral (UNL)”, explica al Suplemento Universidad Alba Imhof, licenciada en Biodiversidad y miembro del Comité de manejo de la Reserva Ecológica de Ciudad Universitaria de la casa de estudios.

La reserva forma parte de un terreno ubicado en la costanera este de la ciudad de Santa Fe, que fue donado por ese municipio para construir la Ciudad Universitaria de la UNL. El espacio protegido fue creado gracias a un convenio con la Fundación Hábitat y Desarrollo y en 2023 cumplirá 25 años. “Es pequeña pero alberga más de 170 especies de aves, numerosas especies de plantas, mamíferos y reptiles, como el yacaré que se reprodujo este año”, asegura Imhof.

La especialista trabaja desde hace más de 30 años en el Proyecto Yacaré, un programa de investigación que surgió para monitoreo y auto repoblamiento de yacarés y que con el tiempo se transformó en un programa de desarrollo sustentable.

El Proyecto fue iniciado en 1990 por el veterinario Alejandro Larriera, docente de la UNL y actual presidente ejecutivo interino del Grupo de Especialistas de Cocodrilos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (CSG-IUCN). La iniciativa logró sacar de la lista de animales en peligro de extinción al yacaré overo.

En la reserva, los científicos siempre observaron yacarés porque es un sistema abierto, cercano a la Laguna Setúbal y al sistema del río Paraná. “Los animales van y vienen. Sin embargo, es la primera vez que esta especie se reproduce adentro, lo que implica que en algún lugar de la reserva la hembra construyó nido, incubó sus huevos, hizo nacer a sus pichones y ahora los protege”, destacó la bióloga de la UNL. Según explicó Imhof, un nido tiene entre 30 y 40 huevos, de los cuales en condiciones naturales pueden nacer la mitad, pero “el primer año es clave para los pichones que miden 25 centímetros y pesan unos 40 gramos: en el primer invierno muchos mueren del frío o presas de otros animales”. La presencia del yacaré, su afianzamiento en el área y su reproducción es un fiel indicador de la salud del ecosistema”, se enorgullece Imhof, que además es profesora en Biología a cargo de la cátedra de Herpetología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la UNL.

“Observar a la hembra de yacaré overo con sus crías es un espectáculo único que en la República Argentina solo he podido ver con la otra especie, el caimán yacaré, en los Esteros del Iberá”, indica Imhof.

Durante los años de pandemia de Covid-19 toda el área de la Ciudad Universitaria estuvo sin tránsito, con muy poca gente, con bajo nivel de ruido, con poca intervención del hombre. “Todo esto ha posibilitado que se hayan reproducido los yacarés”, reflexiona la docente.

“Todo el Proyecto Yacaré celebró estos nacimientos en los que no hemos tenido injerencia, sino que ha sido simplemente un hecho natural y a veces parece increíble que nos alegremos de los hechos naturales en los que el hombre no tiene nada que ver”, subraya.

Este cuatrimestre, “en cada clase destinamos unos minutos a bajar, solo tenemos que caminar unos 20 metros para estar en el lugar en que la hembra vive con sus crías y observamos sus comportamientos a diario. Prácticamente tenemos la naturaleza en el patio de la facultad”, concluye.