Los trabajos de Karina Felitti sobre coaching sexual y consideraciones feministas sobre el amor se enmarcan en un proyecto de investigación sobre las representaciones y experiencias de la liberación sexual femenina en la Argentina contemporánea. A partir de su formación como historiadora y sus trabajos previos sobre la década de 1960, se pregunta por las características de la "nueva" revolución sexual. Si aquella de los sesenta se relacionaba, no sin tensiones, con propuestas contraculturales, anticapitalistas y con énfasis en la acción colectiva, ¿en qué tradiciones políticas se inserta esta nueva etapa? ¿Cuáles son sus componentes, legados y promesas? ¿Quiénes disputan sus sentidos? ¿Cómo se construyen y circulan sus premisas, y de qué formas son apropiadas y vividas? A partir de estas preguntas han surgido colaboraciones con Mariana Palumbo, artículos, capítulos y un libro que saldrá por Prometeo próximamente.

En el escenario de sus investigaciones, Tinder aparece como una fuente de análisis, una tecnología que condensa significados y elementos de un contexto. “Me interesa sobre todo la participación que tiene esta tecnología en los procesos de autonomización. A partir de la Marea Verde se produjeron varios libros y podcast, se crearon cuentas en redes sociales, se organizaron talleres, sobre el amor y la sexualidad, que analizan y en la mayoría de los casos, proponen formas más democráticas, más placenteras, más feministas, más amables, de vivir los vínculos. Muchas son intervenciones que se posicionan desde los feminismos. Tienen en común el invitar a la reflexión personal y colectiva, a un trabajo sobre sí que consiste en leer, informarse, conocerse. Hablar sobre sexo, como ya señaló Foucault, y conocerse para poder construir el consenso, son clave en la mayoría de estos productos, que se vinculan con la necesidad de reponer la voz “No nos callamos más”.

¿Cuáles son los libros sobre los que trabajaste?

–Uno de mis estudios recientes fue justamente sobre este corpus, lo escrito desde los feminismos y en discusión con ellos, sobre el amor, el sexo y la sexualidad. Por ejemplo, los libros de Luciana Peker, Tamara Tenenbaum, Alexandra Kohan, Señorita Bimbo, Tati Español, Del Mar Ramón, entre otros. Las discusiones sobre la responsabilidad afectiva, los protocolos, el amor separado del dolor. Con distintas intensidades y apuestas, en general concluyen que no se puede demandar una ley para que alguien te quiera, que hay una otredad que no se controla. Entonces, qué podemos hacer es la pregunta que atraviesa a quienes compran estos libros, asisten a las charlas, a los talleres, como sucedió en el curso del CCK. Me interesa preguntarme por las moralidades que se construyen en esos espacios, las implicancias de afirmar que el amor será feminista o no será, o que las mejores camas son las feministas.

¿Estamos frente a otra revolución sexual?

–Como historiadora me interesa visibilizar los procesos, no pensar en términos de ruptura y si vamos a usar la palabra revolución, muy en boga hoy (revolución feminista, sexual, de las hijas, de las viejas, de las mujeres deseantes) caracterizarla porque en sí la palabra revolución no nos explica a qué nos estamos refieriendo. Quienes han estudiado la historia de la revolución sexual de los sesenta coinciden en pensarla como un proceso inacabado, atravesado también por cambios tecnológicos y por el mercado, como sucede hoy, aunque en otras escalas. Por ejemplo, en los años 50 la introducción del teléfono fijo y del automóvil implicó también un cambio en el sistema de citas. El automóvil permitió que vos salieras con personas que no estuvieran en los alrededores, también había un espacio privado para la exploración sexual.Y el teléfono posibilitó una comunicación privada, no exenta de mediaciones porque podía atender tu mamá, algo diferente al celular que es de uso personal, tan personal que se ha pensado como una extensión del cuerpo. Es decir, no es la primera vez que las relaciones sexo afectivas se ven atravesadas por lo tecnológico y que esto genera un pánico moral. Las lecturas polarizadas, “Tinder es el mercado de la carne” o “Tinder es la democratización del sexo”, no permite ver los matices y pretende cerrar la discusión en posiciones antagónicas que no dan cuenta de las experiencias, que son situadas y cambiantes.

¿Cómo se relacionan y retroalimentan lo virtual y lo presencial?

–Waldo Mandiello tiene intervenciones en algunos barrios de Buenos Aires, dibujos de sobres de carta, con frases, como “darnos los besos que nos mandamos”, “estar más presente que en línea”, “menos tinder y más cafetería del barrio”. En esas frases se plantea un antagonismo y lo que destacan algunos trabajos, y seguramente nuestras propias experiencias, es la circularidad, un ida y vuelta: las personas se conocen por Tinder, chatean, se encuentran y vuelven a chatear, se va intercalando lo presencial y lo virtual, como también pasa con las amistades, la familia y ahora hasta el trabajo. No necesariamente es un mundo y otro opuestos, sino que están todo el tiempo relacionados. Y aca tomo algo que tambien dice Maximiliano Marentes cuando nos ponemos un poco puristas ¿no estamos sacralizando las relaciones sexo afectivas cuando las queremos correr de los medios por los cuales armamos nuestra existencia cotidiana? Desde los feminismos las ponemos en relación con el patriarcado, con las violencias, renegamos de los dogmas religiosos, pero quizás podemos construir una nueva sacralización, esta vez laica.

Lo cotidiano está atravesado tanto por la tecnología como por el mercado…

Sí, porque nos compramos ropa para una cita, tanto mujeres como varones, hay un mercado en torno al arreglo personal que cada vez más involucra a los varones, como muestra muy bien el boom de las barberías. La cena, el vino, la birra, el café, las salidas. Otra crítica a Tinder, o las apps en general, es que son un “mercado de la carne” y este es un punto de desacuerdo en los libros feministas que analicé. No hay una única valoración.


Todo mi destino en 140 caracteres

¿Cómo fueron cambiando las presentaciones a lo largo de los años?

–En el programa televisivo de Roberto Galán “Yo me quiero casar y Usted?”, que tenía como protagonistas a mujeres y varones de más de 60 años que buscaban matrimonio, en la presentación que hacían de sí, guionada por el conductor, la división de roles de género era estereotípica. Ellos decían “tengo casa, una o dos jubilaciones, pensión”, y ellas, “soy buena cocinera, buena madre, buena ama de casa”. En el mercado de las citas contemporáneo el capital erótico juega un papel clave, mostrarse sensual, de haber acumulado experiencias sexuales, saber hacer con el propio cuerpo y el de la otra persona. En una clase que dí hace poco, una joven contó que si el varón que se candidateaba para salir con ella, seguía en IG a una famosa sexóloga, esto le sumaba un valor porque, suponía, sabría cómo darle placer sexual. El acceso casi irrestricto a mucha información antes vedada, escatimada, genera algunas veces la ilusión de que podemos manejarla a nuestro antojo, una confianza a veces desmedida sobre nuestras capacidades y habilidades interpretativas y de implementación práctica, como si no hubiera otras personas en la escena, incluso en el “sexo solitario”.

¿Cómo pensás el auge del poliamor o las experiencias de abrir las parejas?

–Volviendo a la mirada de largo plazo, ya en los sesenta, como mostró Isabella Cosse, la virginidad de las mujeres dejó de estar asociada a la respetabilidad. Sin embargo, la exploración sexual se daba en el marco de relaciones estables, con un compromiso estipulado. El sexo ocasional, desvinculado del amor, de la promesa de matrimonio, es hoy para las mujeres cisgénero una experiencia novedosa. Y también hay más exploración entre las parejas cisheterosexuales, muchas veces relegadas en los estudios académicos porque son la “norma” pero eso no implica que no haya allí cambios. Por ejemplo, “abrir la pareja”, “hacer un trío”, visitar un bar swinger, están en el horizonte de posibilidades de personas que no se posicionan en un lugar contracultural o de resistencia al sistema monógamo en los términos políticos que plantea Brigitte Vasallo. Más bien son interpelados por un nuevo mercado del sexo que retoma y muchas veces anula esas posibilidades más rupturistas. Como plantearon Mariana Palumbo y Maximiliano Marentes en una nota de la revista Anfibia, la heterosexualidad se está homosexualizando, porque las prácticas más libres de la diversidad sexual empezaron a ocurrir en las heterosexualidades.

¿“Todo lo que hacemos lo hacemos por sexo” parece decir la época?

–En la canción Sexo, Residente plantea esto, que todo lo que hacemos es porque queremos sexo. En el video tiene una remera que dice Freud y su colega Dillon está con el libro El género en disputa de Judith Butler en la mano, y hasta le dedican el tema. Ahí aparecen claramente dos elementos novedosos: la popularizacion de los feminismos, en el sentido de su difusión por la cultura de masas, y la difusión de una cultura terapéutica (sanar, invertir, mejorar) que se vincula con una definición de la salud integral. En esta idea el sexo entra en el combo de una vida plena. Y esto es tomado por los activismos, las políticas que garantizan derechos sexuales y reproductivos y hasta la industria farmacéutica, con el viagra, por ejemplo (que también aparece en el video de Residente).

¿Estás de acuerdo en ese corte temporal que se hace en 2015 con el boom de Ni Una Menos y después del aborto legal? ¿Hay un cambio en las relaciones sexo afectivas a partir de esto?

–El boom de libros feministas habla de un público que demanda más información, más reflexiones, y de una oportunidad de venta. Antes de Ni Una Menos y en especial, antes del 2018, no teníamos la oferta actual de libros que ocupan las vidrieras, las mesas centrales de las grandes librerías comerciales. Para reconstruir una sensibilidad de época podemos relevar qué se publica en la prensa, en las redes sociales, cómo son los perfiles de algunas aplicaciones de citas, conversar con las personas sobre sus expectativas y experiencias. Hay datos observables cómo el haber introducido la posición sobre el aborto legal en la presentación en Tinder. Si sos pañuelo verde o si sos pañuelo celeste marca x. Antes de la apertura que trajo la Marea Verde, la visibilización del feminismo como fuerza política, esa identidad no solía manifestarse en la presentación personal ni tampoco su rechazo.

¿Y la responsabilidad afectiva?

–Es otro signo de época: la discusión sobre la responsabilidad afectiva, muy relacionada con la discusión general sobre punitivismo, más allá de los ámbitos feministas y de temas de violencia sexual. Algunos varones empezaron a tomar de esto. Colegas que estudian las transformaciones en las masculinidades se preguntan si la nueva masculinidad hegemónica, al menos en algunos sectores sociales, no tiene que ser feminista. Dicho más crudamente, cuanto gana en términos de likes un varón que pone un pañuelo verde en su perfil.

También se extendió una frase de Bimbo que decía que si duele no es amor. ¿Esa frase está habilitada por una nueva forma de pensar las relaciones?

–Pensar otras formas de relación, no exentas de dolor pero sí libres de violencias, es una propuesta que se reitera en diversos espacios feministas. Vir Cano y Brigitte Vasallo escriben muy lúcidamente sobre el sistema monogámico, las jerarquías, la competencia, la centralidad de la pareja y los márgenes en los que se ubican otras relaciones. Las generaciones más jóvenes han desarrollado más asertividad (“esto no lo quiero” o “con esta situación no me siento cómoda”). Esto tiene que ver con el trabajo de los feminismos, la popularización de sus ideas en redes sociales, en las calles, la implementación de la ESI, un conjunto de leyes que garantizan derechos sexuales y reproductivos. Quienes hemos sido socializadxs en otros momentos históricos tenemos otras dificultades, que se suman a las crisis políticas y económicas que nos atraviesan social e individualmente. En la incertidumbre del valor del dólar dentro de un mes, o del paquete de fideos que compramos cada semana, sumamos la ansiedad por el mensaje sin marcar en azul y la expectativa de la cita por venir. De ahí la búsqueda de alguna certeza, de un protocolo, de una receta, que parece que podemos encontrar con solo tener conexión a Internet y seguir las cuentas de redes sociales adecuadas.


En la radio hablaban de tí

Los análisis feministas sobre el amor han sido fundamentales para desentrañar las relaciones de poder que se tejen en estas relaciones. Pero hay también experiencias biográficas, condiciones situadas, que son necesarias de visibilizar. "Bimbo lo dice muchas veces en su libro, ella no es psicóloga y si las posibilidades están dadas la consulta puede resultar beneficiosa. No es casual que tanto Alexandra Kohan como Luciano Lutereau hayan encontrado un público entusiasta que busca la mirada del psicoanálisis para pensar los vínculos sexo afectivos. No es la primera vez que psicoanalistas, psicólogos/as y sexólogos/as hablan del amor y la sexualidad en los medios. En los años sesenta Eva Giberti y Florencio Escardó escribían en la prensa, participaban en programas de televisión y publicaban libros de divulgación. Las intervenciones actuales en medios, los libros, los contenidos en redes, recrean esa experiencia. Podemos imaginar ahora un público de clase media que alguna vez ha hecho terapia o que ha transitado por dispositivos de autoconocimiento. Las reflexiones de las mujeres y varones de sectores populares sobre el amor y el sexo son un interrogante, sobre el que pueden avanzarse si desenfocamos la atención de la prevención de embarazos, el acceso al aborto y las violencias".

“Parafraseando a Ahmed, hay una promesa feminista y se plantean muchas veces indicaciones para hacerla realidad. Reclamamos el derecho al placer sexual, el derecho al orgasmo, repetimos que la ESI es fundamental para lograrlo, difundimos información sobre el clítoris, reivindicamos la masturbación, sabemos que necesitamos del trabajo colectivo pero ¿qué espacio queda para la singularidad en este tema que es tan político pero también tan personal? Y cuántos intereses mercantiles están presentes también, con tantas formaciones, cursos, como se pregunta Sarah Barmak en Orgasmo, el libro que tradujo Heckt y que recoge un trabajo de campo en talleres, algunos muy costosos, para “lograr” un orgasmo”.

Y tener orgasmos tampoco garantiza la felicidad…

–Por eso es necesario preguntarnos por los significados que tienen frases como “Cogete”, o “antes de salir con el tonto de tinder usá un juguete sexual”. Pienso que no se trata solo de abrazar la consigna sino de comprender sus tramas. Ante la denuncia repetida al feminismo neoliberal me pregunto cuánto de ese discurso neoliberal nos atraviesa, nos desafía, ahí donde no lo vemos. Pensarnos fuera de estos guiones de época es un problema para el análisis y puede ser un error político. Eva Illouz dice en uno de sus libros que quiere apartarse de la “epistemología de la sospecha”, evitar medir las prácticas sociales respecto a lo que deberían ser, para “entender de qué modo han llegado a ser lo que son y por qué, siendo aquello que son, ‘consiguen cosas’ para la gente”. Me parece muy valiosa y necesaria esa perspectiva.

¿El saber personal y experiencial se volvió un valor en sí mismo?

–Asistí a varios talleres y charlas de sexualidad presenciales para observar la dinámica de estas formaciones no académicas, que ofrecían personas que en general, no tienen un título universitario o una especialización académica sobre estos temas. Más bien se trataba de poner en valor la propia experiencia y la de otras personas que antes habían compartido sus historias. Entonces una periodista, una masajista, una trabajadora sexual, una persona autodidacta, curiosa, puede decirnos algo sobre el sexo. Ahí se produce una democratización que postula a cada persona como dueña de un saber personal valioso y también se lanza la promesa de reparo y mejora. La centralidad del placer sexual ha puesto a la genitalidad en un lugar destacado, que convive con otros discursos identitarios que ponen el acento en la autopercepción y no en la genitalidad. De hecho las nuevas derechas retoman la biología para atacar lo que llaman “ideología de género”. Al mismo tiempo entonces, para la vulva y la vagina, se despliega una oferta de productos y servicios muy disímil: la copa menstrual, el vibrador, el lubricante, el huevo de obsidiana, los bloqueadores de olor, la lencería sexy. El libro de Tati Español se llama precisamente Todo sobre tu vulva. Algunas mujeres y personas con vulva leerán a Tati y otras escucharan el podcast Concha, y otras tendrán otra mirada sobre su genitalidad por el aviso televisivo del lubricante, que no es feminista pero que no puede ignorar su presencia social. 

Próxima presentación de Karina Felitti
SEXO Y AMOR EN EL SIGLO XXI
¿Somos más libres que nunca? De la píldora a tinder, una historia de la liberación y no tanto. El amor después del amor romántico. De la monogamia al poliamor. ¿Qué buscamos en las redes? ¿Qué encontramos? Mi cuerpo, mi libertad: ¿dónde están los limites y quién los determina? Antes y después de la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Mujeres, travestis, transexuales, feminidades: ¿dónde está nuestra libertad? Participan: Dora Barrancos, Karina Fellitti y Tamara Tenembaum.
Domingo 16 de octubre a las 17 hs.
Mas info: cck.gob.ar