“Cierto borgismo siempre será pertinente”. El eco de esta frase de Oscar Masotta resuena en la obra del escritor Luis Gusmán, que recibirá este jueves a las 18 el Premio Rosa de Cobre otorgado por la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (BNMM) “en reconocimiento a su trayectoria y al valioso aporte realizado a la literatura nacional”. El escritor y psicoanalista, autor de El frasquito, Cuerpo velado, En el corazón de junio, Villa y El peletero, entre otras novelas, dice que recibir este premio es “un honor” y anticipa a Página/12 que donará todos sus manuscritos a la Biblioteca Nacional. 

Las bibliotecas han sido fundamentales en la vida de Gusmán, como lo revela en Avellaneda profana, libro que publicó este año por Ampersand, donde recuerda la importancia que tuvo el bibliotecario y poeta de apellido Ochipinti de la Biblioteca de Racing Club, quien fue tentando al joven que aún no sabía que sería escritor con Felisberto Hernández, Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal y Norah Lange, entre otros autores.

“Escribir es como respirar. Uno no elige respirar, respira”, dice el narrador del volumen de relatos La casa del Dios oculto, una frase que podría suscribir Gusmán, que participó de tres revistas emblemáticas como Literal, Sitio y Conjetural. Cuando inauguró la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires en 2012 concluyó su charla con los versos de un poema de Borges: “Flecha que se deja empuñar/ cuchillo volador/ larga repercusión/ tienen las palabras”, y una frase de Roberto Arlt: “El futuro será nuestro por prepotencia de trabajo”. 

“Esa frase de Arlt no es solo importante para la literatura sino para el país”, aclara el escritor y psicoanalista. “Todo escritor argentino de mi época tuvo que sacarse a Arlt y a Borges de encima. Fogwill decía una frase muy acertada, que Borges era la aduana de la literatura argentina. Muchos la cruzaron enmascarados en los dos. La mía fue explícitamente borgeana. Sobre todo en mi libro Brillos, pero sabiendo igual que había un desencaje”, reflexiona Gusmán. “Creo que con Witold Gombrowicz y su lugar de polaco exiliado fue un escritor intersticial, infiltrado que permitió a escritores de mi tiempo valerse de esa lengua ‘extranjera’, uso lengua extensivamente; su posición literaria, sus muecas a la seriedad de la literatura argentina, y su compromiso con las mitologías degradadas de donde nacía una comprometedora y vergonzosa hermosura que nos cobijaba”.

Leer y escribir forman parte de un mismo mundo integrado para Gusmán; no hay escisión ni oposición entre lectura y escritura. “Escribo leyendo y leyendo escribo. Pero no siempre fue así”, aclara y recuerda que cuando empezó a escribir un género “más ensayístico” esta relación aparecía más separada, y “la teoría” se imponía sobre lo escrito. “Ahora son paralelos. Fundamentalmente a partir de Flechazo y Avellaneda profana, van juntos. No digo equilibrados. No es un cálculo. Tampoco son simétricos”, explica el escritor que este año publicará Imborrables, Álbum de Personajes y temas del Río de la Plata con ilustraciones de los personajes de la literatura argentina pintados por Marcela Motta, María Pinto y Noemí Spadaro, con colaboraciones de Luis Felipe Noé y Liliana Porter, prólogo de Eduardo Stupía, un texto de Laura Malosetti Costa y edición a cargo de Salvador Gargiulo, Fernando Fagnani y el propio Gusmán. Y habrá textos de Luis Chitarroni, Eduardo Grüner, Matilde Sánchez, Maximiliano Crespi, Noé Jitrik, Juan Forn, Diego Erlan, Rafael Bielsa y Betina González, entre otros.

Hace muchos años que Gusmán está trabajando en la escritura de una novela sobre un cantor de tangos, titulada Dos extraños, que ahora está corrigiendo. Y tiene otra novela más, Sueñan los detectives, “porque los detectives en algún momento de la novela cuentan qué soñaron o no soñaron”, resume el autor y agrega que también está avanzando el ensayo La decisión de escribir, en qué momento un escritor se hace escritor. 

En 2023 se publicará una edición homenaje porque El frasquito, su primera novela, cumple 50 años, además de sus cuentos reunidos, con prólogo de Martín Kohan. Como quien confiesa una insolencia juvenil, Gusmán cuenta que está escribiendo “un libro que nunca pensé que iba a escribir”: Impertinencias borgeanas. “Se ha escrito tanto sobre Borges que me da pudor”, confiesa y justifica la empresa en la que está embarcado con una frase de Masotta: “Cierto borgismo siempre será pertinente”.

Participan del Premio Rosa de Cobre Luis Chitarroni, Leonora Djament y Silvina Friera en la sala Augusto Raúl Cortázar (Aguero 2502).