Sabor a mar
Como ocurre cada 13 de septiembre, a modo de recordatorio del nacimiento en 1916 de Roald Dahl (autor de Charlie y la Fábrica de Chocolate), el martes pasado el mundo celebró el chocolate, esa dulce invención nacida del grano amargo del cacao tras la conquista de América. Tabletas, bombones, bebidas, licores, facturas, tortas, trufas, golosinas y más: desde mediados de siglo XIX, con su industrialización y consiguiente masificación, el chocolate conquistó paladares, convirtiéndose en objeto de deseo infantil y adulto, un sabor transversal amado por todos. Y un buen lugar donde comprobar su versatilidad es en La Pinocha, marca nacida hace 26 años en Mar de Las Pampas. Desde allí, a orillas de las playas atlánticas, esta casa se multiplicó en más de veinte sucursales distribuidas entre Capital Federal, GBA, La Plata, Villa Gesell, Córdoba, Santa Fe y Rosario. Hoy están los hijos de los fundadores al frente, quienes encontraron la fórmula del éxito con una oferta tan contundente como fácil de entender: allí ofrecen esos sabores amados por todos, con los grandes clásicos de gusto albiceleste. ¿Chocolate en rama? Tienen. ¿Mil hojas de dulce de leche? También. ¿Alfajores? Sin duda. ¿Bocadito marroc? Cómo no. La lista de best sellers se despliega así en decenas de opciones, en particular en el formato de barritas ($4550 los 500 gramos), donde las hay rellenas (café, crema de higos, menta, tiramisú, entre otros), con frutos secos (con almendras, con maní, con nuez), puros (blanco, con leche, negros de distintos porcentajes de cacao), incluso sumando sabores frutales menos conocidos (con crema de arándanos, con crema de lima, con mango y maracuyá), entre varios más. En total suman más de 70 productos basados en ese chocolate que esta semana está de celebración. La Costa Atlántica argentina siempre tuvo al chocolate como uno de sus productos emblema, pegado a los cornalitos fritos y el clericot en jarra. Pero ninguna otra marca de esa región logró crecer como lo hizo La Pinocha, embajadora del sabor más goloso de las playas bonaerenses con presencia en todo el país.
Sucursales y venta on line en lapinochachocolates.com. Instagram: @lapinochachocolates
La frambuesa que cambió todo
La historia de Rapa Nui es la de un apellido, el de Fenoglio. Todo comenzó a mediados de siglo XX, con la llegada de una joven pareja (Aldo Fenoglio e Inés Secco) a Bariloche, donde crearon una fábrica de chocolate con su apellido al frente. En la década de 1990 su hijo Diego continuó el legado con marca propia, Rapa Nui; mientras que su hermana siguió con la empresa familiar hasta que, crisis menemista mediante, debió venderla a un grupo inversor).
Rapa Nui comenzó pequeña, como una fábrica y confitería local atendiendo a los hambrientos turistas que tras esquiar querían llevarse un dulce recuerdo barilochense. En su crecimiento aparecen dos momentos claves: el primero fue en 2011, con la nube de cenizas que lanzó el volcán Puyehue, convirtiendo a la Patagonia en un páramo desolado. Este fue el envión que Diego precisaba para tomar la decisión y desembarcar con su primer local en la ciudad porteña, abierto en 2012 en Recoleta. El segundo hito de la marca fue un producto nacido un año más tarde, en 2013: el Fra Nui, una frambuesa patagónica, congelada y recubierta luego por dos capas de chocolate. Esto podría haber sido tan solo una de esas tantas invenciones que las chocolaterías hacen todo el tiempo, pero que en este caso se convirtió en furor de multitudes, empujando el crecimiento de la marca. Hoy Rapa Nui tiene 13 locales entre CABA, Nordelta, Bariloche, Las Lomitas y Pinamar. “Nuestra competencia es el kiosco. Queremos ofrecer una golosina de gran calidad”, dice Diego. “Los productos más vendidos son Franui, Marroc, Nuicciolato, Ositos y Milhojas”, agrega.
Un logro de Rapa Nui fue modificar lo que se entiende por chocolate de Bariloche, con una estética moderna, cuidada y urbana, en locales que ocupan grandes casonas. En verano venden helados al por mayor (tienen planta propia en el Mercado Central) y en invierno reinan los bombones. En esta semana de celebración presentaron productos nuevos, entre ellos un muy buen macaron vegano. Una marca que seduce a presidentes. Y a presidentas.
Sucursales y venta on line en rapanui.com.ar. Instagram: @chocolates_rapanui
Pura elegancia
“Cacaos orgánicos o agroecológicos, todos importados de América: algunos son de Perú, otros de Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia y Brasil”, enumera Rodrigo Bauni, el maestro chocolatero detrás de Puro Cacao, una empresa nacida a principios de los 2000 y que, a fuerza de personalidad se ganó un merecido lugar entre las marcas de chocolate más reconocidas de la Argentina. Tal vez el principal diferencial que sumó Puro Cacao a este codiciado universo sea su estética impecable: son todos bombones elaborados con moldes bellísimos, pintados uno a uno con dedicación y detalle, envueltos en elegantes cajas rectangulares que se distinguen fácilmente de cualquier posible competencia. A esto se suma un trabajo en conjunto con grandes marcas nacionales y globales, desde el aguardiente de pera patagónico Christallino al whisky escocés Johnnie Walker, pasando por Gin Mare de España, el single malt Loch Lomond, el licor de dulce de leche Tambo o los vinos El Enemigo del enólogo Alejandro Vigil, entre otras.
Los bombones de Puro Cacao son como pequeñas joyas, que de tan bellas da pena morderlas. Salvo excepciones, como el Toc Toc de chocolate peruano al 70% relleno de dulce de leche, en su mayoría los sabores coquetean con lo extravagante: la colección Besos (con bombones con forma de labios voluptuosos, $2650) incluye rellenos de ganache de rosas con praliné de almendras tostadas; la colección Bebidas suma cremas de chocolate con cognac, con amaro, con gin, con bourbon y con ron guatemalteco ($11755 la caja grande); y para quienes quieran ir incluso más allá está la colección Exotique ($2900) con bombones rellenos de roquefort de leche de oveja, de espumante, de vino Cabernet Franc, de pastis, de absenta y de mandarina con cayena, entre más originalidades.
Antes de dedicarse a la gastronomía, Bauni estudió Bellas Artes; esa historia personal se traduce hoy en su obsesiva búsqueda chocolatera. Bombones que llevan firma propia, alejándose de lo goloso para ganar singularidad.
Puro Cacao queda en Monroe 3835. Horario de atención: lunes a viernes de 9 a 17; sábados de 9 a 13. Tienda on line: purocacao.com. Instagram: @purocacao