“Esto era impensado en 2014”, dice Marcelo Morante desde Colombia, donde participa de un congreso internacional sobre cannabis medicinal. Morante es docente en la Universidad Nacional de La Plata, donde dirige un departamento de investigación sobre el tema, y uno de los impulsores del uso terapéutico de esta sustancia. Llegó a la marihuana buscando un alivio para el dolor que le provocaban las convulsiones refractarias a su hermana.
La legalización del cannabis medicinal obtuvo media sanción en la Cámara de Diputados y ahora deberá ser tratada en el Senado.
--¿Qué balance hace del tratamiento legislativo?
--Es positivo. Empezamos a hablar de la sustancia en el ámbito medicinal, de sus capacidades terapéuticas. Algunos de los niños que padecen epilepsia refractaria tienen resuelto su tratamiento. Otros no. El aceite que va a ingresar por la ley aprobada no sirve para todos, hay que tener alternativas. Se va a poder investigar más, los médicos que hablamos del tema vamos a dejar de ser criminalizados. Salimos de la ilegalidad.
--¿Qué opina sobre la exclusión de los autocultivadores?
--Si bien es un avance, es un proyecto que se queda corto. Se deja afuera el autocultivo y no va a poder cumplirse con la demanda.
--¿Por qué?
--El 90 por ciento de las prescripciones tienen que ver con el dolor y el cáncer, no con la epilepsia refractaria. El Estado no va a poder responder ante la demanda. Espero que esta ley sea una transición para que el año que viene se discuta la regulación del autocultivo.
--¿Cómo se debería regular?
--En el mundo ya ni se discute esto. Estamos corriendo de atrás. En Chile, Colombia y México (y ni hablar de los países desarrollados) no se discute el autocultivo. Hay que crear un registro, con la cantidad de plantas necesarias para producir, y controlar la producción. Es más, el Estado debería producir el aceite. Se puede.
--También es cierto que los que ya cultivan no dejarán de cultivar.
--Por eso mismo. Regulamos para permanecer en la ilegalidad. La verdad no tiene mucho sentido, pero insisto en que se tendrá que discutir sobre la necesidad del autocultivo porque no habrá forma de cubrir la demanda del aceite de cannabis con la importación.
--Usted comenzó a divulgar las propiedades del cannabis hace unos años, ¿se imaginaba esta situación?
--Esto era impensado en 2014. El motor de todo fueron las mamás. Ellas tuvieron la fuerza para visibilizar el tema y llevarlo al Congreso. Ahora tenemos otro marco para investigar. Por más que haya respuestas tardías –porque las investigaciones llevan sus años-, dejamos de demonizar una planta y entendemos que tiene poderes terapéuticos; la podemos analizar desde ese lugar. Empieza a jugar el médico de verdad, con la prescripción y el acompañamiento. Antes, era infringir la ley de manera constante. Enseño hace dos años en la facultad sobre una sustancia que estaba prohibida. Era insólito.