Desde la introducción de restricciones a la compra de dólares, la política cambiaria argentina está caracterizada por un desdoblamiento cambiario de hecho.
En un principio, el dólar paralelo (legal y blue) se utilizó para comprar de dólares para atesoramiento o turismo por parte de quienes no podían acceder al oficial encarecido por el impuesto país para dichas operaciones (junto a las compras con tarjetas en el exterior). También pasaban por dicho mercado el ingreso de moneda extranjera para inversiones menores y la liquidación de divisas de turistas que llegaban al país.
A medida que se restringió el acceso al dólar oficial para pagos de deudas privadas, remisión de utilidades y ciertas importaciones, el dólar paralelo fue ampliando su gama de operaciones y, en paralelo, su influencia en nuestra economía.
La liquidación de ciertas exportaciones de servicios, como por ejemplo software, también comenzó a realizarse parcialmente en el paralelo. El gobierno comenzó a poner incentivos para lograr que engorden las reservas del Banco Central, hecho que se extendió recientemente con la creación de un dólar soja, para que los agroexportadores liquiden los porotos estoqueados.
Pero el sistema de cambios múltiples resultante de la continua aplicación de medidas de urgencia no siempre es el más conveniente para el funcionamiento de la economía. Así, sectores de alta productividad como los sojeros, gozan hoy de un cambio más favorable que el de pequeñas producciones regionales que buscan exportar o de productores nacionales que compiten con bienes importados que evitan barreras administrativas.
Ello lleva a pensar la necesidad de implementación de un desdoblamiento cambiario más ordenado, que cumpla la función de administrar las divisas escasas, pero sin renunciar a generar una estela de precios relativos favorable al desarrollo con equidad. Un ejemplo histórico a tomar en cuenta es la administración cambiaria de la década infame en el siglo pasado. En aquellos años, los gobiernos conservadores mantuvieron el control de cambios impuesto por el derrocado Yrigoyen para amortiguar el impacto de la crisis internacional. Pero el mismo se reducía a autorizar el uso del mercado oficial para la liquidación de los principales rubros de exportación y para ciertas importaciones consideradas prioritarias.
Mientras, el resto de las operaciones comerciales y financieras se realizaban a un dólar paralelo, más elevado. La simpleza de dicho esquema de desdoblamiento evita la engorrosa administración de amplias operaciones de importaciones de bienes y servicios, así como también facilita la liquidación de divisas de turismo, exportaciones de servicios y el ingreso de inversiones desde el exterior.
También establece una estela de precios relativos favorable al desarrollo diversificado de la producción exportable y a la competitividad de la producción nacional frente a la importada. Encarece el turismo en el exterior, así como el pago de deudas financieras y la remisión de utilidades. Por otro lado, mantiene apreciado el dólar al que liquidan las principales exportaciones pero, al reducir su número, facilita un esquema de control sobre su subfacturación.
@AndresAsiain