En la causa por el atentado a Cristina Fernández de Kirchner, la jueza María Eugenia Capuchetti procesó en el atardecer de este jueves a Fernando Sabag y Brenda Uliarte por el delito de tentativa de homicidio calificado, agravado por el empleo de armas de fuego, alevosía y el concurso premeditado de dos o más personas, además de la portación ilegal de arma de guerra, proveniente de un robo, y acopio de municiones sin autorización legal. La magistrada menciona que también Agustina Díaz participó de la planificación del atentado, pero todavía no fue procesada porque su detención fue más reciente. En principio, los cargos contra Sabag y Uliarte podrían llevarlos a unos 15 años de prisión. La jueza dispuso un embargo para ambos de 100 millones de pesos. Para Capuchetti, el plan se puso en marcha el 22 de abril cuando Uliarte compró el arma de manera ilegal, ya el 4 de julio habló de matar a la vicepresidenta "porque tengo ovarios" y la idea era que Sabag dispare, se produzca una estampida de los militantes y él pudiera darse a la fuga. Igual, también barajaron la posibilidad de que tras el disparo hubiera un linchamiento.
De las 94 páginas del procesamiento surgen algunos elementos novedosos. Por de pronto, por primera vez se habla de la fecha del 22 de abril como puntapié inicial, cuando Uliarte compró el arma. Lo dice la chica en sus mensajes de texto a dos amigos, Serena y Fran. “Ya tengo el fierro. Lo compré porque mi jefe se puso jede”. Es un dato extraño porque en realidad la Bersa era de César Bruno Herrera, un vecino de la calle Terrada, donde vivía Sabag. Aún así, para Capuchetti fue Brenda Uliarte la que consiguió la pistola. Y la voluntad de matar a CFK aparece por primera vez en un mensaje -ya conocido- del 4 de julio: “Ya tengo el fierro y tengo los ovarios para pegarle un corchazo a Cristina”. Todo siempre adornado con insultos.
Los mensajes, claves para el procesamiento
La idea de atentar contra la vicepresidenta se reitera en los mensajes a lo largo de agosto, según enumera la magistrada. El texto del procesamiento detalla la secuencia de mensajes.
El 23 de agosto hablan de alquilar un departamento en Recoleta. “Hay que poner una seña para alquilarlo. No me gusta el departamento pero Cristina está para pegarle un corchazo. Hace falta un francotirador. Viste que la mina se pone en el balcón, pimba, un tiro en la cabeza, hacerla mierda”. Queda el enorme interrogante: ¿de dónde iba a salir el dinero para el alquiler de un departamento en Recoleta? Una movida de ese tipo requiere de 500 mil pesos, entre alquiler, anticipo y gastos de inmobiliaria. La jueza no lo menciona.
Ell 27 de agosto, el día que se decía que hubo una primera tentativa de homicidio, para la jueza en la esquina estaba sólo Sabag, mientras que Uliarte se encontraba "en casa" dispuesta a ir a Recoleta. Ahí es cuando Sabag le escribe que no era necesario que fuera, que "Cristina ya se metió adentro" y por lo tanto le indica a Brenda que no vaya para Juncal y Uruguay y, presuntamente, que no lleve el arma. "No traigas nada", le escribe.
Es ese día que Brenda Uliarte tiene el diálogo con Agustina Díaz diciéndole: “Hoy me convierto en San Martín. Mandé a matar a la vice Cristina pero se metió adentro. No salió porque se metió adentro….”. En ese marco, como se sabe, Díaz le cuestiona: “¿Por qué mandaste a ese tarado?”. Y le pregunta: “¿Cuánto te cobró?”. Todo está transcripto por Capuchetti de manera ordenada y cobra más sentido que lo que se conocía hasta ahora. En ese chat, Uliarte le habla al "amor de mi vida", Agustina Díaz, de matar e irse a vivir a otro país. Y Díaz le dice, entre reiterados "te amo", que lo de irse a otro lado no es sencillo y se requiere de plata. "Yo tengo algo de money", le contestó Brenda.
De todas maneras, ese día 27 se delinea una parte del plan que no se conocía. “Estos putitos peronistas salen disparando si yo tiro un tiro”, dice Sabag. Y ella le contesta: “La onda es que metas el corchazo y dispares”. O sea que el plan consistía en asesinar y huir, aunque también, en aquella conversación, barajan la posibilidad de que lo agarren y lo linchen.
Finalmente, la jueza describe el mismo 1 de septiembre. Afirma que Fernando Sabag y Brenda Uliarte estuvieron todo el día juntos, primero fueron a cobrar un alquiler, luego a Quilmes y al final a la esquina de Juncal y Uruguay. Allí Sabag aprovechó la situación de indefensión de la vicepresidenta, producto de la cantidad de gente que había, se acercó y accionó el arma. Capuchetti no concluye por qué no salió el proyectil, pero transcribe los peritajes que indican que el arma y los proyectiles eran aptos para matar, aunque la corredera no funcionaba del todo bien.
El rol de los imputados
La juez Capuchetti concluye: “No puedo dejar de señalar que el modo en que se ejecutó la maniobra investigada refleja la existencia de una cogobernabilidad del hecho por parte de ambos imputados, en tanto la determinación del modo, tiempo y lugar de su ejecución estaba previamente establecida por ellos. Asimismo, si bien fue Sabag Montiel quien utilizó el arma de fuego contra la víctima, lo cierto es que Uliarte también tuvo activa participación en la ejecución del hecho, en el cual estaba presente a escasos metros de lo ocurrido, brindando el apoyo logístico y moral para su realización. En virtud de ello, ambos habrán de responder en calidad de coautores del delito de homicidio, agravado por el uso de armas de fuego y con alevosía y premeditación de dos o más personas, en grado tentativa, toda vez que, a partir de los numerables informes recepcionados, se constató la idoneidad del medio empleado a tales efectos, cuya concreción no ocurrió por razones ajenas a la voluntad de sus autores”.
La jueza dedicó la parte final del texto del procesamiento a la calificación:
* Tentativa de homicidio agravado.
* Por el uso de arma de fuego.
* Por premeditación, debido al planeamiento previo y a las operaciones de inteligencia de los días anteriores.
* Alevosía, porque la vicepresidenta estaba indefensa en el medio de los militantes y ante una persona que le quería disparar a 35 centímetros.
* La portación ilegal de un arma de fuego de guerra, obtenida a partir de un robo. Aunque no lo detalla, se supone que le sustrajeron la pistola a la familia de un vecino, fallecido, de Sabag.
* Acopio ilegal de proyectiles.
* Tenencia ilegal de un DNI de otra persona que denunció su pérdida en un recital.
Los abogados consultados por Página/12 calculan que los acusados afrontan una pena de alrededor de 15 años de prisión.