Entre los libros y novedades que la reciente Crack Bang Boom trajo aparejados, destaca el nuevo trabajo de Bruno Chiroleu: con Mara y Samu rajan del cielo (Loco Rabia/Términus Libros) el dibujante rosarino agrega una faceta novedosa en su trayectoria, a partir de una indagación formal en la parte gráfica pero también, habida cuenta de su tarea integral, en el guion. Y el resultado es todo un logro, de trazo atractivo y argumento delirante. Pasen y lean.
“A Mara y Samu lo vengo publicando online desde hace dos años en el eZine de Loco Rabia, de manera semanal pero con algún hiato, porque al no haber convenciones durante la pandemia, uno no sentía la urgencia de terminar ni de apurar las cosas. Pero después tuve que dedicarle meses enteros para poder llegar a tiempo a la edición de Crack Bang Boom”, sintetiza Bruno Chiroleu a Rosario/12, y de paso refiere sobre la importancia que para el sector significó la vuelta al ruedo de la convención de historietas más importante del país.
Ahora bien, ¿qué es y cómo explicar Mara y Samu rajan del cielo? El libro, por así decir, es precioso a simple vista. Los dibujos y colores son inevitablemente atractivos, pero basta con meterse en la historia para sufrir un feliz contraste. Porque todo adquiere otro tinte. Según el dibujante, “puedo darte mi pitch de venta; porque cuando tengo que hablar del libro, digo que es la respuesta a la pregunta que absolutamente nadie hizo: ¿qué pasaría si un diablito al que no le dejan tener su infierno en paz, y una angelita muy verborrágica y harta de su existencia, colaboraran en cambiar sus situaciones, en un cielo habitado por criaturas demandantes que sólo pueden divertirse en base a ser achuradas de las maneras más creativas posibles? Por eso mismo, también digo que es un libro más difícil de describir que escribir; fue un proceso muy orgánico, en donde no me senté a decir ‘ésta va a ser la premisa’, sino que fui jugando”.
-¿El desarrollo del argumento ocurría mientras lo dibujabas?
-Un poco y un poco. Empecé a jugar con esa idea, la de decir qué hubiera pasado con esto del diablo, la caída, el infierno, cuando no lo dejan ni siquiera vivir tranquilo ahí, donde pudiera crear su propio espacio, su lugar, y sacar lo mejor posible de una mala situación. Me planteé esa idea de base, pero también me pareció que podría llegar a ser muy dramático y denso, cuando ya venía de años de hacer historias así en la (revista) Términus. No tenía ganas de seguir con eso sino de jugar un poco más; así que me propuse probar algo cómico y salirme de mi estilo habitual de dibujo, que es más naturalista y de sombras cargadas, para intentar algo mas cartoon, desenfadado y suelto, con colores en base a una paleta pastel, como una cosa muy “cute”, de “gomita”. Fue así cómo comencé un viaje que, intervalos mediante, duró tres años. Y fue muy divertido.
-De hecho, cada página es un disfrute visual.
-Traté de que la línea fuese lo más simple posible y se complementara con el color. Si bien siempre trabajo en blanco y negro, había estado probando el color con algunos trabajos y me animé a experimentar, sentí que podía llevar adelante un trabajo personal por ese lado también. Y busqué que cada página fuera diferente a las demás; creo que en lo relativo al planteo de página pasé por todo mi repertorio, exprimí hasta el final todo lo que pude. Vas a encontrar dos o tres páginas con una grilla de 6 o 9 cuadros, pero todas las demás son desestructuradas o son diagramas o mapas. Quise jugar mucho en ese aspecto.
-El trabajo gráfico me resulta, en cierto sentido, cercano al de ciertas historietas de Lucas Varela, en las que uno puede ingresar por la simpatía del dibujo para luego encontrarse con algo bien distinto.
-Sí, también fue algo que me sirvió para encontrar influencias que no sabía que tenía, y de las más diversas. Incluso algunas hasta me resultan ridículas. Encontré que tenía más influencias de lo que creía de Steve Purcell, el creador de Sam & Max, un comic de los ’90; Purcell trabajó mucho para juegos de aventura gráfica de Lucas Arts como Monkey Island. Y hay otras referencias que no me dan vergüenza pero son muy raras y oscuras; por ejemplo, cuando Los Simpson estaban en su pico de popularidad en los ’90, hubo un libro que se llamaba Guía para la Vida de Bart Simpson, que era esencialmente un diario falso; me acuerdo que me gustaba mucho ver que las páginas parecían el pedazo de un escritorio donde habían pegado post-its con comentarios y cosas por el estilo, cada página cambiaba e incorporaba otras posibilidades. La frescura con la cual se planteaba usar toda esa variedad para contar una historia, o para llenar un libro para vendérselo a los pibes, me pregunté si la podía aplicar a lo que estaba haciendo.
La edición integral de Mara y Samu rajan del cielo agrega un trabajo de valía a la obra de Bruno Chiroleu, hoy radicado en Buenos Aires. El desparpajo prolijo y meticuloso de sus páginas le permite un salto cualitativo que encuentra réplica en la narrativa misma. Por ejemplo: “luego del prólogo, hay todo un capítulo prácticamente mudo con situaciones tragicómicas, pero no me atreví a dejarlo 100% mudo e introduje el personaje de un lector que increpa al autor, porque cree que no se está respetando la descripción de lo que es el libro. No quise que fuera una historia densa ni pensada, sino divertida”. Un correlato justo respecto de la anterior novela gráfica (y sombría) del dibujante, El Borde (2018, Términus Libros), cuya más reciente novedad implica una próxima edición norteamericana, a salir en diciembre vía Sumerian Comics. Nuevos pasos de expansión para el talentoso artista.