Desde Rosario
"Se nos ríen en la cara", se indigna uno de los manifestantes de la masiva marcha en Rosario por los incendios en el Delta. Detrás de él, sobre el puente que conecta con la ciudad entrerriana de Victoria, hay una fila de un kilómetro y medio de personas hartas de las quemas. Con sus pancartas, banderas, máscaras de los animales que mueren incinerados, la multitud observa, a la derecha, una gigantesca nube de humo que se esparce hacia Villa Constitución, Pueblo Esther y Arroyo Seco, opacando el paisaje del río y de las islas, que nunca pueden apreciar desde las alturas de a pie. La demanda central de esta marcha, con corte total al tránsito y acampe, es la aprobación de la Ley de Humedales, que comenzará a discutirse en plenario de comisiones en la Cámara Baja este jueves. "Estaremos alertas a cualquier modificación que quiera degradar el proyecto consensuado por las organizaciones socioambientales", plantea el documento leído el sábado por la tarde.
El texto enfatiza también en el pedido de "condena a los responsables", los que inician el fuego, y apunta al Poder Ejecutivo en todos sus niveles, sin distinción: desde el intendente Pablo Javkin, pasando por los gobernadores Omar Perotti y Gustavo Bordet, hasta el ministro de Ambiente Juan Cabandié e incluso el presidente Alberto Fernández.
Participan partidos políticos, gremios, movimientos sociales, organizaciones socioambientales y autoconvocados. La organización calcula más de 10 mil personas. Y 1500 habrían quedado sin avanzar cuando la concentración se detiene en la mitad del puente, en su parte más alta, sobre el Paraná, para la lectura del documento. Es un hecho histórico. Podría tratarse de la movilización más grande en la historia de Rosario por este tema. Es, por lo menos, la más masiva sobre este punto estratégico. Dobla en cantidad de gente a la que hubo en agosto de 2020, tras el surgimiento de la Multisectorial Humedales. Tomando este antecedente es la segunda vez que se camina sobre el puente --en aquella oportunidad se llegó más lejos, hasta el peaje--. En el Monumento a la Bandera, en agosto de este año, los cálculos rondan la misma cifra --hay quienes, sin embargo, estiman una muy inferior: 5 mil--. Pero también se debe considerar que no es lo mismo para una comunidad movilizarse en el centro que en este lugar ubicado en el límite entre Rosario y Granadero Baigorria. A la actividad, que forma parte de una acción plurinacional por los humedales, convocada por más de 500 organizaciones, llegan habitantes de otras ciudades afectadas.
Aunque la imagen genera emoción, aquí nadie se sorprende por el número. Hay quienes esperan más, teniendo en cuenta la cantidad de personas que vive en Rosario (1,5 millón, según el último censo). Los primeros días de la semana fueron los más tortuosos en estos dos años y medio de quemas, coinciden varios manifestantes. Los testimonios no tienen muchos matices. No se podía respirar, había que cerrar la ventana para que el humo no entrara a las casas, poner trapos en las puertas, todo, absolutamente todo, se cubría de cenizas. Náuseas, tos, conjuntivitis, cefaleas y otras enfermedades y síntomas. De los emocionales también, por ejemplo, mucha angustia. Las actividades físicas al aire libre se prohibieron; el gobierno provincial pidió circular con barbijo; las consultas médicas se multiplicaron. Leonardo Caruana, secretario de Salud Pública de la Municipalidad, cuenta a este diario que las consultas se incrementan entre un 15 y 25 por ciento luego de días intensos de incendios. Son, sobre todo, por conjuntivitis, faringitis e irritación nasal. La marcha refleja un cruce: el hartazgo es tanto por el daño sobre la salud como por el ecocidio.
El ascenso, una peregrinación lenta que exhibe bronca y a la vez fuerzas para seguir luchando, y que comparten desde niños hasta adultos mayores --los dos grupos etarios más afectados por el humo--, ocurre pasadas las 15. Antes de eso, hay aplausos para los ciclistas que se encontraron en el Barquito de Papel y otros puntos para sumarse a la manifestación. También se ve más tarde un gran despliegue de motos. La percusión de La Pegada otorga un clima de alegría a la previa. Muchos esperan con mate, sentados y recostados en el pasto, charlando distendidamente.
Debajo del puente, antes de comenzar a marchar, con el sonido de bocinazos que dan apoyo, los jóvenes de la Multisectorial, con pecheras naranjas, comparten "criterios generales". Piden que no se vendan ni consuman alcohol ni "sustancias ilegales allá arriba"; que no haya banderas político-partidarias --algo que no se cumple--; y caminar por una sola mano, en dirección a Victoria. Cuentan que hay una comisión de género por si surge algún problema de esa índole y que del lado entrerriano también se están movilizando. Anuncian que están reclutando voluntarios para "cuidados colectivos": personas que se ubiquen a los costados de la ruta, que controlen, entre otras cosas, que los manifestantes no circulen por el camino peatonal, y también otras que puedan hacer guardias nocturnas. Es que la modalidad del acampe no está exenta de riesgos, como lo comprobaron en noviembre de 2020, cuando permanecieron durante siete días en el lugar y sólo cortaron un carril. "Hubo que estar atentos. Gendarmería no cumplió con las guardias y hubo automovilistas que se pusieron violentos", recuerda Rodolfo Martínez, de la Multisectorial. Al costado del puente hay dos chicos armando baños secos: "muy higiénicos, mejores que uno químico".
La bandera de la cabecera es bellísima y nueva, hecha por artistas. Lleva la inscripción "Somos humedal" y dibujos de la fauna y la flora del Delta. Detrás se ven más banderas y carteles con leyendas emblemáticas, como "Plomo y humo, el negocio de matar" o "Todo fuego es político". Muchos jóvenes, también muchos padres cargando a sus hijos, personas que llevan a sus perros --a quienes también afecta el humo--, nenes muy chiquitos portando carteles hechos por ellos mismos. Uno que lleva una mujer alerta: "Los chicos asmáticos llevan dos semanas sin educación". Hacia atrás hay banderas de Ciudad Futura, la Asociación de Magisterio de Santa Fe, el sindicato de Aceiteros, Patria Grande, Polo Obrero y otras. "Ay, qué risa que me da, si no sacan la ley qué kilombo se va a armar", cantan los manifestantes después de ascender por el costado y cruzarse a los gendarmes con sus camionetas, al inicio de la marcha. Las personas más granden suben por escalera. El asfalto del puente queda intervenido también, con leyendas como "Ecocidio", en letras rojas.
"Yo sabía que a los humedales los quemó la oligarquía", "Ley de humedales queremos ya y que a las islas se las deje de quemar", "se va a acabar esa costumbre de quemar" son otros de los cánticos. Se gritan los nombres de algunos de los acusados por los incendios, como Enzo Mariani y Rufino Pablo Baggio. Al llegar a la mitad del puente, donde culmina la marcha para luego descender, en el kilómetro 2, una chica con megáfono pregunta: "¿Qué ley queremos?". "La consensuada", le responden. Adelante de todo, aparte de un vehículo de Gendarmería y dos de los manifestantes que transportan cosas necesarias para el acto, va una tolva de los excombatientes de Malvinas de Rosario de la cual sale agua fresca. Un vendedor de helados reconoce que se equivocó: vendió poco. "Debería haber traído agua", analiza, debido al calor y el trajín de la subida. La feria de comida que se va armando a los costados es la que, a su vez, alimentará a los que pasen la noche.
Hay varios políticos presentes. Del socialismo, el diputado nacional Enrique Estévez, autor de uno de los proyectos de Ley de Humedales, y los provinciales Joaquín Blanco y Lionella Cattalini. Del justicialismo, la diputada provincial Matilde Bruera y los concejales Norma López y Lisandro Cavatorta. Están Cele Fierro y Carla Deiana, dirigentes del Frente de Izquierda. "Las organizaciones hacen un trabajo y la política está llegando tarde", reconoce López. "Lo peor que podemos hacer desde la política es más humo", postula Cavatorta, consciente del desencanto y la desconfianza que hay en la sociedad, incluso en una semana muy movida políticamente. Tras la protesta de los intendentes de la región en el Obelisco, hubo un compromiso de Nación para hacer foco en la prevención del fuego y se estableció el día para el tratamiento de los proyectos para la Ley de Humedales, demanda histórica de la militancia.
La movilización entrecruza a la militancia más joven, la que pone más el cuerpo, con los pioneros: las organizaciones El Paraná no se toca y Taller Ecologista, por ejemplo. "Desde el punto de vista de la masividad es una marcha muy importante para quienes venimos de hace muchos años militando. Hemos ido de menor a mayor. A partir de 2019 se ha logrado una masividad que a uno le alegra el alma", expresa Sergio Rinaldi, reconocido periodista, quien todos los lunes, desde hace 29 años, realiza un ciclo vinculado a temas socioambientales. En medio del viento que se siente en las alturas, señala las islas y las describe como "pampeanizadas". "Parecen un campo cualquiera de la provincia de Buenos Aires. Es consecuencia de la ganadería intensiva, los incendios, la sequía. Hay muy poco de humedal, como si no hubiera río alrededor", describe. Circulando por el agua se ven lanchas, veleros y kayacs: el movimiento del parque náutico.
"Nos estamos dando la oportunidad de tener una jornada donde no hablamos de cuestiones tan técnicas y jurídicas. Estamos conteniendo a los compañeros afectados emocionalmente y dando visibilidad al problema. En medio de la tragedia es casi un día de celebración", expresa, por su parte Jorge Bártoli, de El Paraná no se toca. Prueba de lo que dice es cómo sigue el corte: con intervenciones artísticas, poesía, la música de Jorge Fandermole, observaciones astronómicas. Este domingo se realizará una asamblea. Al cierre de esta edición, unas 50 carpas ya están colocadas sobre el puente.
Qué dice el documento
“Estuvimos años usando un barbijo para cuidar nuestra salud y ahora nos aconsejan que lo sigamos usando a causa del humo, mientras el extractivismo ecocida atenta contra nuestra propia supervivencia”, cuestionó el documento. La principal exigencia fue el tratamiento del proyecto de Ley de Humedales que cuenta con el consenso de 380 organizaciones. Perdió estado parlamentario a fines de 2021 al quedar frenado en la comisión de Agricultura, Ganadería y Pesca. Los manifestantes se mostraron alertas porque hay varios textos en danza. “No queremos cualquier ley. No queremos la que abre paso a los explotadores de siempre, los negociados y especuladores”, aclararon.
Además, reclamaron: el financiamiento para y la implementación del Plan Integral Estratégico para la Conservación y Aprovechamiento Sostenible en el Delta del Paraná (Piecas) y del Plan de Manejo de Fuego, el cese “inmediato” de los terraplenes en las islas, la caza furtiva, la pesca indiscriminada para exportación, los grandes emprendimientos inmobiliarios, “así como toda otra actividad urbana incompatible con el humedal”. También, el cese “inmediato” de la tala de árboles en toda la ciudad y en el Parque Independencia en particular.
“Basta de falsas soluciones. Tenemos leyes de bosques, glaciares, de acceso a la información pública ambiental que no se cumplen. Una ley general del ambiente que tampoco se cumple. Exigimos su efectiva implementación ya”, expresaron. También pidieron “condena para los responsables”, ya que “todo territorio incendiado tiene un dueño identificable, que debe responder por esto”.