El hombre que pergeñó la síntesis más acabada entre el rock y la murga uruguaya, que se corrió de la dirección de Agarrate Catalina para experimentar con todos los géneros que se le aparecieran en el camino, emprende viaje con sus canciones hacia un terreno poco explorado. El ardor de los tablados y sus mundos corales se deberán reconfigurar para no perder su intensidad y poder sumergirse en un clima de cercanía e intimidad. Esta noche, el cantautor uruguayo Tabaré Cardozo comienza una pequeña gira por la Capital Federal y el Gran Buenos Aires para presentar un espectáculo que recorre en formato acústico los cinco discos que lleva editados como solista, en los que cristalizó ese maridaje entre murga y rock cimentado en letras que retratan las historias y los surcos del arrabal rioplatense.
“Lo hemos estado haciendo en Uruguay y funcionó muy bien. Es un espacio de mayor interacción con el público, donde el diálogo es algo que se disfruta más”, adelanta Cardozo en charla telefónica con PáginaI12, desde su casa en Montevideo. Hace dos años, el ex director de Agarrate Catalina, presentó aquí su último disco, Malandra. Y en el espacio que se mantiene abierto mientras cierra su nuevo trabajo discográfico, encontró un lugar para volver a experimentar. “Surgió un poco porque me encuentro en un período de ‘interdisco’. Armé un setlist en el que saqué las canciones donde el coro tiene mayor protagonismo y sumé esas otras más tranquilas que suelen quedar afuera cuando se presenta un nuevo disco, y yo me quedo con las ganas de cantarlas. También trabajamos nuevas versiones de las canciones que están siempre. Fue una manera de renovar el repertorio”.
Este nuevo repertorio, que surgió al poner sus canciones bajo un filtro acústico, también reconfiguró la formación con la que viaja Tabaré. Los teclados dejaron lugar al acordeón, el bajo fretless y el contrabajo pasaron al frente y las vibraciones vocales de la murga se ocultaron para que sean solo sus dos hermanos, Yamandú y Martín, los encargados de los coros. “Lo único que mantuvimos, pero adaptada a este formato, fue una guitarra eléctrica. No para volar la camiseta, pero sí para que no se pierda el espíritu más rockero de las canciones. Mantener la tímbrica, aunque no esté el volumen”.
–Usted se movió casi siempre entre el rock y la murga, en dosis iguales. ¿Entrar en este nuevo terreno lo llevó a repensar alguno de esos géneros?
–Lo que sucedió fue que se profundizó ese desprejuicio que siempre intenté tener, donde me meto con cualquier género. No sé con qué resultados (risas), pero con la intención de ser muy respetuoso. Trato de meterme con todo, sin miedo, desde foxtrot hasta cumbia villera, blues, tango, valsecitos peruanos. Y si tengo la corazonada de que un disco tiene que ser solo murga, hago solo murga. Pero le pongo el pecho a lo que venga porque me parece que las canciones son lo que mandan. Eso es bien de la canción de autor.
–¿Todos los géneros musicales tienen esa misma potencia transformadora que llevan desde su génesis el rock y la murga?
–Creo lo mismo que pensaba Alfredo Zitarrosa, “la música no puede ser nunca un arma, la música tiene que ser una herramienta”. Y eso que Zitarrosa era un artista muy combativo. Sin embargo tenía la grandeza y la delicadeza artística de pensar de esa manera. La búsqueda, más que de una cuestión de géneros, se trata de que el arte en sí no se transforme en un panfleto. Defender el arte hasta del arte mismo, y a su vez también ser comprometidos con la sociedad que coyunturalmente a cada uno le toca vivir. Tratar de ser honesto con un mismo y a su vez también ser consecuente, y no ser dogmático, es un equilibrio en el que siempre uno se está moviendo. Como un termómetro interno.
–Hace algunos años participó en la campaña del ex presidente uruguayo “Pepe” Mujica, grabando un jingle junto a Agarrate Catalina. ¿Cómo evaluó esa relación entre el terreno de la política y sus canciones?
–Nuestra posición, con la Catalina, nuestra cercanía con el “Pepe” Mujica, vino más bien por el lado humanístico y filosófico de lo que representa. Fue algo nuevo en Uruguay. Como habrá sido en Sudáfrica con Mandela, en la época del apartheid, por hacer un paralelo a grosso modo. Una figura como Mujica, de esa talla, trasciende lo político electoral. Y nuestra cercanía vino por ese lado. Más allá de las tendencias político electorales, lo verdaderamente importante es la cosmovisión que vos tengas acerca de un asunto. Pero también uno está en el medio de los procesos, y hay que tomar esas herramientas para poder abrazar causas mucho más grandes, y no quedarse en un lugar de contienda que termina por no aportar nada.
–¿No sintieron que esa cercanía podía limitar la capacidad de crítica que poseían como murga?
–A lo largo de la historia, como el Frente Amplio había sido oposición, todas las murgas participaban de sus campañas. Y participamos nosotros como todas las demás murgas, al igual que el 90% de los artistas yo diría. El rock y las murgas siempre fuimos contestatarios, entonces siempre estuvimos acostumbrados a pararnos cómodamente en la vereda de enfrente. En los últimos años, eso ha ido cambiando y ha sido bastante difícil saber dónde ponerse. Pero creo que se ha resuelto sanamente. Acá en el carnaval, las murgas, que son claramente de izquierda, las escuchás dándole palo abundante al gobierno. Y eso me parece muy sano, porque sino serían como bufones de la corte, que no tendría ningún sentido. Cualquier murga o banda de rock tiene esa disyuntiva al ir cambiando su contexto, la de cómo seguir el mandato del arte, ser fiel al hecho artístico, que no debe estar atado a ningún poder.
* Tabaré Cardozo se presenta hoy a las 21 en Niceto Club (Niceto Vega 5510); mañana a las 21 en El Teatro Bar (Calle 43 632 E/ 7 Y 8, La Plata), y el sábado a las 20 en Auditorio Oeste (Av. Rivadavia 17230, Haedo)