La Copa Davis volvió a representar, como tantas veces en la historia, una pesadilla. El paso del equipo argentino por Bologna, donde se disputó la fase de grupos de las Finales, sólo puede ser sintetizado con una palabra: decepción. La meta estaba planteada de antemano: conseguir la clasificación a los cuartos de final, en la instancia definitoria que tendrá lugar del 23 al 27 de noviembre en Málaga, pero el resultado fue un fracaso.
Guillermo Coria como capitán del equipo argentino
El conjunto de Guillermo Coria, que asumió la capitanía en el triunfo de marzo ante una disminuida República Checa —no vino el número uno Jiri Vesely— y en reemplazo de Gastón Gaudio, llegó con la ilusión intacta pero se fue con el dolor de una brusca caída. Argentina perdió todas las series de la zona: 1-2 ante Suecia, 1-2 contra el local Italia y 0-3 frente a Croacia.
Buscaba ser uno de los dos primeros del grupo con pasaje a Málaga pero terminó último. Disputó nueve partidos y apenas ganó dos, dos choques a cargo de los experimentados doblistas Horacio Zeballos (11°) y Máximo González (51°). Hay dos grandes razones que podrían explicar la debacle, además del flojo nivel del plantel en general: las desacertadas decisiones de Coria y el enigma alrededor de Diego Schwartzman (17°), el número uno que salió del equipo en las dos últimas series.
"El rival a vencer es Suecia; estamos contentos por abrir con ellos, con el mayor de los respetos", había deslizado el capitán, que confiaba en ganar la primera serie 3-0. Para sorpresa de muchos puso a Sebastián Báez (37°), de gran primera mitad de año pero en plena búsqueda de una recuperación, para acompañar a Schwartzman en los singles. El jugador de 21 años tuvo un digno papel y perdió en el tie break del tercer set ante Elias Ymer y la imagen que dejó el Peque más tarde fue frustrante: derrota 6-2 y 6-2 contra Mikael Ymer y, según sus palabras, el dolor de "un golpe de nocaut".
Primera alarma: por presente y condiciones —se jugó en la cancha rápida bajo techo del Unipol Arena— Coria pudo haber puesto a Francisco Cerúndolo (27° y debutante), un pistolero con gran desempeño en superficie dura. Báez acumulaba siete caídas en fila y tuvo la presión de abrir una serie clave para las aspiraciones de Argentina. Schwartzman, con un agobio extra siempre que juega la Copa, trasladó su año irregular a la cancha y ya no volvió a jugar.
¿Por qué Schwartzman no volvió a jugar en la Copa Davis 2022?
¿Por qué no estaría el número uno y único top 20 en las dos series más pesadas? “Lo que charlamos con Diego queda entre nosotros dos”, soltó Coria, quien en simultáneo dejó entrever que la determinación de la salida del Peque no fue suya: "La decisión se tomó en conjunto, con el cuerpo técnico. Hablamos con los jugadores y recién ahí tomamos una decisión. Diego la aceptó como un campeón; es un líder muy positivo”.
Hayan participado sus colaboradores Leonardo Mayer y Martín García, o haya sido el propio Schwartzman a través de la "auto-acusación" del nocaut, la decisión no la tomó sólo Coria. Acaso una de las potenciales razones haya sido porque, como capitán y dirigente —también es vocal de la comisión directiva de la Asociación Argentina de Tenis—, pretende seguir en la silla y le resultaría difícil sacar al número uno, representado por una agencia de marketing liderada por Mariano Zabaleta, también vicepresidente de la AAT.
Lo cierto es que Schwartzman acusó el revés inicial y fue reemplazado en el primer single por Cerúndolo, que tuvo que afrontar los dos mayores desafíos: jugó dos buenos partidos ante Jannik Sinner (11°) y Borna Coric (26°), las principales armas de Italia y Croacia. “No me importa si juego primero o quedo afuera. A mí me gusta estar. Jugué bien mis dos partidos pero me pusieron dos piedras", admitió el 86° jugador en vestir la camiseta argentina en la Copa Davis. Báez, por otro lado, completó su participación también con dos caídas en buenos partidos ante Matteo Berrettini (15°) y Borna Gojo (164°). Pero su presencia dice mucho de la estrategia: acumulaba siete golpes consecutivos en el circuito y, en la pelea por recuperar la confianza, fue el argentino con mayor participación con tres singles.
"Pusimos el equipo que creíamos que estaba mejor en cada serie. Estábamos convencidos y no nos salió. Hay que levantarse. Estoy golpeado: con el diario del lunes es fácil opinar. Ahora voy a bancar todas las críticas porque no ganamos y la gente esperaba otra cosa", reconoció Coria, cuya continuidad como capitán —se estima— no corre peligro. Agustín Calleri, el presidente de la AAT y amigo de Coria, le afirmó a este medio, en el inicio de su segundo mandato, el plan inicial para la Davis: "Cuando asumimos decidimos que iban a ser dos años para Gaudio y dos años para Coria; estaba planteado así. Guillermo es un apasionado del tenis".
Ahora la Argentina tendrá que esperar hasta febrero de 2023 para disputar los Qualifiers mano a mano contra uno de los equipos eliminados en la fase de grupos o bien uno de los ganadores de las series del Grupo Mundial I. De ganar volverá a la fase de grupos de las Finales; en caso de perder afrontará una eliminatoria por la permanencia.
La superficie, un escollo a futuro
En agosto de 2018, en la ciudad de Orlando, quedó decretado el histórico cambio de formato de la Copa Davis: en la asamblea general la Federación Internacional de Tenis (ITF) y el Grupo Kosmos, presidido por el futbolista Gerard Piqué, lograron el apoyo necesario entre las federaciones miembro.
A escasos tres meses del inicio del primer ciclo de Calleri, Argentina se inclinó a favor del cambio de formato, con Zabaleta como enviado en la asamblea. La AAT aportó un voto clave porque cuenta, en ITF, con un sufragio calificado de segundo orden, sólo detrás de las federaciones de los Grand Slams —Francia, Australia, Estados Unidos y Gran Bretaña— y de Alemania.
La profunda mutación atrajo fuertes ingresos por parte de la ITF, un aporte monetario bisagra para el desarrollo del tenis en las federaciones periféricas, pero Argentina quedó diezmada en términos deportivos: más allá de las series mano a mano, como los Qualifiers, siempre debe encarar instancias finales en canchas rápidas que van en contra de su matriz formativa sobre polvo de ladrillo.
"Consultamos de manera democrática a todos los jugadores. La respuesta fue muy amplia para que votáramos el cambio. Fue la única opción; no sé si es la mejor o la peor”, le contó Zabaleta a este diario semanas atrás, en retrospectiva. Calleri también opinó sobre aquella postura: "La Copa Davis había perdido interés; ya no era lo mismo y había que innovar. Estamos tranquilos: lo decidieron los jugadores". Los resultados, por el momento, no arrojan satisfacción: como potencia histórica Argentina no juega las semifinales del mundo desde la edición de 2016, cuando se consagró por única vez bajo la conducción del excapitán Daniel Orsanic.