Si todo es contradicción en el universo Banksy, el grafitero anónimo, leyenda del street art, cuyas obras valen millones, la exposición Banksy, Genius or Vandal?, que acaba de abrir sus puertas en La Rural, no es la excepción.
A través de 70 obras prestadas por coleccionistas de todo el mundo, que recrean sus famosos murales pintados en paredes prohibidas a mitad de la noche, es posible acercarse a su arte y conocer un poco más de su historia. Y aunque constituye la posibilidad inédita en la Argentina de encontrarse cara a cara con sus trabajos originales, es válido aclarar que la muestra no es oficial ni cuenta con la autorización del artista.
El recorrido es laberíntico y se estructura a través de varias salas que se hacen eco de las principales temáticas de sus trabajos, como el consumismo, la inmigración, la pobreza, la represión policial y, principalmente, las desigualdades del mundo. Hay óleos sobre lienzo, acrílico, spray sobre madera, serigrafías de edición limitada, esténciles sobre metal, esculturas, videos, fotografías y, lógicamente, ningún mural del artista reconocido a nivel mundial justamente por su arte callejero.
Entonces, la muestra que recrea su taller, con una sala inmersiva envolvente que recorre su historia, gafas de realidad virtual para viajar por las calles de Inglaterra a través de sus murales y selfie-points donde inmortalizar la experiencia para la vida efímera de las redes sociales, ¿se parece en algo a una muestra que organizaría el propio Banksy? La respuesta es obvia.
Hace unos años, en Rusia, alguien decidió presentar una de las primeras exposiciones globales que reunía un gran número de sus obras auténticas y cobrar entrada para verlas. Un fan le escribió al artista en redes sociales para alertarlo sobre aquella “estafa”, a lo que él respondió: “No estoy seguro de ser la persona idónea para quejarse de la gente que publica obras sin permiso”.
En Banksy todo es provocación: es capaz de crear un collage con la imagen de la niña de Napalm (una foto histórica de la guerra de Vietnam) caminando junto a un sonriente Ronald McDonald, de abrir un hotel en la frontera entre Palestina e Israel y promocionarlo con el eslogan “Las peores vistas del mundo” e, incluso, de instalar durante cinco semanas un supuesto parque de diversiones en ruinas, titulado Dismaland, con atracciones como una Cenicienta accidentada luego de chocar su calabaza.
Su carrera como artista urbano comenzó en las calles de Bristol en los 90 y despegó en Londres a principios de los 2000. Ha pintado la imagen de dos policías ingleses besándose, a una empleada de hotel que barre la basura debajo de una pared de ladrillos y a los protagonistas de Pulp Fiction empuñando bananas en vez de armas de fuego.
El héroe escurridizo del street art sale por las noches a sitios inesperados a pintar con esténcil: una plantilla calada que prepara primero en su taller para dejar luego, con spray, su impronta en el muro, lo que permite planificar el dibujo previamente y ejecutarlo con rapidez en el lugar. La muestra dedica una de sus salas a explicar en detalle esta técnica popular entre los grafiteros del mundo.
Desde 2004 que el artista decidió trasladar cada una de sus “pintadas ilegales” al pequeño formato, en carácter seriado, para comercializarlas en las casas de subasta. Y sus piezas, claro, se venden por millones, como ocurrió con su Parlamento involucionado: la Cámara de los Comunes del Reino Unido dirigida por chimpancés, que lanzó justo cuando se debatía el Brexit y se vendió por 12 millones de dólares.
No podía faltar en el itinerario la famosa Niña con globo, que pintó por primera vez en una vidriera de Londres y, según una encuesta, es la obra de arte favorita de los británicos, elegida como número uno del Reino Unido. Un hito cultural en la carrera de Banksy tuvo lugar cuando en 2018, durante una subasta en vivo, destruyó una serigrafía de esta obra que se encontraba dentro de un grueso marco victoriano, gracias a un sistema de control remoto.
Love Is in the Air, también conocida como El lanzador de flores, es posiblemente una de sus más conocidas creaciones, y en la exposición hay varios ejemplares, incluso, como tríptico. Pintada por primera vez en Palestina, retrata a un manifestante en una protesta callejera cuya cara queda oculta por un pañuelo. A primera vista, parece que está lanzando un cóctel molotov, pero en realidad lo que tiene en sus manos es un ramo de flores.
El artista que dirigió y protagonizó el documental Exit Through the Gift Shop ha otorgado el certificado de autenticidad a cada obra que integra esta muestra, una labor con la que legitima sus trabajos en pequeño formato (como pinturas, grabados, esculturas), tal como cuenta desde su web oficial que bautizó, con sorna, Pest Control (Control de Plagas). Como no puede hacer lo mismo con sus murales, se consideran como auténticos aquellos que aparecen en banksy.co.uk.
Los artistas del street art son los que suelen operar completamente al margen del mercado, porque no se puede criticar el establishment cuando uno pertenece a su círculo más exclusivo. Pero una vez más, Banksy salta la valla y vende en el mercado por millones, tematizando críticas al consumo y al capitalismo. Ha llegado a agregar en una de sus obras la leyenda “No puedo creer que ustedes, idiotas, realmente compren esta mierda”. Y luego hizo una edición limitada de grabados con el mismo título.
¿Es acaso Banksy el caballo de troya del arte contemporáneo? Tal vez aún no esté clara esa respuesta, pero mientras tanto vale la pena recordar una de las primeras exposiciones del artista en una galería de arte de Los Ángeles y, por cierto, una de las más convocantes, que tuvo lugar en 2006. La muestra incluyó un elefante real de cuatro toneladas con flores pintadas en su lomo. Según Banksy, “el elefante en la sala” representaba la pobreza en el mundo. Por el espacio reducido donde se albergaba el animal y las particulares características de la muestra, los visitantes llegaron a esperar hasta 90 minutos para ingresar a ver este experimento que tituló Apenas legal.
Para Banksy, “el mundo del arte es la broma más grande que existe”, según una de las pocas entrevistas que dio hace años a The New Yorker. “No me interesa convencer a la gente del mundo del arte de que lo que yo hago es realmente arte. Me preocupa más convencer a la gente del mundo de los grafitis de que lo que yo hago realmente es vandalismo”, decía en ese entonces.
Es recomendable realizar el recorrido por la exhibición, que ya se presentó en Nueva York, Las Vegas, Bruselas, Madrid, Barcelona, Milán, Lisboa, Tokio, Hong Kong, Osaka, Hiroshima, Moscú y San Petersburgo, con la audioguía para smartphones gratuita, que se puede descargar a través de un código QR en la entrada de la muestra.
Banksy, Genius or Vandal? se puede visitar en el Pabellón Frers de La Rural hasta el 16 de octubre, de martes a viernes, de 14 a 21.30, y sábados, domingos y feriados, de 10 a 21.30. Las entradas se encuentran disponibles a través de laruralticket.com.ar.