Medio de reunión que ha demostrado merced a su contracción y metodología de trabajo ser sumamente valioso para cualquier tipo de misión que le fuera asignada”. Esos halagos cosechaba durante la dictadura Isabelita, la integrante del Cuerpo de Informaciones de la Policía Federal Argentina (PFA) que estuvo infiltrada en Madres de Plaza de Mayo y cuya historia reveló Página/12. Quien la calificaba era Pedro Santiago Godoy, un oficial de inteligencia que ofició de torturador en los centros clandestinos conocidos como Club Atlético, el Banco y el Olimpo (ABO). Godoy no fue el único represor con el que terminó relacionada la espía –sobre quien la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación (SDH) tiene una teoría: que pudo haber estado destinada al temible Batallón de Inteligencia 601–. Con esa hipótesis, la oficina que conduce Horacio Pietragalla Corti le pidió al juez federal Daniel Rafecas que investigue a la mujer.

Entre 1979 y 1981, Godoy fue el oficial que calificó a Isabelita. Siempre se deshizo en elogios para la mujer que se había incorporado al organismo de inteligencia de la PFA en 1969. “Excelente integrante del Cuerpo de Informaciones, de relevantes aptitudes y nivel cultural, su contracción al trabajo y su nivel investigativo jerarquizan la calidad de su producción. Merece la más alta calificación”, escribió en otra oportunidad Godoy.

El torturador Pedro Santiago Godoy elogia la metodología de trabajo de Isabelita.


En los centros clandestinos ABO, a Godoy lo conocían como “Calculín”. Tenía pocos pelos, usaba anteojos gruesos y arrastraba un poco una pierna después de un accidente que sufrió en 1976. Algunos sobrevivientes de esos campos de concentración lo recuerdan dentro de la sala de interrogatorios y haciendo todo el paquete de inteligencia para mantener la maquinaria de muerte en funcionamiento: confeccionaba organigramas de las organizaciones, mapas y reconstruía las historias de los militantes para continuar con las caídas.

“Calculín” era un cuadro de inteligencia. Había entrado al Cuerpo de Informaciones en 1958, once años antes que Isabelita. En 1976, era docente de la materia “Revolucionaria y Antisubversiva” en la División Instrucción y tenía bajo su ala –según él declaró– un grupo celular dedicado a tareas de Contrainteligencia. En 1979, Godoy tuvo a su cargo –créase o no– la custodia de los integrantes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que visitaron el país para recoger información sobre los graves crímenes que se estaban cometiendo. Él y sus espías se ocuparon de todo: cubrieron los lugares donde se alojaban o donde se trasladaban e incluso tenían el foco puesto en las personas con las que se entrevistaban.

Entre 1979 y finales de la dictadura, Godoy estaba destinado a la Dirección General de Inteligencia y era uno de los jefes del Departamento de Situación –donde revistaba Isabelita técnicamente, aunque en su legajo figura una comisión sin especificar adónde había sido enviada–, lo que robustece la teoría de que podría haber ido al Batallón 601–.

Godoy no era un oficial de inteligencia más dentro del Cuerpo de Informaciones. Estuvo destinado a uno de los grupos de tareas que funcionaron bajo la órbita del Batallón 601, por eso el exPrograma de Verdad y Justicia –que depende de la SDH– sospecha que Isabelita podría haber seguido sus pasos y desde allí hecho o continuado la infiltración en Madres de Plaza de Mayo.

Isabelita había tenido una comisión al Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) entre mayo de 1971 y agosto de 1972. Los expertos de la SDH que analizaron cientos de legajos advirtieron que esa comisión no era frecuente. Solo la hallaron en otro legajo de otro integrante del Cuerpo de Informaciones que entre 1977 y 1978 había estado destinado al Batallón 601. Isabelita tenía mucha relación con la esposa de ese compañero del Cuerpo de Informaciones. Su nombre aparece mencionado en varios tramos del legajo de Isabelita como una referencia.

Uno de los fundadores del Atlético

La SDH advirtió que Isabelita también fue calificada por un comisario que aparece en un documento desclasificado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos sobre la creación del centro clandestino Club Atlético, que funcionó en San Juan y Paseo Colón antes de mudarse hacia la locación del Banco en 1978.

Se trata de Alfredo Aramis Beau –ya fallecido–, que según la CIA fue identificado como uno de los líderes de segundo nivel dentro de la “nueva unidad” –léase centro clandestino– junto con el subcomisario Sutil. “Ambos estaban a cargo de los aspectos de inteligencia y de decidir nuevos blancos”, explicaban los espías norteamericanos.

Aramis Beau, mencionado en un desclasificado de la CIA.

A Isabelita la calificó durante la dictadura de la Revolución Argentina --varios años antes de que se pusiera en funcionamiento el "Club Atlético"--. “Cuenta con aptitudes sobresalientes para desempeñar su función. Mucha iniciativa y alto nivel cultural”, escribió Aramis Beau.

Un papel clave

Los hallazgos de la SDH muestran que Isabelita estuvo bien inserta en la estructura represiva durante los años ‘70. Hasta ahora se sabía –por su legajo– que había estado infiltrada en Madres de Plaza de Mayo porque así lo dice una certificación de servicios.

Constancia de que Isabelita estuvo infiltrada en

En 1982, un superior recomendó que Isabelita fuera trasladada a Mar del Plata por dos razones: para reunirse con su pareja –un agente del Batallón 601 que estaba destinado a la ciudad balnearia-- y para darle aire porque aparecía en una denuncia que había hecho en el ámbito internacional un exagente. La denuncia a la que se refería era una larga declaración que dio Luis Alberto Martínez –conocido como “Japonés”-- en Suiza en la que dijo que la PFA había estado involucrada en los secuestros de la Santa Cruz. “Se había infiltrado entre las Madres de Plaza de Mayo una mujer, Isabelita, del Cuerpo de Auxiliares de Inteligencia, anexado a Seguridad Federal”, declaró en 1981 Martínez.

Por estos hechos, el juez federal Ariel Lijo resolvió investigar si Isabelita estuvo involucrada en los secuestros de las tres fundadoras de Madres de Plaza de Mayo –Azucena Villaflor, Esther Careaga y Mary Ponce de Bianco–, las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet y los otros siete militantes que fueron llevados a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) después de que el marino Alfredo Astiz se infiltrara entre ellos, haciéndose pasar por el hermano de un detenido-desaparecido.

Lijo dispuso una serie de medidas para reunir información sobre la exintegrante del Cuerpo de Informaciones –cuyo nombre real no se difunde porque no ha sido desclasificado y porque podría entorpecer las investigaciones– a partir de un pedido de la SDH que fue apoyado por el fiscal Eduardo Taiano.

La SDH ahora presentó otro pedido para investigar a Isabelita en otro juzgado: el de Daniel Rafecas, que tiene a su cargo la mega investigación sobre crímenes en el ámbito del Primer Cuerpo de Ejército. Como tal tiene una causa centrada en la estructura de la Superintendencia de Seguridad Federal (SSF) –de donde dependía el Cuerpo de Informaciones–. Quizá los años en las sombras de Isabelita, que durante la democracia formó a los oficiales de inteligencia de la PFA, vayan llegando finalmente a su fin.