"¡Tetra presentación de historietas!" dice el título, y es notablemente así. "Es algo inédito en la ciudad, con tres editoriales y muchos autores, gran parte de ellos de Rosario", dice el dibujante Pablo Colaso. Hoy a las 18, en Salón de Actos de Facultad de Humanidades y Artes (Entre Ríos 758), dibujarán y dialogarán con el público los responsables de Sudoku (Loco Rabia) ‑guión de Alejandro Farías y Otto Zaiser, dibujos de Pablo Colaso‑, Burn (Atmósfera) ‑guión de Lucas Alarcón, dibujos de Leo Sandler‑, y las antologías Fábulas en Viñetas (Loco Rabia) y Edípica (Loco Rabia/Mala Praxis).
Entre todos, el caso de Sudoku es ejemplar, ya que su notoriedad viene de la mano del dibujante, Pablo Colaso, un profesional dedicado al medio desde los tiempos de la autoedición en fanzines de los '90, fundador por esos días del sello Sacapunta Cómics, diseñador gráfico y docente. Si algo faltaba en su trayectoria, en tanto merecimiento y relieve, era la novela gráfica. El libro está bellísimo, y conjuga su talento -de raigambre visual cercana a la "línea clara" de la escuela franco‑belga, algo no demasiado habitual entre los artistas de la ciudad‑ con los guionistas de Buenos Aires Otto Zeiser y Alejandro Farías.
"¡Tetra presentación de historietas! Es algo inédito en la ciudad", dice el dibujante Colaso.
"Sudoku nació hace varios años durante un almuerzo en el restaurant El Cortijo, del barrio Monserrat de Buenos Aires", recuerda Zeiser. "El guión lo escribimos en conjunto con Alejandro Farías y el proceso fue muy natural, hicimos un capítulo cada uno, pero pronto los personajes tomaron vida propia y dejaron de pertenecernos, actuaban solos. Hasta el día de hoy nos cuesta reconocer quién escribió cada parte". Farías aclara que "el responsable primero es Otto, fue él quien me invitó a escribir". Y agrega: "Sudoku es la historia de tres chicos, en la etapa entre la adolescencia y la madurez, que están en la cacería de amores y terminan forjando sus destinos. En algún punto, es una comedia dramática".
En la elección del dibujante, los escritores coinciden en las apreciaciones. "Luego de algunas historias cortas, con Pablo siempre quise hacer algo más grande. Por su estilo y por el tipo de historia que plantea Sudoku, creímos que él era el indicado. Y fue lo que pasó, anduvo bárbaro", dice Farías. Más aún, Zeiser es también dibujante "pero en este caso no me veía, por lo que acudimos al genial Pablo, que aceptó sin pensar que iba a sufrir años a la vela del tablero". La alusión parece ser literal, ya que -según Farías‑, "la idea era que la novela tuviese nueve capítulos, así como cuadraditos tiene el sudoku; a su vez, nueve cuadritos por página. Fue un engaño, porque en verdad, ¡le hicimos dibujar dos novelas gráficas! Pero ya había dicho que sí".
Al respecto, Colaso advierte que "el primer año fue accidentado, no sé si llegué a las diez páginas, así que el proyecto se extendió durante tres años. Además, yo también lo editaba, tonalizaba, rotulaba, es decir, todo el trabajo gráfico visual lo armaba yo". Colaso se describe como "un tipo antipráctico para trabajar", y recuerda que "los primeros originales que hice eran muy grandes. En un Crack Bang Boom hubo una reunión de dibujantes, y allí (el dibujante) Carlos Aón me dijo: 'si vos seguís con esto no lo vas a terminar más'. Así que gracias a él me decidí por cambiar el tamaño de los originales".
La afinidad con la "línea clara" que manifiesta el trabajo de Colaso tiene nombres de preferencia, repartidos entre autores franceses y canadienses como Charles Berbérian, Seth, Michel Rabagliati, "tipos que tienen una línea que es bastante simple y divertida para trabajar. Yo agrego algunos elementos propios, como si se tratara de una mélange de varios autores más un toquecito personal".
En el ida y vuelta entre guionista y dibujante "siempre sucede algo completamente nuevo", explica Farías, "y cuando Pablo nos empezó a dar las páginas, con Otto dijimos: 'es esto'. Enganchó en seguida con lo que queríamos contar: con los personajes, el ritmo, el movimiento. Hay viñetas en donde hay mucha información, en donde se necesitaba de mucha profundidad por parte del dibujo, y Pablo lo resolvió. Siempre nos sorprendió".
Otro autor local y de hacer imparable es Leo Sandler, cuyo Burn le exhibe en plenitud formal, junto al guión del venadense Lucas Alarcón. "Es una historia cortita, de 22 páginas, con la idea de que sea la primera de una serie con temática similar", cuenta el dibujante. "Cuando Lucas empezó a escribir el guión, yo le hice una especie de síntesis de la que él no se había dado cuenta: 'vos estás escribiendo una historieta de superhéroes sin superhéroes, donde hay gente que no quiere ejercer esta función'. Porque, básicamente, ¿qué pasaría si vos, como persona normal, con tus defectos y virtudes, tuvieras una especie de poder o habilidad? Evidentemente, no lo mostrarías ni harías el bien desinteresadamente. Es una premisa que me parece muy interesante, muy de calle, y hasta con un toque sobrenatural".
De todos modos, la lectura de Burn arroja oscuridad, angustia y brutalidad. En ese sentido, Sandler comenta que "al leer el guión, tuve la idea de trabajarlo con mucho contraste, sombras y pocos medios tonos, ya que la historia es sofocante y transcurre en lugares cerrados".
Las antologías Edípica y Fábulas en Viñetas presentan un numeroso repertorio de artistas, entre los cuales hay muchos rosarinos. En el primer caso, a partir de una mirada variopinta sobre la maternidad, con el guionista Walter Koza en el rol editor; y en el segundo, las fábulas conocen su transposición a los cuadritos gracias al ardid editor y dibujante Marcos Vergara.