Gabriel Meyer Halevy nació en Córdoba, pero hoy es un ser nómade, un ciudadano del mundo. O mejor, es un militante por la paz que trasciende las fronteras. Es músico, contador de cuentos, escritor y artista multidisciplinario. Su historia está atravesada también por la militancia social, el respeto a la diversidad cultural y los derechos humanos. Es que Meyer Halevy es hijo del rabino Marshall Meyer z'l, activista por los derechos humanos durante la última dictadura cívico-militar argentina. “En el espectáculo voy narrando cuentos y cantando canciones sobre mi trabajo por la paz”, cuenta el artista. “Creo que es un tema muy relevante ahora en la Argentina, con la sociedad tan dividida y tanta polarización. Entonces, me interesa generar experiencias para crear comunidad”, dice sobre este show que propone un recorrido por culturas, religiones y caminos. La presentación será este martes a las 20 en el Chacarerean Teatre, Nicaragua 5565.
“Estuve muchos años radicado en Medio Oriente, en Israel, donde trabajé mucho por la paz entre israelíes y palestinos, y hace tres años vendí mi casa y soy nómade”, cuenta el músico y activista por la paz. “Viajo todo el tiempo. Ahora vengo de México, Costa Rica y Colombia donde hice talleres de meditación, juegos y movimiento, y actividades para generar comunidad a través de cantos y cuentos”. En escena, Gabriel Meyer Halevy estará acompañado en guitarras y percusión por Tincho Morales y contará con un invitado especial: León Gieco, que compartirá algunas canciones. Además, se espera la asistencia de Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, y Adolfo Pérez Esquivel.
Su amistad con el cantautor santafesino surgió a partir de una versión de “Solo le pido a Dios” que hizo en 2013 en cuatro idiomas: hebreo, persa, castellano e inglés. “Una amiga en común, Isabel de Sebastián, me pasó el contacto de la mánager de León y a los tres días me llamó por teléfono a Israel. Yo estaba chocho. León me dijo que le encantó la versión. Y al poco tiempo me llamó de vuelta y me propuso hacer un video con la canción. Entonces, le mandé la versión mía y los Hermanos Dawidson hicieron el video”, cuenta el artista. “Y cuando llegué a la Argentina, León me presentó en la tele y en los medios. Fue un lujo de anfitrión en Buenos Aires. Y quedamos amigos. Ahora cuando le dije que venía se acopló al show”.
-¿En qué momento surgió la idea de hacer la versión de “Solo le pido a Dios” mezclando cuatro idiomas?
-Era porque Israel e Irán estaban por entrar en guerra. Entonces hice un disco con todos los "enemigos" de Israel haciendo música: paquistaníes, una cantante palestina, una cantante iraní, entre otros. Entonces, era un poco reflejar la frase "Solo le pido a Dios, que la guerra no me sea indiferente" en el contexto de la guerra en Medio Oriente. Y poniéndole instrumentación de ahí, como un laúd, que se mezcla con un bombo legüero en la canción. Y creo que a León le interesó muchísimo, además del compromiso con la paz, también el tema de que musicalmente se vaya un poquito de Sudamérica y haga fusión con el sonido de Medio Oriente, que es algo que no está muy explorado.
-¿En general en tu música hay una intención de transmitir un mensaje vinculado con la tolerancia hacia el otro y el respeto a la diversidad?
-Sí, la idea es celebrar la diversidad. Porque somos todos distintos y todos tenemos cabida en este mundo. Si estamos vivos y respirando es porque tenemos que estar acá. Entonces, es cuestión de encontrar cuál es el regalo y la medicina de cada persona. Es como una rosa y una violeta, nunca se van a poner a pelear y una le va a decir a la otra "yo soy más linda que vos". Entonces, nosotros como humanos tampoco deberíamos hacer eso. La intención es celebrar la diversidad y las diferencias, porque eso es lo que nos hace interesantes y ricos, más allá de lo que pensemos y de la posición que tengamos. Y eso creo que es muy valioso en la Argentina y más después del atentado terrible que hubo (contra la vicepresidenta). Porque más allá de las posiciones ideológicas y la política está la vida. Cuando estás triste, las lágrimas no tienen bando, es algo humano. Cuando hacíamos encuentros en Medio Oriente y la gente lloraba, no eran lágrimas palestinas o israelíes, era tristeza humana. Y todos se podían abrazar en esas tristezas. Entonces, la idea es recuperar ese campo en común que tenemos los seres vivos, los humanos y sumar a las montañas, los árboles y los ríos. Somos jardineros del planeta, no los dueños.
-¿Y creés que justamente la música es una herramienta ideal para unir culturas?
-Sí, porque la música es una forma de gobierno muy armónica y muy democrática, porque cuando estás cantando y entra otro instrumento no importa quién lidera, importa si está en armonía. Entonces, la música abre corazones, te abre el cerebro, la parte límbica. Porque si estás en la parte reptiliana del cerebro lo que aparece es el ataque o estar a la defensiva. Pero la música te trae la otra parte del cerebro, que es la parte del mamífero, que conecta con la ternura y la calma. Y ahí podés llegar a la parte más profunda del cerebro. Lo importante es encontrar soluciones a nivel cooperación y no a nivel competencia. La idea es que todos estemos bien más allá de nuestras posiciones ideológicas. La naturaleza, el humor y la música nos traen medicina. Y eso estamos necesitando en la Argentina y en el mundo.