Martín Del Río, el sospechoso del doble parricidio de Vicente López, fue identificado por su suegro como la persona a la que las cámaras de seguridad de la zona registraron llegando y retirándose del lugar del crimen el día del hecho. En la testimonial que brindó ante la fiscalía, el hombre aseveró que lo reconoció por su forma de caminar.
En tanto, la justicia aceptó suspender la ampliación de la indagatoria para María Ninfa “Nina” Aquino, la empleada de las víctimas que estuvo 13 días detenida por el caso. La mujer, acusada de “entregadora”, originalmente había sido citada para este martes, pero la diligencia se postergó a pedido de su defensa.
El lunes, los fiscales Alejandro Musso, Martín Gómez y Marcela Semería, recibieron la declaración testimonial del suegro del acusado, Miguel Sánchez, una de las últimas pendientes.
El testimonio de Sánchez, que se dedica a la actividad rural y vive en General Villegas, era importante porque es dueño del departamento de la calle Virrey Arredondo 2465, de Belgrano, que a veces prestaba a su yerno para que usara de oficina.
Para los fiscales, ese departamento es clave porque Del Río quedó registrado por las cámaras al llegar al lugar en su camioneta Mercedes Benz a las 20.02 del día del crimen , y permanecer allí 50 minutos.
Según la hipótesis de la acusación, Del Río se sirvió del lugar para realizar una parada clave allí luego de cometer el crimen. De acuerdo con la investigación, habría sido a ese departamento que concurrió para ir a bañarse y descartar evidencia de los parricidios: las cámaras lo registraron saliendo por el hall con una bolsa de tela aparentemente pesada, en la que habría cargado el DVR con las grabaciones de las cámaras de la casa de sus padres; luego, también lo registraron regresando con la misma bolsa aparentemente vacía.
Cómo lo reconoció el suegro
Sánchez “no dudó en afirmar que, por su manera de caminar, se trataba de su yerno Martín Del Río”, señaló uno de los investigadores judiciales, quien precisó que el suegro lo identificó cuando los fiscales le exhibieron las grabaciones del sospechoso al que llaman el “caminante encapuchado”. Ese hombre quedó filmado el día del hecho en dos horarios en relación a la casa de Vicente López: a las 17.33 ingresando, y a las 18.30 saliendo.
Los fiscales también le mostraron el video en el que, durante la indagatoria, hicieron caminar a Del Río por un pasillo de la fiscalía. Sánchez aseguró que el esposo de su hija no caminaba así y que se notaba que estaba fingiendo.
Sánchez fue el tercer testigo que reconoció a Del Río por su modo de caminar -zigzagueante, con pasos cortos y levantando las rodillas-, en los videos que registraron al sospechoso que, cubierto con la capucha de un buzo, barbijo y gorra, caminó ida y vuelta unas 30 cuadras entre Núñez y Vicente López, para llegar y salir del sitio donde se cometió el doble crimen. Antes lo habían identificado su hermano, Diego Del Río, y la agente inmobiliaria con quien el sospechoso mantenía una relación extramatrimonial.
“Este hijo de puta nos cagó la vida”, fue otra de las frases que Sánchez dijo a lo largo de su testimonial en la que, según fuentes de la investigación, comprometió a Del Río. Entre otras cosas, el testigo explicó que le llamó la atención que hubiera toallas colgadas en el baño del departamento, y que daban la sensación de que alguien se había bañado, lo que reafirmó la sospecha de los fiscales acerca de que Del Río usó el lugar para descartar evidencia y ducharse.
Una indagatoria suspendida
Por otra parte, la declaración indagatoria de Aquino que estaba pautada para este martes, ante la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) de Vicente López Este, quedó suspendida a pedido del abogado de la mujer, Hugo López Carribero. La diligencia había sido solicitada cuando su clienta aún estaba detenida por el caso.
Aquino, de 64 años, quien trabajó 12 años en la casa del matrimonio asesinado, estuvo detenida casi 13 días, sospechada de haber “entregado” a las víctimas.
Esa presunción había sido abonada por el ahora detenido Del Río, pero el juez de Garantías 1 de San Isidro, Ricardo Costa, ordenó la liberación de la mujer cuando las evidencias de la investigación comenzaron a apuntar hacia el hijo menor de las víctimas.
Un crimen a sangre fría
El abogado jubilado, expolicía y comerciante José Enrique Del Río, de 74 años, y su esposa María Mercedes Alonso, de 72, fueron hallados asesinados -él de tres balazos y ella de uno-, el 25 de agosto. Los cuerpos estaban en el interior de su automóvi,l en el garaje de su casona de la calle Melo 1101, de Vicente López.
Su hijo menor, Martín Del Río, fue detenido el 7 de septiembre como autor del presunto doble parricidio, imputado por "doble homicidio cuádruplemente calificado por el vínculo, la alevosía, por criminis causa (matar para lograr la impunidad) y por el uso de arma de fuego", que prevé como única pena la prisión perpetua.
La hipótesis de los fiscales es que Del Río, que heredó los negocios de su padre, llegó a la casa de la calle Melo el 24 de agosto por la tarde. Una vez allí, convenció a sus padres de subir al auto Mercedes Benz E350 que estaba estacionado en la cochera, y una vez allí los ejecutó con una pistola calibre 9 milímetros desde el asiento trasero. Luego, simuló un robo y huyó.