"Algo en común" es una muestra curada por la pareja, en la vida y en el arte, que forman los bordadores Leo Chiachio y Daniel Giannone. Se encuentra hasta el 28 de octubre en El Obrador Centro Creativo - Sala El Yunque (Bartolomé Mitre 1670, CABA, a solo dos cuadras del Congreso) y es una invitación a celebrar cuatro proyectos: Arte en barrios, El Enredo, Mumora y Pequeños Aprendices - Zona Imaginaria.
En todos los casos se trata de obra surgida en espacios colectivos afectuosos con participantes en situaciones de fragilidad social. “Estas iniciativas buscan crear espacios de encuentro, de comunicación en comunidad, de diálogo vecinal y con el otro, y se detiene a generar puntos en común desarrollando sus propias narrativas, recorridos, estrategias de formación y audiencias, todas ellas, en comunidades independientes, fuera de la academia y las instituciones privadas en un tiempo donde todo está determinado por lo vertiginoso y lo voraz; a veces algunos de estos espacios están caracterizados por el abandono tangible y mental”, explica la dupla curatorial, que hace un tiempo experimentó una labor similar bajo el título de "Tarea".
Con una obra reveladora de la vida doméstica de su pareja gay, gigante por la cantidad y, en algunos casos, por sus dimensiones, Chiachio y Giannone no sólo han alcanzado una proyección internacional como artistas textiles con una laboriosa obra propia sino que, además, en los últimos años sobre todo, le están dando un enorme empuje al trabajo de otres artistas, a través de sus clínicas de taller, en las que guían el proceso de producción de cada participante, y promueven distintas exhibiciones para propiciar el lazo artístico y social.
En este caso lo común de los cuatro proyectos que, hay que aclararlo, no funcionan conectados entre sí, “es la presencia motora de mujeres artistas que piensan las prácticas desde su capacidad transformadora; cada una de ellas busca reunir en un proyecto común las prácticas de fortalecimiento social y artes manuales: cerámica, bordado, costura, encuadernación, entre otras”. El hacer de estas mujeres es una máquina sensible e intelectual generadora de talentos que las potencia y ha logrado producir cambios reales e incidir en el contexto social inmediato en el que está inscripto.
“Apelan a la integración y encuentro del arte contemporáneo donde prima el diálogo horizontal, valorando todos aquellos conocimientos que surgen del proceso. Buscan conectar con el otro, con uno mismo y el arte; en donde el hacer con las manos sean momentos de transformación. Son esos procesos, parafraseando a Italo Calvino, ‘de más cielo y menos infierno’.
”Los participantes de la exhibición son los grupos Arte en barrios, talleres de artes y oficios que funcionan en diferentes barrios vulnerados de la Ciudad de Buenos Aires bajo la coordinación de Constanza Martínez; El Enredo que, con la dirección de Marina Gryciuk, Gimena Galli, Olga Moyano y María Blanco, tiene lugar en el penal de mujeres Nro. 5 de Rosario y es parte de los talleres que desarrolla la ONG Mujeres tras las Rejas; Mumora, Museo Móvil de la Randa, nacido en El Cercado, departamento de Monteros, Tucumán, con la intención de acercar el trabajo de las randeras, llevando el patrimonio cultural de este arte a distintos lugares, gracias al trabajo de la antropóloga Lucila Galindes y la artista e investigadora Alejandra Mizrahi; Pequeños Aprendices – Zona Imaginaria, talleres de arte para niños de la comunidad barrial en Villa Jardín, San Fernando, provincia de Buenos Aires, que impulsa Lucrecia Urbano.
En el caso de la randa, vale aclarar que se trata de un trabajo artesanal con hilo y aguja que va formando una red que sostiene al bordado y se realiza desde los tiempos de la colonia. Como buenos exploradores de oficios terrestres, a los artistas que en este caso trabajaron como curadores les gusta indagar la diversidad de nominaciones que tiene “lo común”: usual, habitual, frecuente, corriente, ordinario, colectivo, público, general, universal. También sus antónimos: extraordinario, inusual. En ese juego con las palabras, bordan y multiplican las posibilidades expansivas de la tarea manual.
Un mundo -y el arte- en común
“Los artistas que participan han logrado que su trabajo se convierta en acciones y relaciones que amplían su campo de producción y conocimiento más allá de la obra como resultado final”. Hoy, en una cultura en la que prima la individualidad, es un desafío hablar de algo en común, en un mundo común, compartiendo una vida en común. “Sin embargo, la ciudad, el barrio, el territorio en el que habitamos, es la base de la vida en común, el espacio donde se establecen las relaciones humanas, ¡cuando lo común se transforma en extraordinario!”, coinciden Daniel y Leo.
Para ellos cada uno de estos proyectos es “un médium transformador, por eso es importante entender cómo funcionan, qué efectos producen, qué realidades construyen o cómo se construyen los sujetos en estas realidades y ojalá sean como células que se reproduzcan, que contagien y creen otros nuevos espacios”. Les gusta imaginar cada encuentro, cada día del hacer, como activaciones de memoria, de experiencias y testimonios. Los encuentros “nos ayudan a pensar y repensar cómo podemos construir una nueva sociedad a partir de voluntades individuales que se preguntan qué tienen en común”, señalan. "Algo en común" evoca aquella suave y poderosa frase del escritor José Saramago: “Vivimos en un espacio, pero habitamos en una memoria”.
"Algo en común" puede visitarse de lunes a viernes de 11 a 19.
Instagram: chiachiogiannone