En la abultada cartelera porteña, un nuevo nombre se está instalando con una presencia creciente. Es Leandro Airaldo, actor, dramaturgo y director cordobés que se formó en Buenos Aires. Estudió Dramaturgia en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático y realizó la diplomatura en Dramaturgia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Cristian Drut, Julio Chávez, Mauricio Kartun y Ricardo Monti fueron sus maestros más influyentes. Este creador de voz pausada y amable tiene un puñado de obras en cartel que, en forma silenciosa y en ciertos casos no tanto, van conquistado al público y a la crítica.
Por un lado, Enamorarse es hablar corto y enredado, la pieza intimista estrenada en 2017 que ya superó las doscientas funciones. Narra el encuentro en una plaza de un hombre y una mujer que provienen de mundos muy distintos y se acercan cada vez más. La propuesta recorrió festivales, ganó premios y sigue llenando los sábados a las 22.30 la sala del Camarín de las Musas (Mario Bravo 960). Cada función termina en ovación, con una sensación de alegría y emoción intensas por la ceremonia compartida.
Airaldo construyó un texto que se va complejizando a medida que avanza: las formas de hablar del hombre de campo y de la joven aficionada a las letras produce malentendidos, desencuentros, humor. Las dificultades para entenderse crecen, como también la atracción entre ellos. Sólo un banco de plaza, un elenco afiladísimo (Emiliano Díaz y Sol Rodríguez Seoane se sacan chispas) y un dispositivo escénico efectivo, sumados al texto y a la precisa dirección de Airaldo, son los elementos esenciales de un trabajo imperdible para los amantes del teatro de cámara, el que elude las grandes puestas y los artilugios.
Resulta asombroso cómo dos intérpretes sentados, con mínimos movimientos, y un texto que amplifica su poder hipnótico, capturan la atención, sorprenden, generan sonrisas, carcajadas y hasta lágrimas en la platea. “Confío en esas imágenes azarosas que aparecen como disparadores para ponerme a escribir sin saber de mucho de antemano, sin decir: ‘Voy a ponerme a escribir sobre tal cosa’. Creo en esas imágenes, como si de algún modo intuitivo, sintiera que pueden tener un despliegue dramático. Esta obra nació de una imagen que tuve: un banco de plaza, un hombre vestido como un gaucho y una chica de ciudad. Pero no me encasillo en pensar que la escritura funciona siempre así. Para nada. En este caso si lo fue”, cuenta Airaldo a Página/12. Y agrega: “La obra está atravesada por un profundo encantamiento: cómo a partir de ese diálogo que empiezan a tejer, a ese acercamiento que empiezan a desarrollar, comienzan a producir un universo encantado, apoyado en la escenografía, en el sonido. Como si estuvieran en una zona suspendida en la que todo empieza a girar”.
Geografías es otra de sus creaciones. Se puede ver los viernes a las 20.30 en Patio de Actores (Lerma 568). A diferencia de la anterior, no la dirige: la puesta en escena y dirección son de Marcelo Moncarz. Nuevamente una dupla en escena: dos seres en apariencia distantes pero también con necesidad de conectar. Cécile Caillon compone a una mujer desolada tras romper con su novia. En la parada del colectivo se topa con un joven que también está solo (Nicolás Asprella). Nuevamente la forma en que cada uno se expresa parece separarlos: él es totalmente literal, ella más poética. Él es obsesivo con las palabras y no solo con ellas, con casi todo: cuenta, mide las distancias, sabe muchísimo de ciencia y del universo; mientras que ella tiene una suerte de sabiduría espiritual, de confianza en fuerzas que superan el entendimiento. En una noche larga habrá posibilidad para el acercamiento de estos dos personajes que necesitan del otro para sentirse mejor.
“El encuentro entre dos desconocidos en un espacio público, y cómo a partir de esa situación puede suceder una instancia nueva en la que a ambos algo se les modifica, o algo entra en revolución internamente, es un tema que me atrae mucho”, señala el dramaturgo.
Al terminar el secundario, Airaldo dejó Villa Carlos Paz y se vino a Buenos Aires a estudiar teatro. Tomó durante años clases de actuación y al entrar en contacto con textos teatrales, empezó a interesarse por la escritura. Comenzó a estudiar dramaturgia y a producir sus propios textos. Hoy combina el quehacer teatral con la docencia. Da clases de dramaturgia y actualmente está dirigiendo una obra escrita por un alumno suyo: 1989, de Teodoro López (los viernes a las 20 en el Teatro Del Pueblo). La trama se centra en el reencuentro de tres hermanos para exhumar el cuerpo del padre y trasladarlo a un nicho. Los hijos asumen así una tarea encomendada por el padre, que incluye un elemento misterioso conservado por uno de los hijos y que también deberá guardarse en el nicho. Crisis económica y política, tensiones familiares, secretos, machismo, pinceladas de humor típico de la época con referencias a Olmedo y Porcel, y un diseño escenográfico que potencia los enredos, para una pieza que cruza dos sistemas en descomposición, el familiar y el económico. Y en octubre, el prolífico teatrista va a estrenar Tarántulas, obra de su autoría que subirá a escena en el Centro Cultural El Deseo, con actuaciones de Tea Alberti y Erasmo Moncada. “Esta vez vuelvo a escribir sobre una dupla pero es una propuesta más oscura, más grotesca. No son dos personajes desconocidos como en Enamorarse… y en Geografías. Son una madre y una hija envueltas en una tragicomedia”, anticipa.