“Creo que entre les pibas no hay necesidad de decir soy heterosexual o soy lesbiana, lo que se dice es ´me chapé a tal y está todo bien´”. Es la voz de Maica que tiene 17 años y está terminando la secundaria en una escuela pública de la Ciudad de Buenos Aires. Así define los vínculos de una adolescencia post pandémica y post Ni Una Menos, donde pareciera que las relaciones se definen más por las prácticas que por las identidades.

Con las etiquetas que implosionan, los corazones del piberio que se corren de la heteronormatividad laten bien fuerte. En sus historias se abren preguntas acerca de los vínculos, el noviazgo, la pareja y el chape. Si va el romanticismo o si la pregunta ¿qué somos? es importante. El ghosteo y el desamor, las primeras veces y la sexualidad abren preguntas y no le temen a las contradicciones: ¿Cómo son los vínculos de les pibis? ¿Qué tienen para decir de sus romances? En la semana de la primavera, cinco adolescentes le cuentan a SOY como ensayan relacionarse en este mundo que cruje por todos lados.

A la hora de hablar de su relaciones y sexualidad, Maica no puede evitar remontarse al viaje de egresades de séptimo. Para muchxs un punto de inflexión inevitable, un portal hacia la adolescencia y el luto de la infancia: “Me acuerdo que hicimos un juego que era escribir secretos en un papel y después leerlo. No sé porque hacíamos eso. Pero yo escribí que me gustaba una chica, después lo leímos y la chica se asustó. Se corrió el rumor de que yo era lesbiana. Con mi grupo de amigas de ese momento no pasó nada. Tampoco es que entendíamos bien lo que estaba pasando, lo que yo sí entendía y me preocupaba era que la piba me dejara de hablar por estar asustada”.

Años después esa preocupación ya no existe, los límites de la heterosexualidad están ahí, poniéndose en cuestión cada vez que se puede: “Hoy el beboteo pasa mucho por Intagram cuando subís una foto, que te respondan o no ya es una forma de entender el chamuyo”, dice Maica, que volvió a tener Instagram después de dos años: “Me volví a poner y subí una barrita que es una forma de chamuyo de esa red social. Una chica me botoneó la barrita y ahí entendí que me estaba tirando onda”. Maica y la chica de la barrita empezaron a chatear y quedaron en juntarse en una plaza: “Yo creo que ella estaba muy nerviosa y se reía de todo. Era bastante alta y medio parecía un chabón: siempre está la pregunta de la gente más ´vieja´que te dice ¿quien es el varón de la relación? Lo que pasaba en este caso era que ella no era para nada hegemónica y yo un poco sí, entonces ella ́parecía el chabón´ y a mi eso me parecía raro. Fue como una relación hetero sin ser hetero”. Maica cuenta que con la chica de la barrita tenían chamuyos muy divertidos: “Una vez fuimos a comer y yo estaba con una empanada en la mano, cuando la mordí se explotó, salió todo el jugo y yo dije: ´cómo me gusta que pase esto´. Ella me respondió: ´ah bueno´ y yo quería explicarle que no me refería a eso. Ese era el nivel de nuestro chamuyo. La historia terminó bien. Yo estaba re enamorada y ella estaba más en la onda de tener una pareja abierta y de salir con otra gente. Así que en un momento me dijo que le gustaba otra persona y ya no nos vimos más. Ahora está todo bien”.

 

El ghosteo ya fue

Ulises tiene 17 años y prefiere no usar etiquetas ni para su género ni para su sexualidad. Usa pronombres femeninos, masculinos y neutros indistintamente y le gusta mucho habitar espacios virtuales de animé. Así conoció a Román y estuvieron relacionándose virtualmente por un tiempo hasta que decidieron encontrarse: “El día que nos vimos yo fui para su barrio que quedaba muy lejos, lo estaba esperando en una plaza. Después de un rato escucho una voz detrás mío, era él. Yo me di vuelta y se acercó. Después todo siguió como un primer encuentro, hubo mucho silencio y hasta se largó a llover. Yo hacía todo lo posible para que nuestro primer encuentro fuera agradable a pesar de que no esperaba ni un noviazgo ni nada parecido”. Cuenta Ulises que al final de la tarde acompañó a Román unas cuadras. Después de eso Ulises sufrió en carne propia el clásico ghosteo, pero para él eso no fue un problema: “El temor al enamoramiento es salir lastimado, por eso ahora se habla tanto de relaciones más saludables al vincularnos o relaciones abiertas. Para mi eso no quiere decir más fáciles. Está bueno entender porque a tu pareja o a tu chongo caliente le gusta otra persona y eso no significa que deje de quererte a vos. Todo tiene que acordarse hablando y teniendo responsabilidad afectiva para que no haya malentendidos” dice Ulises que además de estar en la secundaria es actor, escritora, artista visual y gamer. ¿Cómo terminó la historia con Román?: “Después de unos días de no saber nada, le mandé la canción de Ghostbusters por ghostearme y lo eliminé de las redes. Nunca supe si yo no era su chico de anime ideal o si simplemente le parecí una trastornada”.

 

Ensayo y error

Matias Salvador tiene 15 años y es un varón trans. Cuando acordamos la entrevista me contó que estaba de novio con otro chico bigénero con quien tiene una relación abierta. A los pocos días, me pidió que escribiera su historia en pasado: “Cortamos la semana pasada”. No le pregunté cómo terminó pero él me recordó cuál fue el conflicto del principio: “Había personas que no terminaban de entender como un chico gay como yo podía estar con una persona femenina, por suerte mis cercanos entendieron que el ser gay incluye no solo a los hombres sino a las personas no binarias” . Invención de nuevas definiciones para identidades en construcción que son escurridizas, que no se conforman con entrar si no que pujan por salir de estereotipos y mandatos que hace veinte años no se ponían en cuestión.

Así, divagando por las etiquetas, derivando en significados y de alguna manera ¿por qué no? jugando, es como pareciera que se descubre el universo de los vínculos en les adolescentes, quienes no parten de definiciones basadas exclusivamente en la identidad sino que van más allá a la hora de hablar de sus formas de relacionarse y sus deseos: “Me considero parte del espectro arromántico, me es muy complicado identificar cuando me siento atraído románticamente hacia una persona. Sin embargo la idea de una pareja siempre me agradó pero las relaciones monogámicas no son la mejor opción para mí”. Matias dice que no le molesta para nada la etapa en la que estás con una persona y no sabés lo que sos: “simplemente suceden las cosas y está todo bien”.

Esta todo bien” no quiere decir que no haya sufrimiento ¿cómo no hablar decepción o crisis en la adolescencia? La soltura y el sostén se encuentran en un lugar común, según Matias con sus amigues: “Con mis amigues me llevo muy bien y son los seres más comprensivos que puedo tener. Si bien no tengo amigos transgénero, con mis amigos cisgénero puedo mantener conversaciones en torno al tema y me tratan con el mayor respeto, entendiendo todo lo que les planteo”.

Besos en la plaza

Para les adolescentes encontrar espacios para vincularse y darle rienda suelta a los romances también es un desafío: la escuela, la plaza, las fiestas y la virtualidad son algunas de las coordenadas en donde tejen las geografías con sus vínculos. Valentina tiene 17 años, se considera mujer pero no suele definir su orientación sexual: “si tengo que elegir digo que soy bisexual”. El verano pasado tuvo un romance con una chica que conoció en una fiesta: “Cuando terminó, nos fuimos a una plaza a una especie de after con sus amigues. Nos alejamos un poco del grupo, nos besamos y hubo algo de sexo en la plaza, eso me gustó mucho sobre todo porque era un lugar público”, cuenta. A Valentina le gusta mucho bailar y pasar tiempo con sus amigues. Las preguntas que tiene en torno a las relaciones tienen que ver con las expectativas que se generan: “yo creo que cuando conocés a alguien a veces se idealiza mucho, y cuando te topás con la realidad hay cosas que te terminan afectando”.

Decir en voz alta

Fede está por cumplir 15, vive en Córdoba Capital y cuando tenía diez años dijo en voz alta por primera vez que era un varón trans. El mes que viene la Ley de Educación Sexual Integral cumple 14 años de haber sido promulgada ¿qué injerencia tiene en estas historias en primera persona? ¿Cuánto hay de esta ley en esa posibilidad de decir en voz alta? Queda mucho trabajo por hacer en términos de instalar una educación sexual integral que no dependa de voluntarismos docentes ni de grupos de xadres que exigen en las instituciones su aplicación, sin embargo, hay una diferencia clave entre lo que podía suceder con las voces altas hace veinte años y lo que sucede con Fede que a los diez pudo decir que era un varón trans.

Hoy Fede tiene un novio que se llama Luis y que también es un chico trans: “Lo conocí por mí mamá, ella tiene una amiga que también tenía un hijo de mí misma edad que le gustaba dibujar como a mí, entonces me pasó su número para hacernos amigos”. Fede y Luis estuvieron hablando un tiempo hasta que descubrieron que tenían una amiga en común: Ema. La excusa fue oportuna y aprovecharon para juntarse les tres: “Tenemos gustos y un humor parecido así que nos llevamos bien entre les tres. La primera noche que pasamos juntes, Ema se fue a dormir en el sillón mientras Luis y yo nos quedamos hablando en su cuarto en la cama cucheta en donde íbamos a dormir. A los dos nos gusta dibujar, por eso esa noche charlamos mucho de nuestros personajes, sus nombres y sus infancias. Ahí me hizo un "clic", me sentía muy conectado con Luis en esto de escribir historias y crear personajes”. Fede cuenta que esa noche se quedaron charlando hasta la salida del sol, cosa que en general no hace mucho porque le gusta dormir de noche, pero esa en particular se le pasó volando.

Durante 4 meses hablaban todos los días hasta la madrugada: “Tengo mucha dificultad con la idea del romance así que solo decidí que podía ser su amigo sin animarme a contarle que estaba enamorado de él. Le conté a mi mamá lo que me pasaba y ella me dijo que tal vez lo mejor era decirle la verdad, entonces le escribí un mensaje largo explicando lo que sentía”, cuenta. Fede dice que escribió ese mensaje, más que como una confesión de amor, como una despedida: “pensaba que Luis me iba a rechazar porque pensé que a él le gustaban las mujeres. Cómo ambos somos varones trans pensé que no le gustaría estar conmigo. Cuando mandé el mensaje estaba bastante triste. Pero al mismo tiempo aliviado de poder decir lo que sentía finalmente”.

La historia de Fede y Luis va por buen camino, son novios hace 9 meses y siguen haciendo lo que en un primer momento los hizo amigos: escribir historias y crear personajes, aunque nunca abandonaron los personajes más viejos.

No hay tanto final feliz a los Diseny ni medias naranjas, los tiempos son otros y más aún cuando la heterosexualidad parece estar muy lejos de ser obligatoria. Las preguntas siguen ahí: desde el amor romántico, a las identidades fluidas y desde las historias fugaces a los romances que duelen, los corazones laten al ritmo de nuevos paradigmas y como la primavera, otros horizontes florecen con aromas mezclados y vínculos más libres.