Una intervención psicodélicamente líquida y empapada de confesiones arma el encuentro de dos personas separadas por la barra de un bar. De un lado alguien sirve la bebida y escucha, del otro, alguien la toma y suelta la lengua. En la lista arbitraria que escribe la memoria los que agitan la coctelera siempre son hombres, ahí están Moe sirviendo cerveza Duff, el camarero Lloyd de El resplandor, o alguno de los muchachos de Bible and Crown ofreciéndoles una media pinta o una ginebra con angostura a los amigos de Malcolm en Los viejos demonios de Kingsley Amis. Siempre son hombres.
Sin embargo, antes de que las mujeres revolucionaran el mundo bartender en la vida real (cada vez hay más mujeres inspiradoras detrás de la barra) y en la ficción (Sara en Yerba Buena, la novela de Nina Lacour), y mucho antes de que la palabra barman cayera en el olvido, una mujer llamaba Ada Coleman estuvo del otro lado en la barra sirviendo tragos cuando terminaba el siglo XIX y empezaba el XX. Cuando el papá de Ada (un mayordomo en un club de golf) murió en 1899, ella tuvo que salir a trabajar, primero lo hizo en el hotel Claridge y poco tiempo después llegó al Savoy.
Iba a cumplir veinticinco años y era casi “vieja” para ser camarera cuando preparó su primer Manhattan guiada por el encargado de vinos del hotel. Dicen que cuando Ada entró al célebre American Bar del Savoy otra mujer, Ruth Burgess, a quien llamaban Miss B o Kitty, ya servía tragos; dicen también que nunca trabajaron juntas en el mismo horario y que solo Ada -que estuvo más de veinte años detrás de la barra- fue famosa.
La fama de “Coley” (como llamaban a Ada en el bar) saboreó apogeos cuando creó el Hanky Panky, (una combinación de gin, vermut dulce y fernet que se sirve en una copa de martini), el trago que hoy aparece en los libros de mixología y se convirtió en un clásico. La historia cuenta que Ada lo creó para Charles Hawtrey después de que el actor le pidiera “algo que lo despertara”. Años después de aquel primer Hanky Panky, ella explicó su origen en un reportaje: “El difunto Charles Hawtrey fue uno de los mejores jueces de cócteles que conocí. Hace ya mucho tiempo, cuando él estaba trabajando más que nunca, solía venir al bar y decir ‘Coley, estoy cansado. Dame algo con un poco de fuerza’. Fue por él que pasé horas experimentando hasta que di con un nuevo cóctel genial. Al día siguiente, le dije que tenía una nueva bebida para él. Cuando Hawtrey lo saboreó me dijo que era espectacular, una auténtica locura, por eso decidimos llamarlo Hanky Panky”.
Cuando Ada dejó la barra del American Bar -reformas en el hotel, jubilación y quién sabe qué otras razones fueron empuñadas en oportunidad adversa- y se fue a trabajar al The Berkeley Hotel en el sector “guardarropas para damas”, la reemplazó un hombre, Harry Craddock. Ninguna otra mujer preparó cócteles en el Savoy hasta el 2017 cuando llegó Philippa "Pippa" Guy. Un año antes, Ada, “la icónica barmaid”, “la leyenda”, “la mujer que hizo famoso al bar del Savoy y no el bar a ella”, había sido nombrada como una de las bartenders más importantes de todos los tiempos, raciones húmedas que las noches y los días sirven en copas de cono invertido, souvenir dulce y sutilmente amargo como su cóctel.