A dos años y medio del inicio del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio, el Ministerio de Salud que lidera Carla Vizzotti anunció que el uso del barbijo dejaba de ser obligatorio. Todo un símbolo de la pandemia que contribuyó a prevenir infecciones y a disminuir la propagación de un virus como el Sars CoV-2 que, afortunadamente, ya no exhibe la circulación de tiempos previos. La campaña de vacunación realizada en Argentina (con el 83 por ciento de la población inmunizada con esquema completo) fue crucial. Sin embargo, no hay que cantar victoria y olvidarse para siempre de este elemento de protección: aún se recomienda su uso en espacios interiores, como ámbitos laborales, educativos, sociales y transporte público.
En la resolución que se difundió en el Boletín Oficial durante la mañana de este miércoles, se establece que cada jurisdicción adoptará “las recomendaciones en función de su situación epidemiológica particular y la estrategia sanitaria planificada”. En efecto, cada provincia podrá disponer su utilización de acuerdo al contexto que afronte.
Desde esta perspectiva, Humberto Debat, virólogo e investigador del INTA en Córdoba, comenta: “Hay que poner en contexto la medida. El boletín epidemiológico notifica una reducción del 30 por ciento de los casos con respecto a la semana anterior. Estamos en uno de los contextos más favorables, los niveles de inmunidad (por infecciones y vacunas) son muy altos. Luego continúa: “La baja incidencia y la baja circulación viral, sumado a la época del año, constituyen indicadores que respaldan la decisión tomada por el Ministerio. Si había que tomar esa medida en algún momento, era ahora”. En Córdoba, por ejemplo, ya se había resuelto esta decisión el 31 de agosto y, al menos en las últimas tres semanas, la medida no provocó un incremento de las infecciones.
La cartera de Vizzotti, no obstante, sugiere continuar aplicando las lecciones que dejó la pandemia: la ventilación de los espacios, la higiene de manos y el aislamiento ante síntomas pueden servir para evitar la circulación del Sars CoV-2, así como de otros virus respiratorios. “En lugares cerrados, mal ventilados y con muchas personas existe una mayor necesidad de emplear el barbijo. Los individuos cuyo sistema inmunológico no funciona correctamente deberían continuar utilizándolo. La gente de mayor edad y con patologías de base constituyen otros grupos de riesgo”, expresa Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata.
En paralelo, en el escenario global, desde la OMS afirman que “ya se vislumbra el final de la pandemia” y que el planeta podría marchar rumbo a una endemia. Tedros Adhanom Ghebreyesus, el director del organismo, señaló que “se puede ver la línea de llegada”, aunque “si el mundo no aprovecha la oportunidad ahora, todavía existe el riesgo de que surjan más variantes del coronavirus y que se produzcan más fallecimientos”. El propio Joe Biden, en el programa “60 minutes” de la CBS, proclamó que “la pandemia había terminado”.
¿Un virus estacional?
Otro dato importante a tener en cuenta en la resolución es que se afirma que el Sars CoV-2 se convirtió en un virus estacional. Este aspecto fue discutido durante mucho tiempo por los miembros de la comunidad científica sin llegar a un consenso. De hecho, los últimos picos en territorio doméstico se observaron en pleno verano.
“Siempre fue muy complejo afirmar o no la estacionalidad de la covid, sobre todo, porque realizar estudios cuando los diferentes países ejecutan diferentes políticas (como aislamientos, o bien, flexibilizaciones) que influyen en la dinámica viral. En el último tiempo, se ha encontrado que existe más infección cuando hay bajas temperaturas. En definitiva, si hay más situaciones en que la gente se encierra con poca ventilación, los casos van a tender a subir”. Desde la óptica de Hozbor, una vez estabilizada la circulación viral, el Sars CoV-2 no tendría por qué ser diferente a otros virus respiratorios que se propagan más en estas condiciones específicas.
Debat no acuerda y marca una diferencia. “Decir que el virus es estacional es un error técnico, una mala interpretación de la literatura académica. No hay una circulación viral estacional de este virus en este momento, ni se ha comportado de esta forma nunca. Influyen poco las condiciones climáticas, hay que prestar más atención a la inmunidad de los grupos para aventurar las olas que podrán surgir”, sostiene.
De una manera o de otra, lo que está claro es que, como las vacunas sirven para prevenir los casos graves de covid pero no garantizan su eliminación, el empleo del barbijo podría requerirse en contextos particulares. Así, de la misma manera que sucede con otras prendas que se sacan del armario cuando se presenta una nueva estación; los tiempos fríos, a largo plazo, empujarán a las personas a echar mano de bufandas, gorros, guantes... y también mascarillas.
Antecedentes y futuro
Desde inicios de 2020, el barbijo había funcionado como un símbolo de la pandemia. Si bien en un comienzo la Organización Mundial de la Salud anunciaba que solo debía llevarlo el personal de salud directamente implicado con el combate de la enfermedad, luego se comprobó que era fundamental que toda la sociedad pudiera protegerse.
Así, se difundieron tutoriales para que, ante la escasez, la población consiguiera diseñar barbijos caseros. Sin embargo, la ciencia advirtió que no todos los ejemplares tenían la misma eficacia y que convenía utilizar aquellos que filtraran de manera adecuada el aire. A los KN95 (cinco capas, logran una eficacia que va del 80 al 95 por ciento) y a los quirúrgicos (tres capas, con una eficacia del 60 al 80 por ciento) se sumaron “los barbijos del Conicet”, diseñados por la empresa Kovi, en colaboración con investigadores e investigadoras del Consejo, de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Nacional de San Martín.
También se insistió en un aspecto fundamental: los barbijos debían "calzar bien", es decir, ajustarse de manera adecuada al mentón, con el propósito de cubrir boca y nariz. Ante un virus respiratorio de transmisión por el aire, dejar al descubierto algunas de estas partes no tenía mucho sentido.
En esta línea, si bien al principio se trataba de un elemento que solo empleaba la comunidad médica y aquellos grupos de personas inmunocomprometidas, con la covid, su utilización se reveló crucial. “A partir de la pandemia se incrementó de manera significativa la evidencia que apunta a reconocer la efectividad del barbijo para prevenir la infección. Hay estudios realizados en diversas partes del mundo que demuestran el éxito de este elemento para prevenir la enfermedad. No debemos abandonarlos de manera definitiva”, asegura Hozbor.
Desde una mirada a largo plazo, Debat completa: “La ventilación de los ambientes debe continuar, así como también una fuerte campaña de inmunización con refuerzos. Un avance de cara al futuro será incorporar las vacunas contra la covid al calendario nacional obligatorio”.