A pesar de que el 21 de septiembre se celebra el "día de la primavera", en Argentina y en  todo el hemisferio sur, el invierno 2022 termina en realidad a las 22:04 de este jueves 22 de septiembre, momento en la que ocurre el equinoccio que dará comienzo a la primavera. Al mismo tiempo, en el hemisferio norte, se producirá el equinoccio de otoño.

El equinoccio de primavera es un evento astronómico que marca el final del invierno y la transición hacia la primavera. Se da en el momento en que la Tierra se encuentra en el centro de la órbita del sol, y usualmente ocurre entre el 21 y el 23 de septiembre.

Durante el equinoccio de primavera/otoño el sol se ubica exactamente sobre la línea del Ecuador y el día y de la noche tienen la misma duración. De hecho, la palabra equinoccio procede del latín y significa "noche igual".

Solsticio y equinoccio: ¿en qué se diferencian?

Los solsticios y equinoccios son fenómenos astronómicos que se producen dos veces al año. Los solsticios marcan el comienzo del verano y del invierno, mientras que los equinoccios indican la llegada de la primavera y del otoño.

La diferencia entre unos y otros tiene que ver con la distancia entre el Sol y el eje de rotación de la Tierra. La órbita de la Tierra no es circular, sino elíptica, y por eso tiene un eje mayor y uno menor: dos veces al año la Tierra pasa por los extremos del eje mayor, y otras dos veces por los del eje menor.

Cuando la órbita de la Tierra coincide con uno de los extremos del eje mayor, sobre los polos norte y sur, ocurren los solsticios. El solsticio de verano (en el hemisferio sur alrededor del 21 de diciembre) es el día con la noche más corta del año, y el de invierno (21 de junio) tiene la noche más larga del año.

Y cuando el sol está posicionado exactamente sobre la línea del Ecuador (eje menor de la Tierra), se dan los equinoccios. Marcan los inicios del otoño (21 de marzo) y la primavera (21 de septiembre), y en esas jornadas el día y la noche tienen la misma duración.

Invierno 2022 en Argentina: fue el 7º más seco en 61 años

El invierno 2022 en el país fue un 33,3% más seco que lo normal y se posicionó como el 7° más seco en 61 años, según indicó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN). Además, fue el quinto consecutivo en registrar déficit de lluvias.

En el informe, el SMN precisó que las regiones Pampeana, de Cuyo, del Noroeste Argentino y del norte y sur de la Patagonia fueron afectadas por condiciones de sequía leve y moderada. Mientras que la Ciudad de Buenos Aires, Rosario, Junín, San Pedro, Perito Moreno y Ezeiza registraron una precipitación acumulada de hasta 50 y 100 milímetros por debajo del promedio.

En cuanto a las temperaturas, este invierno estuvo dentro de los valores normales, aunque mes a mes se registraron grandes variaciones. Durante junio hubo ingresos de aire muy frío, con localidades que alcanzaron los umbrales de ola de frío, de tal manera que el mes finalizó como el octavo junio más frío desde 1961.

Durante julio el frío sólo se destacó en Patagonia, que tuvo temperaturas mínimas de hasta -19°C en Río Negro, y eventos recurrentes de nevadas en las zonas cordilleranas. En cambio, sobre todo el norte y parte del centro del país la situación se revirtió respecto a junio con la llegada de aire más cálido que batió récords de temperaturas máximas en algunas ciudades desde 1961: en Chepes, La Rioja, con 31,5º, y en Oberá, Misiones, con 32,5º.

Por último, agosto estuvo dentro de los parámetros normales con +0,8°C por encima del promedio mensual de temperatura. Sólo se destacaron algunos valores superiores a la media hacia el sur patagónico.

En tanto, el denominador común de los inviernos más secos en el país, que se registraron en 1988, 1995, 2007, 2008, 2009 y 2021, fue la producción del fenómeno de La Niña. Cuando está presente, se desarrolla una alta presión que bloquea los frentes y no permite que pasen por la zona de la Patagonia, lo que trae condiciones más cálidas y menos precipitaciones de lo usual.

El fenómeno tiene una periodicidad irregular, usualmente ocurre cada dos a siete años, y se declara una fase cuando las temperaturas del mar en el Pacífico oriental tropical disminuyen 0,5°C por debajo del promedio durante varios meses consecutivos.

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