El Banco Central prohibió la compra de dólares financieros legales a aquellas empresas que liquidaron exportaciones al dólar “soja”. La medida fue tomada por Miguel Pesce, titular del Central, tras detectar que empresas agroexportadoras estaban operando en esos mercados, generando una fuerte suba del valor del dólar financiero. El ministro de Economía, Sergio Massa, se enteró de la medida cuando ya había sido reglamentada, mostrando cierto desacuerdo con la misma. Para enfriar las internas, el Central aclaró que la restricción se aplica a las empresas y no a los productores particulares.
Las entidades que representan al sector sojero mostraron un fuerte rechazo a la medida y el titular de la Sociedad Rural la calificó como una “emboscada”. Criticaron al BCRA por encarecer el crédito de quienes stockean granos y lamentaron que la autoridad monetaria se haya cortado sólo sin consultar a Massa, con quien mantienen una buena relación.
Los grandes monopolios mediáticos se hicieron eco de la posición de las entidades rurales, hablando de falta de certidumbre para invertir ante los continuos “cambios en las reglas del juego”. Según los economistas pro-establishment, la restricción a la compra de dólares financieros es un “certificado de defunción” del dólar soja, que se pagará con menos reservas y el regreso de la inestabilidad cambiaria.
Es interesante ver cómo tanto las entidades rurales como los periodistas y economistas que pastorean en dichos intereses, tilden de emboscada la decisión del gobierno de cortar las presiones sobre el dólar financiero. Especialmente cuando la implementación del dólar soja fue un acuerdo al que llegó el Gobierno con el sector agropecuario para acumular reservas y estabilizar el valor de la divisa.
¿Acaso la “emboscada” no la tendieron las empresas del sector cuando utilizaron los beneficios obtenidos por el dólar soja para desestabilizar el mercado de cambio comprando dólares financieros? Utilizaron los beneficios obtenidos como contraparte de un acuerdo en el que debían liquidar dólares para engrosar reservas y estabilizar el mercado de cambios, para demandar dólares financieros y generar inestabilidad cambiaria. Ese comportamiento, vale señalarse, no es de caballeros.
Aún más hipócrita es el rumiar de las entidades del sector, sus peones mediáticos y economistas pastoriles, en contra de que Pesce se haya cortado sólo y no haya consultado a Massa sobre la resolución. Especialmente porque son esas mismas entidades, periodistas y economistas los que siempre han bregado por la independencia del Banco Central respecto del Ejecutivo.
Pesce venía sumando mal humor en el sector por tomar, muy tardíamente, una medida tan lógica como encarecer el crédito a empresarios sojeros que stockeaban su producción especulando con una devaluación que los enriquece a costa del empobrecimiento de un país. ¿Será que la independencia del Banco Central sólo debe respetarse cuando es usada para favorecer los intereses del establishment frente a políticas distributivas?
@AndresAsiain