Disfrazado de abeja --calza negra, un body a rayas negras y doradas, peluca rubia con antenitas-- Sebastián Martínez Ledesma, 38 años, rosarino, salta sobre el capó de una combi. A su espalda está el edificio anexo del Congreso Nacional, donde los diputados empezaban a tratar los proyectos de Ley de Humedales. Un clásico del Palacio y la Calle: del lado de afuera, junto a Sebastián y armada con un megáfono, una chica dirige al grupo de manifestantes que, cortando la calle, corea. Fuerte para que oigan los que sesionan en el segundo piso.
--¡Se va a acabar, se va acabar, ese negocio de quemar! --cantan.
Y después: “Yo sabía / yo sabía/ que a los humedales los quemó la oligarquía”
Ambientalistas, vecinos del Delta y movimientos sociales manifestaron frente al Congreso contra los lobbies que hace diez años frenan la sanción de una ley de Humedales. Con la movilización presionaron, además y sobre todo, para que los diputados den dictamen a uno de los diez proyectos que están girando en la cámara, un texto consensuado por más de 400 organizaciones socioambientales, universidades, productores y la comunidad científica. Este proyecto ya perdió estado parlamentario dos veces por la mano invisible del mercado y fue presentado nuevamente por el diputado Leonardo Grosso en febrero de este año. Es el Expediente 75D.
La ciudad de Buenos Aires tiene manifestaciones todos los días. Esta se hizo con el Delta todavía humeando por los incendios que consumieron ya cerca de 100 mil hectáreas, volviendo irrespirable durante días el aire en ciudades como Rosario y Victoria. El fin de semana una multitudinaria marcha en el puente que une las dos localidades terminó de empujar dentro de la agenda parlamentaria el tratamiento de los proyectos.
La urgencia quedó reflejada en la convocatoria a juntarse frente al Congreso: “No hay más tiempo”. Y tuvo efectos sobre la integración de la marcha, que juntó a activistas de los sectores medios --la Multisectorial Humedales, ONG, movimientos de jóvenes voluntarios por la ecología-- con trabajadores de la economía popular, porque la UTEP movilizó a todas sus organizaciones. Fueron muchos integrantes de cooperativas cartoneras, así como vecinos del barrios del conurbano que están armando la rama de trabajadores ambientales de los movimientos: “Nadie se salva solo”, decían algunos de sus carteles. También movilizó la izquierda partidaria, como el Partido Obrero y el MST: “¡Que arda el capitalismo, no los humedales!”, se leía en una de sus pancartas.
Fernanda y Daniel estuvieron entre los primeros en llegar frente al Congreso, apenas pasadas las 9 de la mañana. Integrantes de la organización Salvemos los Humedales, viajaron desde Villa Constitución, provincia de Santa Fe. Alto y delgado, Daniel se calzó un disfraz de bagre. Los había confeccionado su compañera, que eligió uno de surubí.
“El humo no nos deja respirar” dijo ella, “pero no es lo que más nos afecta. Eso es lo que muestran los medios, el aire irrespirable, pero no dicen que lo peor no es eso, lo peor es que no se cambie el modelo productivo, porque mientras no se cambie van a seguir quemando los humedales”.
Daniel contó que tienen 50 años y nunca vieron una situación tan crítica. “Toda la vida crecimos junto al río, y sabemos que siempre se hizo ganadería en las islas del Delta. Pero a partir de los ‘90, con la expansión sojera, la ganadería en las islas dejó de ser una economía familiar para pasar a ser intensiva. La soja ocupó campos tradicionalmente ganaderos, y entonces hubo un efecto sobre las islas: empezaron las quemas para convertir los montes en pasturas. Quemas, terraplenes, corte de ríos, secado de lagunas: todo vale para los que buscan la ganancia a cualquier costo. Esto es lo que debe ser regulado. No se puede hacer cualquier actividad en un humedal”
La concentración cortó la esquina de Rivadavia y Combate de los Pozos. En la puerta del anexo, la Multisectorial Humedales, referencia de la lucha rosarina, desplegó una pancarta sin impedir el ingreso al edificio pero dejando un estrecho paso, de modo que a los asesores que iban ingresando les quedó un pequeño pasillo para entrar. Sosteniendo una punta de la pancarta, estratégicamente ubicada, Estefanía Villalba le recordaba a cada ingresante: “Apoye al Expediente 75D!”
Al Anexo logró entrar un grupo de la Multisectorial, pero la mayoría debió conformarse con esperar del lado de afuera.
El rol de los movimientos sociales fue menos mediático. Estuvo centrado, sobre todo, en bancar la parada, pero los trabajadores de la economía popular también sumaron motivos locales a la defensa de la Ley de Humedales. “No solamente hay humedales en el Delta, los tenemos también en la provincia de Buenos Aires. En Almirante Brown está el Camino de las Flores, en Esteban Echeverría la laguna Dardo Rocha, en Lomas de Zamora Santa Catalina. Y todos están bajo la amenaza del negocio inmobiliario”, explicó junto a sus compañeros de Somos Barrios de Pie Diego Delfino, militante de Ecologismo Popular. Agregó que el cuidado de esos humedales genera fuentes de trabajo y que su protección es clave porque funcionan como pulmones de las zonas urbanas.
Por la marcha pasaron varios referentes de las organizaciones, en principio los diputados de los movimientos sociales, como Leo Grosso (Movimiento Evita) y Juan Carlos Alderete (Corriente Clasista y Combativa). Otros estuvieron entremezclados en la manifestación.
--Si no hacemos algo, nos cocinan como un huevo frito --sintetizó Dina Sánchez, del Frente Darío Santillán, mientras repasaba en su celular un resumen de los ejes del debate. Los humedales como recurso estratégico, como grandes reservas de agua dulce. El ecocidio que está sufriendo el país, que tuvo 1 millón 300 mil hectáreas afectadas por los incendios entre 2020 y 2021. El proyecto de ley de Humedales que consiguió media sanción en 2013 y 2016, pero fue frenado en ambas oportunidades. La importancia de hacer un inventario de humedales, dispuesto en el proyecto del Expediente 75D.
Gildo Onorato contó que la militancia juvenil de los movimientos sociales está full con el reclamo ambiental, “Eso es muy bueno. Creo que Feminismos, Lucha Ambiental y Economía Popular expresan la agenda del siglo XXI, porque la política tradicional no logra representarla plenamente”.
Una columna de pibes veintiañeros, uniformados con remeras verdes, repartió tarjetas plantables --con semillas--. Para muchos era su primer confluencia con los sectores populares de los movimientos barriales. “Con las organizaciones no tenemos nada que ver, nosotros sólo hacemos acciones para defender el medio ambiente, somos voluntariado”, aclaró Nicolás mientras repartían las tarjetas con el logo de su espacio, El nuevo enemigo.org
Aunque la marcha tuvo un sesgo de edad marcadamente joven, también hubo gente de todas las edades. Vecinos muy humildes, integrantes de cooperativas cartoneras del MTE, se movilizaron al Congreso desde barrios como Don Orione, en Almirante Brown, viajando en el Roca hasta Constitución. Elba Velázquez, de 65 años, fue una de ellos. Cartonera , dijo que marchaba “porque proteger el ambiente y dar trabajo son un combo”. “Hay que defender lo que es lógico”, agregó.
Ivo Peruggino, de Multisectorial Humedales, remarcó que no da lo mismo cualquier proyecto. “Apoyamos el consensuado, que es un proyecto de muchísimos años de trabajo colectivo entre la comunidad científica, académica, las organizaciones socioambientales y la gente que habita los territorios”.
“Hace más de una década que el proyecto viene dilatándose y eso tiene que ver con determinados intereses y determinados sectores económicos de poder concentrado que están haciendo fuerza para que esta ley no salga. Particularmente, el lobby del agronegocio, al inmobiliario y al minero. Este proyecto es una deuda histórica de la política argentina para con el pueblo".