Tres horas y media de un espadeo dialéctico, consensos básicos y dardos directos a industriales que piden dólares y asistencia, pero suben los precios, es la figura que mejor describe -según los presentes- el almuerzo que compartieron el ministro de Economía, Sergio Massa, y la cúpula de la Unión Industrial Argentina (UIA). A su modo, el funcionario usó nombres propios de empresas y los recursos que el Estado les da para recriminarles que "están subiendo los precios por encima de la inflación". Tal como adelantó Página I12, la libreta de Massa tenía dos ejes: la cuestión de las divisas faltantes para no parar la producción, y cómo los sectotres industriales fuerzan la remarcación de precios. Dos cuestiones que para el ministro están directamente conectadas y que el funcionario empezó a llevar unidas a las negociaciones en las que el sector privado reclama y luego no paga en consecuencia.
Pasada la una de la tarde, el ministro llegó a la sede de la UIA en Avenida de Mayo acompañado por el secretario de Industria y ex presidente de la entidad, José Ignacio de Mendiguren. Los recibió el jefe de los industriales, Daniel Funes de Rioja, que los invitó a pasar al salón Petiribí, en el que los esperaban los popes fabriles de diferentes sectores.
Un salto breve hacia el final de la reunión sirve para introducir la escena: qué quieren los industriales y cuáles son las condiciones que el Gobierno llevó a la reunión. Funes lo tomó del brazo a Massa en un gesto clásico de decirle algo en reserva, y le pidió que se avance en el tan mentado "dólar Qatar". Los industriales quieren que, para no parar la producción por falta de dólares, se restrinja o se encarezca el tipo de cambio turístico y que el Gobierno apoye a la industria antes que a otros sectores. En el Gobierno no lo descartan, pero si hay un intercambio de favores, será a condición inevitable de una moderación "visible" en los precios.
"Tenemos que trabajar juntos, pero eso implica responsabilidad de todos. No puede haber situaciones que paren la producción de nuestras empresas ni abusos de aquellos empresarios que reciben beneficios del Estado", arrancó el ministro de Economía. Hábil para las picardías y con preparación de backgroound informativo y de conocimiento que soprendió a los ceos, Massa usó algunas sonrisas dirigidas para marcar la cancha. E hizo nombres propios para lograr más efecto eligió. "Ustedes están en todas muchachos, en las buenas y enn las malas", le dijo a David Uriburu, uno de los hombres de Techint en la UIA. No es casual: el secretario de Comercio Interior, Matías Tombolini, tiene en su escritorio un informe detallado de las remarcaciones de precios de la siderurgia, donde la empresa de Paolo Rocca es potencia y condiciona con la formación de precios a industrias posteriores. Uriburu le devolvió una sonrisa incómoda, sin retruques.
Los que siguieron fueron los químicos. Massa se refirió puntualmente a la empresa Dow Chemical, que impacta con sus insumos en todos los derivados de plásticos. Y luego les tocó a los textiles, los que vienen con una dinámica de aumentos muy por encima de la inflación. Jorge Sorabilla, un histórico de la UIA y dirigente de la cámara Textil Protejer, le aseguró que el problema es que los locales de venta "multiplican por cinco los precios". El ministro le tomó la explicación pero le mostró datos donde la cadena fabril también tiene precios muy elevados. En ese sector, sin ser radical, Massa recordó que el Estado impulsó modelos dde promoción, rebajas impositivas y ayudas varias. Deslizó allí que "no se pueden usar mal esos respaldos". Se refería a que no se dieran vuelta y subieron los precios fuera de la lógica. Lo cierto es que para Massa, la gente común no desglosa la cadena de costos de la ropa para analizar friamente cuánto, por qué y dónde están las subas, por eso fue a fondo para cuestionar cualquier suba. En un momento, además, tiró sobre la mesa que "la idea es que no se zafen con los aumentos". Y fue más allá al hablar de los sueldos: "no juguemos a congelar salarios, el poder adquisitivo se tiene que recuperar", dijo.
Cerca de Massa se sentó Adrián Kauffman Brea, directivo de la empresa Arcor y ex presidente de la UIA. Mientras desgustaban el lomo con salsa de champignones y puré -regado con un vino sanjuanino que se encargó de promocionar en el convite el titular de la UIA de esa provincia, Hugo Goransky- Kauffman se vió venir el palo a su sector por los aumentos y le aclaró que hay una suba muy iimportante "en el packaging". Quedaron en seguirlo de cerca, pero le recordó que hay aumentos que exceden ese item. En otro gesto para todos, Massa expuso que "está habiendo una baja del costo internacional de las materias primas, ustedes van a bajar las expectativas de precios?". Ese tipo de apelaciones más que descolocar a los ceos los pusieron en alerta ante un ministro que, según ellos, está armado como un político "al que es difícil venderle datos que no son". De todos modos, de allí a que eso se vea en gestos concretos, hay un abismo, y lo viene padeciendo Massa en los indicados de inflación.
La política y los dólares
Algun que otro curioso le preguntó por la situación política y se coló el tema de las descoordinaciones entre Economía y el Banco Central por la veda a la compra de dólares para los que accedieron al dólar soja. Contó allí Massa que "hubo un error de comunicación". En pincipio, hubo un audio de Whatsapp del ministro a Miguel Pesce, que el titular del BCRA no escuchó y que, precisamente, pedía excluir a las personas físicas.
"Vamos a administrar la macroeconomía y el comercio exterior", les adelantó el funcionario, quien admitió que quizás al final de su mandato no todos los temas estén resueltos, pero "la urgencia es cuidar los dólares". A tales fines, el Gobierno avanzará reduciendo importaciones de productos terminados para favorecer a los insumos. Algunos datos oficiales muestran que aún siete de cada diez importados son bienes terminados.
Adelantaron los funcionarios que "la idea es garantizar todas las divisas para producir" y que las SIMI -pedidos formales para importar- saldrán de ahora en más con fecha cierta de pago, para darles cierta tranquilidad a los proveedores en el exterior. Funes de Rioja aseguró, en ese contexto, que hoy hay un cuello de botella con algunas empresas, que están al borde de las suspensiones por falta de dólares. La referencia es para unas 100 en Santa Fe y otro tanto en la provincia de Buenos Aires, algo que expuso el titular de la UIPBA, Martín Rappallini. Octubre, según los presentes, es el mes más crítico pero el Gobierno confía en que la reducción en el gasto de importaciones de energía será considerable y sacará a la situación de la urgencia.