Cuatro bufones se internan en la corte, en el afán de encontrarse con Yorick, el ilustre bufón del rey. Pero Yorick, literalmente, es una calavera; y para colmo, el rey fue asesinado. Así las cosas en Dinamarca. Si algo le faltaba a Los Macocos, era Shakespeare. Bienvenida entonces la oportunidad de acompañarlos en Maten a Hamlet, la obra que el grupo presenta esta noche a las 21 en Teatro La Comedia (Mitre y Ricardone).
“Este proyecto arranca en el 2018, estábamos otra vez reunidos los cuatro y desde el 2005 no estrenábamos una obra todos juntos (Marcelo Xicarts estaba afuera del grupo). Y teníamos ganas de hacer Hamlet porque, ¿cómo Los Macocos se van a morir sin hacer Hamlet? (risas). ¡El clásico de los clásicos! ¿Cómo me voy a perder Boca y River en cancha de Boca?”, dice Gabriel Wolf a Rosario/12.
“Le dimos vueltas, empezamos a adaptarlo, y lo llamamos al director Sebastián Irigo para ver por dónde lo agarrábamos. Y salió una cosa muy interesante, que nos sorprendió. En principio, lo que teníamos para adaptar y de manera cantada, es que los cuatro seríamos los actores que llegan al castillo para hacer el drama al rey Claudio; pero después, hilando fino, vimos que la calavera que tiene Hamlet y que está en todos los afiches del mundo, es la de Yorick, un bufón de la corte que murió hace mucho. Es un bufón que ya no está, ahí vimos la punta. Entonces, que fueran bufones y uno de ellos un familiar que va en busca de este Yorick. Pero en el camino se da cuenta, porque alguien se lo explica, que este Yorick murió hace mucho y qué se yo. Ya en el baile, se meten en el castillo y ahí aparecen las peripecias”, continúa Wolf, integrante del grupo que completan Martín Salazar, Marcelo Xicarts y Daniel Casablanca.
-¿Cómo fue el trabajo del texto y la puesta en escena?
-Tratamos de que no se nos escapara el cuento que queríamos contar, para que la gente que no vio Hamlet comprenda perfectamente la obra, también porque “es otra obra”, contada a nuestra manera. La llevamos a nuestro lenguaje, al que nos queda cómodo. Hay dos o tres momentos en donde Los Macocos nos cuadruplicamos y somos cuatro Hamlet. Allí es cuando hay textos más serios, que son los de la obra, y otros que los fuimos adaptando pero a los que no les tocamos nada, sólo cambiamos la intención o el marco que tiene determinada escena. Hay cosas clásicas pero con nuestro estilo, llevadas a la comicidad.
-Por lo general, cuando se trata de la versión cómica de una obra importante, ésta suele ser marginada o ninguneada.
-¡Hemos convivido más de treinta años con eso! (risas). En general, pero sobre todo cuando hacemos algún clásico, nos ponemos en situación de juego. Si eso significa faltar el respeto es algo que queda a cuenta de académicos o leguleyos; nos pasó algo así con una de Bernard Shaw (Androcles y el león), pero nosotros hacemos la nuestra, llevamos la obra a nuestro terreno.
-Parece que a veces lo que molesta es el desparpajo.
-Ésa es una buena palabra. En este caso, al proponernos ser cuatro bufones, analizamos varias cosas. Una era que los bufones eran elegidos por deformidades físicas que divertían al rey: si era enano, le faltaba un brazo, tenía los dientes malos o era jorobado. Pero también sabemos que el bufón podía decir las cosas burlándose del poder y eso nos quedó como una especie de base conceptual. Los bufones se pueden reír de cualquier cosa, hacer cualquier cosa. Cuando comenzamos a trabajar las cuestiones físicas, hay uno que es manco, otro que es rengo, otro medio jorobado, pero es algo que no pasa por burlarse de la discapacidad, sino que eran así. Al jugarlo a fondo, más respeto tenés por el personaje que estás haciendo, y creemos que eso es algo que la gente agradece. En 150 funciones nunca nadie saltó ni nos hizo comentarios.
-Justamente, ¿cómo es la respuesta del público?
-La obra fue estrenada en julio del año pasado, cuando recién se estaba abriendo el tema del aforo por la pandemia, y eso resintió la devolución del público. No es lo mismo la sala llena que tenerla al 30%, con barbijo y distanciamiento. El hecho teatral tardó bastante en producirse, las risas y el aplauso eran alejados. Para nosotros, el espectáculo se redondea más o menos con 15 funciones, pero acá tardó por lo menos 40 funciones o más, un montón.
Maten a Hamlet cuenta con dramaturgia de Martín Salazar, Sebastián Irigo, Marcelo Xicarts, Casablanca Casablanca y Gabriel Wolf, y dirección de Sebastián Irigo, de quien Wolf destaca que “fue un director invitado y se puso el proyecto al hombro, jugó con nosotros desde el principio hasta el fin. También tenemos bailes, canciones, aparece un muñeco; una especie de desquicio, pero está bueno, la gente la pasa bien y nosotros también”.
-Eso es algo que se nota, en el escenario ustedes disfrutan.
-Es la gran diferencia entre lo que es un grupo y un elenco. En el caso nuestro, vas a darte cuenta que hay algo que está ahí, que vibra en el escenario. Un elenco puede funcionar bien, pero siempre es elegido por el director o el productor; en el caso del grupo, somos los propios integrantes los que nos vamos eligiendo.