Una PlayStation 3 de Hokuto No Ken, una Disk System de Famicom, una Nintendo 64 dorada, una Dreamcast de Hello Kitty: estos son algunos de los artefactos pornográficos que Gemu se topó en las tiendas japonesas de segunda mano. Y en eso anda Akira "Gemu" Kaneko, mitad youtuber, mitad creativo publicitario, mitad peruano, mitad japonés, un muchacho de treinta y tantos que, como casi todos los early millennials, se hincha de pasión cuando habla de cultura retro.
Desde su canal Japan Gemu, que ya casi araña el millón de suscriptores, revuelve las mieles de la nostalgia y anida su obsesión por los videojuegos visitando los famosos Hard Off, el paraíso soñado de los buscadores de tesoros nerds. Unas tiendas de usados desperdigadas por todo el país, en las que se ven todo tipo de gemas apiladas y expuestas como en una verdulería. "El contenido lo hago siempre con las cosas que puedo encontrar alrededor", le dice Gemu al NO desde su hogar en la Prefectura de Saitama, a dos horitas de la capital japonesa.
"En Tokio todo el mundo conoce estas tiendas. Allí no son para nada dormidos. Muchas tiendas tienen comercios online y saben cómo es la movida", explica. Sin embargo, la periferia de la metrópolis japonesa no anda con los precios avivados de la gran capital ni tampoco suele advertir con la misma intensidad tantas pesquisas de hunters. Akira se mueve solo entre góndolas que aúnan objetos únicos: consigue oro a precio de chapa.
Con ese envión, Gemu anda en la búsqueda de lo retro: revuelve, revisa, prueba, compra y, a partir del sueño del pibe, se dedica a contar desde dentro cómo se vive el coleccionismo en el corazón del fetichismo freak. "Me gusta hablar de videojuegos pero también de cuestiones curiosas. Siempre busco la parte geek y pop de la cultura."
► Una vida en internet
Akira vivió toda su vida conectado a Internet: lo suyo es un apostolado a tiempo completo. Desde pibe, emprendió en los caireles de la web. Vendió celulares chinos, armó una marca de ropa, hasta se comió el cuento de algunas estafas piramidales. Transitó los cambios de época y, en todas, siempre sacó alguna tajada.
Criado a dos aguas, entre Perú y Japón, Akira fue y vino desde América hasta Asia en varias oportunidades. Comenzó a estudiar Letras, luego Administración, y más tarde se pasó a Publicidad, la carrera que le cambió la perspectiva de las cosas. "Siempre he sido entrador y hablador. De tomarme todo a la chacota. Y de intentar vender cosas."
Después de estudiar, trabajó en el Ministerio de Vivienda de Perú y en el Departamento de Relaciones Públicas, hasta que en 2014 desarrolló una app de geolocalización. La vendió, hizo plata: siempre con Internet como escenario. Ahí, envalentonado después del hitazo, armó su propia agencia de publicidad que bautizó El Lado Derecho, "por el lado creativo del cerebro". Pero la falta de estructura puso al proyecto en stand-by. "Voy a viajar a Japón para ahorrar", se dijo en 2015.
Y no volvió más. Invitó a su enamorada de visita, recibió un permiso de turismo y una cosa llevó a la otra. Su novia tuvo que extender la visa al toque. "¿Y si te quedás tres meses más?", le propuso Akira. Así, la cosa se fue estirando hasta que finalmente se casaron y se afincaron en forma permanente en Japón. El dato: a su compañera puede oírsela mencionada en Japan Gemu como "La mujer sin rostro". Al principio, era puro misterio y ahora, cada tanto, aparece por allí.
► "Cómo ganar dinero en YouTube"
Volvamos. En Japón, Gemu empezó a trabajar fundiendo piezas de moto, luego pasó a la fábrica de Subaru. "Para mí, YouTube era música y nada más. Entre 2012 y 2016 lo único que hice fue trabajar." Hasta que un sobrino le mostró unos videos de un youtuber japonés. "Trabaja de eso", le dijo el pibito a Gemu, y él flasheó. Buscó "cómo ganar dinero en YouTube" y se dio una panzada con todo ese contenido. Él también quería trabajar de contar historias, de subir videos a Internet.
De esta manera, fue grabándose durante los fines de semana. Primero, contaba curiosidades como el furor del Fidget Spinner y su espejo en Beyblade o la manija por los kabutomoshis, unos escarabajos que los japos tienen como mascotas. Pero, con el tiempo, fue virando su contenido al de videojuegos y hacia ese tipo de nerdeadas.
De hecho, todo cambió esa tarde en que su esposa, la Mujer sin Rostro, visitó un Second Street, una tienda de segunda mano repleta de ropa. Y él, para esperarla, se fue al Hard Off. "Me volví loco con todo lo que encontré, con esos periféricos que nunca había visto. Empecé a hablar de eso. Ese fue el comienzo de Japan Gemu", recuerda. "Me fascinaba ver qué encontraba. Ir a los Hard Off era una droga", sigue.
Ahí, se sorprendió con el precio de un Resident Evil 2 de PlayStation a un dólar y, obviamente, se despachó con un video sobre fichines de ese valor. "Eso fue lo que pegó", señala. De esta manera, fue acompañando estas búsquedas con contenidos de Pokémon y de diversas cosas randoms.
Y todo terminó de explotar cuando visitó Yotsugi, la ciudad de Captain Tsubasa. De sopetón, en un lapso de tres meses, el video levantó unas 50.000 visualizaciones. "Ese poquito me emocionó. Y comenzó el Akira medio enfermito", cuenta. Se armó un fanpage en Facebook y le metió 1000 dólares de publicidad promocionando sus videos. Ante cada nuevo video, Gemu invertía unos 100 dólares en publicidad.
Meses después, Japan Gemu encontró una estabilidad y un buen colchón de seguidores. "Si quiero hacer esto, tengo que salirme del trabajo. No voy a tener tiempo. Y tengo que estar ahí para intentarlo", revive. Entonces, se salió, pidió un seguro de desempleo y se dedicó al canal a tiempo completo, acompañando esta nueva vida con una tienda de videojuegos online. "Eso me dio estabilidad, junté dinero y me puse a trabajar como contratista mientras seguía con el canal."
Entretanto, con Japan Gemu funcionando a tope, Akira quiso volver a laburar en publicidad y armó IT Rush, una agencia en Perú con la que trabaja junto a clientes latinos que buscan sumarse al mercado nipón. "YouTube y la publicidad son dos mundos que no veo tan alejados", confiesa.
Además, abrió un canal secundario llamado Japan Gemu Plus para probar todo tipo de maquinitas, juegos de garras y gashapones. "No quería mezclar contenidos. A los que les gustan los videojuegos no les gustaba verme sacando peluches."
No obstante, son los recorridos por tiendas de segunda mano los que le dan el mayor tráfico de su canal y, entre los más destacados, recuerda uno de cuando encontró la camiseta de Gabriel Batistuta de Japón/Corea 2002. Gracias a esa miniatura, cuenta, levantó al toque unas 700.000 visitas. "Lo que más me funciona es cuando intento jugar a algo o cuando abro una bolsa sorpresa de videojuegos", se explaya ¿Alguna vez sacó alguno bueno? "En bolsas sorpresa, nunca. Una vez tuve la suerte de ganarme el Pokémon Espada en dos intentos."
Por estos días, Gemu está planeando una visita a Sudamérica y quiere armar colaboraciones con youtubers peruanos. En sus palabras: "YouTube termina siendo un enganche para intentar entrar con las marcas. Es muy orgánico trabajar en YouTube y en publicidad".
A la sazón, a Akira también le está picando el bichito por producir un "contenido diferente" al que está haciendo: "Quiero viajar, ir a la isla de los gatos, a la ciudad de los maniquíes. Pienso lo mismo que con Japan Gemu: por qué no hay gente haciendo videos de esos lugares tal y como no había gente haciendo videos de esas tiendas de videojuegos que suelo visitar. Hay videos que hablan de lo cultural, sí, pero nadie va y se divierte con las cosas raras de Japón", concluye Kaneko.