Durante 10 días de septiembre, hubo una ciudad dentro de la ciudad. El Centro Cultural Fontanarrosa y toda la plaza que lo rodea se transformaron en un espacio acogedor y casi habitable. Afuera: humo y terror. Adentro: libros, niños, escritores, lectores, poesía. Un cartel electrónico móvil en la fachada, haciéndose eco de la intervención pública de Claudia Piñeiro en su discurso inaugural, pedía en mayúsculas: "QUEREMOS RESPIRAR". 

La 24° Feria del Libro de Rosario y tercera Feria Internacional del Libro de Rosario (FILROS 2022), cerró al público a las 21 en punto del domingo 18 las puertas del CCRF para que adentro brindara la gente que había trabajado en ella sin descanso. Luciana Weiss, jefa de prensa de la Fundación el Libro, celebró el comienzo de lo que promete ser una hermosa amistad con Rosario. El secretario municipal de Cultura, Dante Taparelli, y el curador de la FILROS 2022, el escritor Marcelo Scalona, agradecieron de memoria y de corazón; Scalona felicitó por la entrega y el profesionalismo a los trabajadores de la Secretaría de Cultura municipal y del CCRF en particular, quienes festejaban con sus remeras azules luego de haber hecho funcionar toda la Feria como un relojito de alta precisión, calidez y puntualidad. "Trabajaron alrededor de 100 personas en el equipo que organizó la Secretaría de Cultura: unos 15 empleados del CCRF que se pusieron a disposición del evento; 30 animadores de Cultura, de distintas áreas, que estuvieron siempre en el lugar; hubo 20 personas contratadas ad hoc, especialmente para la Feria: encargados de piso, encargados de sala, animadores, personal de seguridad..." enumeró Scalona anteayer, en entrevista con Rosario/12.

En la entrevista, Scalona mencionó a los integrantes del equipo de programación que dirigió ("todos éramos editores, escritores, literatos de Rosario") e hizo un balance de esta edición, que "marca un salto de calidad en cuanto a la programación y en cuanto a la producción del evento", según resumió. Y dio una asombrosa lista de números: "150 horas exactas de producción artística o intelectual o educativa en forma continua, 360.000 asistentes, 7000 m2 de exposición, 700 m2 de stands, 57 stands, 84 expositores, 51 de Rosario y 33 del resto del país (algunas editoriales compartían stand, en los dos subsidiados por la Municipalidad había 15 editoriales rosarinas independientes); más de 160 notas de prensa en medios gráficos y digitales, 95.000 visitas a la web del evento, más de 10.000 seguidores en Instagram, la participación de 250 escritores, intelectuales y periodistas en las mesas programadas; 500 actos culturales con un promedio de 40 a 45 actos por día entre conferencias, paneles, espectáculos, talleres, homenajes y presentaciones de libros; 50 espectáculos musicales de danza o performáticos, todos por artistas rosarinos; dos talleres de poesía (por Claudia Masin y Tomás Boasso); tres talleres de narrativa; un Encuentro nacional de narradores orales donde hubo ocho talleres gratuitos, de los cuales participaron 400 aspirantes a ser narradores orales; siete espacios con programación: el auditorio-carpa Angélica Gorodischer, el escenario en el predio exterior, el espacio físico para las infancias con diseño por Carolina Balparda (directora de Centros Culturales de la Municipalidad), la sala Jorge Riestra, la sala Beatriz Guido, la sala Beatriz Vallejos, y el living del tercer piso Hugo Diz", enumeró.

 

"Un acierto fue que la feria abriera a las 9AM. Fue mucha gente desde la mañana. Los niños compraban libros y era fundamental que vieran funcionar los stands, vieran los libros en los stands, a los libreros, a los escritores, cuando fueran con su visita escolar. Uno de los grandes aciertos es el alto desarrollo que tuvo el espacio infantil, por donde pasaron 12.000 escolares, primarios y secundarios, de 150 escuelas, y que además cuando terminaba la visita de escuelas, alrededor de las 15 o 16 horas empezaban actividades de la infancia en ese espacio diseñado en planta baja y que daba acceso a todo el patio. Ahí se produjeron, de 9 a 19, diez horas diarias de actividad educativa y lúdica donde los niños iban a hacer lectura, escritura, juego, a ver espectáculos, de mañana o de tarde. Y un detalle sobre eso, donde trabajó con gran eficacia el Plan de Lectura municipal Rosario lee, con sus animadores, un detalle es que habiendo pasado 12.000 chicos por ahí, con sus maestros, padres abuelos, no faltó un libro, no faltó un juguete, no falto un almohadón. Nadie se robó nada; estaba todo a mano y era mucho. Creo que eso habla de lo que es ciudadania, de lo que es una sociedad. Rosario es una ciudad que conserva esos enormes valores de la educación que son los que construyen una comunidad", destacó el curador. Scalona subrayó además "la presencia de grandes figuras de lo más convocantes", "el altísimo nivel literario de las mesas" y "la novedad de que todos aquellos compañeros que participaron en mesas programadas por la dirección cobren sus honorarios. Otro acierto fue elegir una fecha más amable", apuntó. Y se refirió al éxito de ventas: "Las librerías y editoriales quedaron muy contentas con su nivel de ventas, un 30% y 40% más de volumen de venta de ejemplares de libros respecto de las ferias del 2018 y 2019. La Biblioteca Nacional vendió la mitad de lo que vendió en la feria de CABA en mayo". (La Biblioteca Nacional debió reponer stock). 

"Otro dato significativo que va a marcar el futuro de la feria es este nuevo diseño de tomar todo el predio", señaló Scalona, sugiriendo (en relación con la idea de mudarla el año próximo a la Rural) que "se podría repetir un año más este diseño que funcionó tan bien en el centro de la ciudad, donde están todas las líneas de colectivos, donde uno llega caminando porque es el microcentro y porque también permite reconstruir el centro de la ciudad que quedó tan golpeado por la pandemia y por la situación económica en general, en particular la zona alrededor del Fontanarrosa. Este diseño novedoso lo hizo toda la gestión, principalmente la Secretaría de Cultura, y estuvimos muy acompañados por Prensa de Gobierno, por Diseño de Gobierno, por la Secretaría de Planeamiento y la de Obras públicas. Los comerciantes de la zona están muy felices porque trabajaron muchísimo acompañando al evento. Los asistentes se acercaron a consumir en los bares de la zona o en las tiendas y en los puestos de feria habituales que siguieron estando sobre calle San Martín", detalló. Para la próxima, sugirió: "darle una carpa a las bibliotecas populares, otra a localidades de la región...". Opinó que "se podría lograr una mejor simbiosis con la Nación, con la Provincia" y que "hay mesas que merecían media hora más". Y concluyó que "los rosarinos se apropiaron del evento. La Feria Internacional del Libro es una marca rosarina".